sábado 9, noviembre, 2024

MERCERÍA

El Santos…

Sandra Sierra Limones

Dicen que uno sabe que está viejo cuando al volumen que tu criatura escuche la música vas a ir a decirle: “bájale”.

Yo estoy ya en esas, pensando que mis tiempos fueron mejores.

Hoy quiero platicarles, tras el respiro que le dio el Necaxa al Santos, y a un año de que Chilchota juntó a las grandes leyendas, de otro Santos, uno que parece muy lejano, como de otra dimensión.

Hace como quinientos años, había un equipo de primera división, que lo único que tenía de primera división, era la franquicia… nada más.

No tenía de primera división ni el estadio, ni los uniformes, ni los jugadores, ni los patrocinios, ni las canchas para entrenamiento, ni la logística de viajes, nada…

Se podría hacer una película de aquellos tiempos. Me imagino a los directivos, con los bolsillos vacíos convenciendo a jugadores para acudir, asistiendo a los entrenamientos de las fuerzas básicas a ver si encontraban el garbanzo de a libra, y buscando futbolistas donde nadie buscaba, sentándose en la orillita de la mesa de la Federación Mexicana de Futbol, donde no se vieran mucho, donde no preguntaran nada.

Ese equipo, los aficionados de hace 500 años, lo han añorado mucho, y es extraño, porque casi siempre perdían. No lograron nada, pero los jugadores tienen un reconocimiento que ha perdurado por ya más de 35 años.

Leyendas e historias hay muchas… El entrenador que los hacía cargar un cuaderno y un lápiz, y anotar todo lo que hacían, porque tenían que entender que ser futbolista era de 24/7 así que tenían que escribir lo que comían, a qué hora dormían, a qué hora despertaban, y cuéles eran sus más profundos pensamientos. Algún jugador de aquellos años me confesó: “por eso fui futbolista, para no escribir ni andar con cuadernos, y con este entrenador he escrito más que en toda la primaria”.

Había otro entrenador que les decía “que había maderas que no sacaban barniz” pero si les sacó barniz, y logró hacer un equipo al que todos le tenían miedo: fue el que bautizó al Corona como “la casa del dolor ajeno”

Había muchas carencias, pero en grupo se disfruta todo más, en equipo se aguanta todo, como cuando no les quedó más que rezar en un medio tiempo. Ya habían agotado todas las fuentes y todas las posibilidades, ya nada más la intervención divina podía hacer el milagro. Y el milagro llegó.

Me tocó un juego donde se salvaba la categoría. El ambiente en el estadio era como si se hubiera ganado un campeonato.

¿Cómo eran los jugadores? Diferentes. Había unos guapachosos, a otros les gustaba la música en inglés, a otros los norteños y la banda.  Unos pocos se tatuaban, otros no… a unos les gustaba la fiesta y a otros les gustaba la tranquilidad, unos eran muy buenos, otros regulares, ellos se decían de todo adentro, pero afuera todos se respetaban, los titulares y la banca, los debutantes y los veteranos, los mexicanos y los extranjeros. ¿un video “normal” calificándolos de mediocres por parte de uno de ellos? No, eso no pasaba, eso no era normal…

En ese equipo, había mucho equipo. Había mucha vergüenza. Todos sabían que había que hacer, a veces completaba el esfuerzo, muchas veces no, pero la afición veía y sentía cómo se quedaba el alma en los partidos y nunca tuvieron más que reconocimiento.

El equipo del “ya es hora de ganar” me gustaba mucho, aunque a veces no llegara la hora.

La Directiva actual, se divorció por muchos años de su historia, parece que la está recordando y recobrando. Ojalá siga con esas pequeñas acciones que valen tanto para aquellos que se iban a formar desde la madrugada para conseguir un boleto en el antiguo Corona.

Ojalá pronto el Santos vuelva a ser el Santos, ojalá los jugadores entiendan lo privilegiados que son de dedicarse profesionalmente al deporte más bonito del mundo. Ojalá los empresarios entiendan que esta empresa se tiene que sentir, porque si no se siente se nota.

Ojalá las rayas del uniforme del Santos vuelvan a su lugar.

Feliz cumpleaños Santos.

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