viernes 20, septiembre, 2024

Marco Zetina, y aquel montaje, mítico para mí, de ‘El Gesticulador’

«Historias de Actores»

Raúl Adalid Sainz

La vida del actor es un pañuelo que urde en sus bordados casualidades. Ayer tuve llamado de la serie, «Una Sencilla Familia Complicada», una sorpresa había en la hoja de llamado: el nombre del actor Marco Zetina.

Yo a él no lo conocía personalmente, pero hace muchos años en mi natal Torreón, siendo adolescente, vi una obra de teatro maravillosa: «El Gesticulador», de Rodolfo Usigli. Tenía dieciocho años.

Actores de México, de la antigua Compañía Nacional de Teatro, llevaban ese clásico del teatro nacional a La Laguna. Para ese entonces, yo ya había decidido estudiar actuación en México. Así que fui al Teatro Alberto M Alvarado, de Gómez Palacio, ciudad vecina de Torreón, a ver la obra.

Fue un impacto para mí la misma, quedaron en mí memoria los nombres de los actores principales: Carlos Ancira, Augusto Benedico, Blanca Torres, Mónica Serna, Miguel García González, Jorge Fink, y Marco Zetina, como el hijo de «Cesar Rubio», nombre del caudillo revolucionario, que un profesor homónimo del mismo nombre, usurpa su personalidad.

El nombre de Marco, y su cara quedaron en mi memoria. Era el año de 1980. Cuarenta y tres años después, conocía a aquel actor, que por entonces era un jovencito.

La cita de nuestro llamado fue en Televisa, siete de la mañana, para ir a un lugar lejano de locación. Ya en la camioneta me presenté con Marco y le conté los sucesos que les narro.

El actor mostró una sonrisa de encanto, y su mirada se fue a los recónditos secretos de la memoria. «Fue una obra muy difícil para mí, tuve diez días para aprenderme las líneas, y el trazo escénico del personaje».

Así iniciamos una conversación eminentemente de teatro. Marco me decía que Carlos Ancira lo había ayudado mucho; repasando las líneas de su personaje, clarificándole el trazo, y por supuesto, en la comprensión del personaje. La obra fue dirigida por Rafael López Miarnau, pero Marco recordaba la ausencia del director, para ayudarlo en la difícil suplencia que estaba haciendo para esa obra que se iba de gira. Marco reemplazaba al actor José Alonso.

El caso es que rememoramos el excelente trabajo del gran Carlos Ancira, «ese señor hacia magia en el escenario», concluíamos los dos. El buen trabajo de Benedico haciéndola del historiador gringo, buscando por el desierto coahuilense, el paradero del caudillo «César Rubio». Recordamos la gran presencia y voz maravillosa de la actriz Mónica Serna. «Hace mucho que no sé de ella», me decía Marco.

Desayunamos, compartimos camper, y nuestra conversación seguía. La vida azarosa y maravillosa del actor, recordamos la obra de David Mamet, «Mi Vida en el Teatro», rememoramos al gran actor Ignacio López Tarso, y sus grandes actuaciones en el teatro, por supuesto hablamos de «Macario», la célebre película del histrión, e hicimos un alto en el camino para hablar de Shakespeare. Marco recordaba que había sido asistente de dirección de la obra «Otelo», dirigida por el maestro José Solé.

Arrobado por el tema, dije a Marco, trozos que me sé de memoria de «Rey Lear», y del macabro «Yago», de la gran tragedia «Otelo». «Qué viaje tan bonito me has hecho vivir», me decía en el encanto Marco Zetina.

Tocaron a la puerta del camper y nos llevaron al set de grabación. Ahora, de la fantasía del teatro, a la ficción para la que fuimos citados. Compartí unas secuencias maravillosas con la gran Adriana Barraza, Alberto Estrella, Marisol del Olmo, Orka Giner, Julio Casado, y con Marco.

Nos dieron el corte, nos despedimos contentos, nos tomamos la foto del recuerdo de ese viaje hermoso vivido.

Desde ayer, en la tarde noche, me pregunto por qué nombres, caras, se quedan en mi memoria para luego conocerlas. Lo que sea. Lo importante es que al conocer a Marco Zetina, recordé y le pude platicar a uno de esos actores, de ese montaje memorable para mí, que habían sido fundamentales para que hubiera soñado ser actor.

Dios me dio la gracia de serlo, y de poder vivir estas maravillosas y entrañables historias con los actores.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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