Enrique Martínez y Morales
Cuando uno tiene que enfrentarse a la toma de decisiones suele toparse con dos tipos de problemas. Los problemas complicados y los complejos. Los primeros tienen un origen claro y conocido, cuentan con soluciones probadas y conocimiento demostrado, relaciones causa-efecto predecibles, suelen tener soluciones únicas y ser resueltos por especialistas.
Los segundos provienen de causas multifactoriales, no cuentan con una teoría preestablecida, la relación causa-efecto es incierta, se requiere de la participación de varias partes para su resolución y suelen tener varias posibilidades y necesitar múltiples actores para su solventación.
Los problemas complicados a veces requieren soluciones simples, tan simples que no las vemos. “Tal vez sea la propia simplicidad del asunto lo que nos conduce al error”, escribió el poeta norteamericano Edgar Allan Poe. Mencionaré dos ejemplos de este tipo de problemas de gran relevancia:
Cuando comenzó a popularizarse el uso del automóvil como medio de transporte, a principios de los años cincuenta, se generó gran preocupación en la industria por el desbocado incremento en las muertes por accidentes viales. Inversiones multimillonarias realizó la industria automotriz tratando de incrementar la seguridad de los vehículos: salpicaderos acolchados, materiales más resistentes, sistemas de frenos mejorados, volantes más seguros, por mencionar algunos.
En esos momentos entra en escena, en su faceta de alto ejecutivo de Ford Motor Company, Robert McNamara, quien en otra faceta de su vida fuera el secretario de Defensa que iniciara el ominoso conflicto armado de Estados Unidos contra Vietnam.
McNamara, además de por su genio militar, era reconocido por su practicidad en la resolución de conflictos. Ideó una solución que reduciría en 5 veces las muertes por accidentes de tráfico, invirtiendo algo así como 25 dólares por vehículo: la introducción del cinturón de seguridad.
En los albores de la era espacial, los astronautas se topaban con el problema de no poder hacer apuntes fuera de la atmosfera porque, ante la ausencia de gravedad, las plumas no funcionaban. La NASA invirtió grandes cantidades de recursos diseñando un bolígrafo que expulsara la tinta a presión para subsanar el problema. Los rusos fueron más prácticos y utilizaron un lápiz.
El problema del cambio climático es por demás complejo. No hay soluciones únicas ni fáciles, pero de que existen, existen. Suele decir mi padre que todo tiene solución en esta vida menos la muerte, así que trabajemos todos en ellas antes de que sea demasiado tarde y terminemos por aniquilar la vida del planeta. Y entonces sí, ya no habrá solución al problema.