domingo 12, mayo, 2024

MERCERÍA

DIANA

Sandra Sierra Limones

Diana tiene cáncer. Desde hace años tiene cáncer… Un día él cáncer decidió acampar en su cuerpo.  El visitante incómodo se pasea. Su primera estancia fue en sus senos. Mal gusto no tiene el cáncer, tanto se apegó a ellos que se los terminó. Una mastectomía doble le hizo a Diana hacerse una pregunta que nunca pensó: ¿sigo siendo mujer?…

El cáncer ha buscado nuevas sedes en su cuerpo, a veces son los ganglios, ahora es la cadera. Ella recuerda su paso fuerte, su caminar rápido, sus carreras matinales… ahora se conforma con caminar, como se pueda… a veces con dolor, otras veces, también con dolor, pero recuerda el decir de   la Madre Teresa de Calcuta: “nunca te detengas”

Menos puede detenerse, porque no tiene seguridad social. Las mastectomías y la quimioterapia previa y posterior se las debe al Seguro Popular. Gracias a este Seguro sigue viva, y conoció a muchas compañeras de lucha, muchas mujeres sumergidas en seguir viviendo un día a la vez, muchas pensando como transformar las miradas compasivas que reciben en octubre cuando las invitan a entrevistas, paneles, conferencias y hasta reconocimientos en recursos: económicos para el transporte, para la comida fuera, para las medicinas fuera del cuadro básico, para apoyo que cuide a tus hijos e hijas mientras tu recibes gota a gota la esperanza de continuar, humanos para que acompañen, para que te digan la palabra correcta cuando ya no quieres seguir, para que laven tus trastes cuando tienes las manos entumecidas producto de las quimio; y espirituales, para que recen contigo cuando te dicen que ya no queda nada más.

Me topo a Diana en un evento a beneficio. Es para ella, le urge dinero porque el cáncer no quiere irse, y cada vez se va haciendo mas angosta la ventana de posibilidades. Le urge ir a México a hacerse un estudio, que por primera vez tendrá que costear por su cuenta. Me decía que antes estaba subrogado, pero “ya ves” me dice, “que nos dejaron a nuestra suerte”. No sé qué responder, me hago la que no escucho mientras busco mi camino para comprar otro boleto de una rifa… porque yo quiero a Diana, y no quiero que se muera porque no hay medicinas, porque ese estudio esta fuera de su alcance, o porque al Presidente de México le gustan más los trenes que las personas que tienen cáncer.

Cuando nos despedimos le deseo buena suerte en  México, le digo que aproveche para pasear aparte del estudio… no digo más tonterías porque la mirada intensa de Teresa me indica que el silencio es mi mejor respuesta, finalmente Diana me dice: “dicen que todo está muy bien”, que vamos a ser Dinamarca:  yo ya no lo voy a ver, pero tu tampoco, porque no es cierto, a lo mejor Teresita, porque ellas son más valientes,  y van a exigir lo que a nosotros nos quitaron, la posibilidad de ver crecer a nuestras hijas e hijos.

Yo, que casi nunca me callo, guardé silencio, hasta ayer, que después del debate chilango recobré un poquito la esperanza… porque todavía queda el 2 de junio.

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