Raúl Adalid Sainz
Hace algunos años jugaba futbol en el equipo de TV AZTECA Laguna. Enfrentábamos al odiado rival: «El Canal 9 de Torreón» en la Ciudad Deportiva lagunera. Fuimos goleados. Como a los veinte minutos de empezado el encuentro el árbitro me expulsó injustamente. A paso más lento, como el «Caballo Blanco» de José Alfredo, me acerqué al de negro y le dije: «chingas a toda tu madre».
Me di la media vuelta y salí del campo. A la mañana siguiente un compañero, el magnífico reportero Pepe Borrego, me dijo: «quiero felicitarte por el partido de ayer», confundido le dije, «pero si me expulsaron», Pepe contestó: «te felicito por esa mentada de madre monumental que le diste al árbitro».
A mis compañeros de trabajo les llamó la atención que el responsable de la sección de espectáculos y cultura, tan propio en el hablar, haya cometido ese improperio popular. Al paso de los años me doy cuenta que eso me acercó a ellos.
El futbol, no cabe duda, te hace sacar a un león que llevas dentro. Juegas como vives la vida. Une a los grupos. Hoy pasado el tiempo recuerdo esa cancha de césped más amarillo que verde, llena de hoyos, baches, diría yo, y aquella tarde noche en que proferí al árbitro una sensacional mentada de madre a voz en cuello.
Después de ese partido nunca he vuelto a jugar futbol en un partido oficial. Eso, eso sí duele «Amigos de las Artes y de los Espectáculos», sí, así como abría mi sección cuando en un tiempo me dediqué a ser reportero cultural allá en mi Comarca Lagunera.
Dedicado a Lupita Richards, a Pepe Borrego, grandes reporteros de esa inolvidable casa de trabajo llamada: «TV Azteca Laguna», por supuesto a los integrantes de aquel equipo, de uniforme como el del París Saint German, y a todos aquellos compañeros que parecen borrarse más no ocultarse en esta vorágine de los tiempos.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan