(Mi homenaje a Alfredo Joskowicz, a Tony Kuhn, a Marta Navarro, a Héctor Bonilla, a todo un equipo que plasmó vida cinematográfica)
Raúl Adalid Sainz
Fui invitado por el querido productor y experto en arte, Salvador Perches, a hablar de la película «Meridiano 100», de Alfredo Joskowicz. La invitación fue para el programa televisivo tradicional de cine: «Filmoteca de la UNAM», por TV UNAM.
Más que hablar de la película en sí, que es extraordinaria, hice un homenaje a unos grandes chavazos que trabajaron ahí. Unos románticos llenos de ideales. Quijotes cinematográficos. Un hacer cine para dejar algo en el espectador. Llevar, y dejar un mensaje urgente a la conciencia.

«Meridiano 100», es el «Ché» Guevara sucumbido en ideal en Bolivia, es la guerrilla reclamante de justicia y equidad, es la tierra es de quien la trabaja, es la revolución traicionada, son Héctor Bonilla, Eduardo López Rojas, Álvaro Carcaño, masacrados como guerrilleros en las montañas de Maninalco.
«Meridiano 100», es la tercera película del maestro académico del CUEC y el CCC, y director de cine Alfredo Joskowicz. Es sentir su grito de cambio para un meridiano mejor. Es sentir la espléndida fotografía de Tony Kuhn, de la amplia expresión de montañas que cercan, hasta la intimidad de vida de cuatro guerrilleros ocultos en la nada que aplasta. Las imágenes, en veces, parecen decir: «Somos unos pendejos, estamos solos». La magnífica edición de Juan Ramón Aupart, es manifiesta. Nominación para el premio «Ariel», su montaje en tempo-ritmo-narrativo, es espléndido.

Jóvenes setenteros surgidos del querido CUEC, «Centro Universitario de Estudios Cinematográficos», que marcaron rumbos cinematográficos. Alfredo Joskowicz y Tony Kuhn, compañeros de generación, Ramón Aupart, maestro del taller de edición. «Meridiano 100», es la conjunción de realizadores de cine y jóvenes actores llenos de ilusión, preparación y talento. Y con un ingrediente fundamental de querer ser artistas, más allá de la estúpida vanidad, ellos poseían lo que tanta falta hace: Pasión.
La película cumplió cincuenta y un años de filmada.1974. Poco el cine mexicano ha hablado de la guerrilla en México. «Meridiano 100», es la inspiración de tres películas que hablan en ese respecto: «Caminando Pasos Caminando», de Federico Weingartshofer; «Bajo la Metralla», de Felipe Cazals; y «El Violín», de Francisco Vargas.

Dejó al final la participación de mis queridos actores: Martha Navarro, y Héctor Bonilla. Dentro de lo cruento de la historia, se vive la pasión amorosa que surge entre «Maura» (Martha Navarro) y el personaje de Héctor, llamado «El Rojo». Su entendimiento actoral es soberbio. La relación se vuelve interesante, en ella es el despertar de su sexualidad adormecida, su marido vive la aburrición del fracaso. En él es la entrega al gusto de una mujer, pero su ideal político y de compromiso están por encima. Martha, en sus momentos de soledad ante la cámara, da una clase de cómo una actriz se comunica con ella, señalando un mundo de vida en sutileza. La cámara adoraba a mi querida Martha. Héctor tuvo con «Meridiano 100», un enorme compromiso político social. Escribió el guion junto a Alfredo Joskowicz, su impecable trabajo lo hizo merecedor del premio «Ariel», al mejor actor.
Tuve el inmenso regalo de trabajar con Martha en la película «Familia Gang», de Armando Casas. Estuvo a mí lado como un ángel cuando presenté mi libro «Historias de Actores». A Héctor tuve el privilegio de conocerlo como compañero actor en la película: «Un Padre no tan Padre». ¡Qué platicas de teatro, de cine y de la vida vivimos!

Por cierto, una anécdota chistosa. Vi «Meridiano 100», cuando tenía catorce años. Nunca la volví a ver. Al conocer a Héctor, y al hablar de sus películas, le decía: «hay una película que hiciste, no recuerdo su nombre, eran como unos guerrilleros, uno de ellos se orinaba en una cantimplora y se tomaba sus orines, ¿cómo se llama esa película Héctor? «¡Pues es Meridiano 100″, mano!», me decía Héctor entusiasmado.
Héctor y Martha repetirían como pareja protagónica en «Bloody Marlene», de Alberto Mariscal, en 1979. Recordé también al querido Álvaro Carcaño que me dirigió en unos programas históricos televisivos: «Forjadores de Nuestra Historia». Yo comenzaba mi carrera de actor. Álvaro me apoyó mucho.
Por cierto, en uno de esos programas dirigidos por él, alterné con Mario Casillas, el aburrido marido de Martha Navarro en «Meridiano 100». ¡Lo que es la vida, y sus azares! Por eso cómo no iba a hacer un homenaje a todos esos queridos chavazos de aquel tiempo, esos que nos dieron patria cinematográfica.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan