sábado 18, mayo, 2024

¿MARCELO EBRARD es un progresista?

Emanuel Alvarado

El concepto de progresista podrá inundar muy pronto la carrera hacia la sucesión presidencial en México. Uno de los contendientes, Marcelo Ebrard, es un político progresista. ¿Cómo entenderemos esto?

Uno de los pilares del progresismo político, convertido en acción de gobierno, es la confianza en la experiencia acumulada para proyectar el futuro; es la esperanza de llegar a una vida mejor aprovechando lo que se ha hecho bien en el pasado y que el cúmulo de esa experiencia pueda garantizar que se repitan las cosas buenas. Al juntar o reunir todas esas acciones positivas; ya sean prácticas administrativas basadas en la economía, posturas políticas basadas en la sensibilidad social, las garantías al estado de derecho basadas en la justicia o incluso las prácticas culturales basadas en la responsabilidad del estado por garantizar la educación y el desarrollo integral de los pueblos y comunidades para que el conjunto de la sociedad, tanto en los entornos rurales como en los urbanos, alcancen idealmente la felicidad; todo eso sería ser progresista.

El progresismo, como idea social y planteamiento político, busca un estado de bienestar (bajo el cual el gobierno de un país garantiza y provee los derechos sociales a todos los ciudadanos. Estos derechos económicos, sociales y culturales, que son distintos a los derechos civiles y políticos, son los derechos humanos socioeconómicos relacionados con el lugar de trabajo, la seguridad social, la vida en familia, la participación en la vida cultural y el acceso a la vivienda, la alimentación, el agua, la atención de la salud y la educación), la defensa de los derechos civiles, la participación activa de los ciudadanos en la vida pública, y la redistribución de la riqueza; es decir equidad económica e igualdad social. Los progresistas fomentan la libertad de los individuos, la libertad personal, ampliando sus capacidades dentro de la sociedad en los ámbitos económico, político e institucional, generando el estado las condiciones para que se supere la desigualdad a través de la inclusión social de todos.

Me parece que ser progresista necesariamente te vuelve un reformador. La tradición del progresismo, tomada desde la Revolución Francesa, apunta a una acción sistemática de reformas para mejorar el estado, y a tomar como suyas las luchas contemporáneas a favor de las minorías, restituyendo derechos civiles y políticos. Causas como la sustentabilidad ecológica, la economía solidaria, el cooperativismo, la sexodiversidad y el feminismo, la protección a sectores vulnerables o ya vulnerados.

Parte de las características destacables de un verdadero progresista serían sus posturas en torno a la vanguardia en aspectos como el pragmatismo económico (el progreso se logra implementando políticas que han demostrado funcionar); la postura reformista (busca cambios constantes en los procesos administrativos que impulsen el progreso y rompan el statu quo); su carácter democrático (un sistema de gobierno que proteja los derechos humanos y la libertad, rechazando las políticas y acciones cercanos a los regímenes autoritarios); el cooperativismo (el trabajo conjunto o en equipo social para alcanzar el progreso se logra trabajando con todos los sectores interesados en el desarrollo económico, social, político e institucional); y el pacifismo (con rechazo a “las soluciones” violentas y las acciones extremas para alcanzar la paz social).

Será precisamente su capacidad de autocrítica y renovación, la diferencia que determine la distancia entre los viejos progresistas y los neo-progresistas, los retos están a la vista para que puedan definirse: aumento de impuestos a los más ricos (para garantizar y apuntalar el futuro); leyes más severas contra los monopolios y por lo tanto un mercado más libre; pugnar más en el desarrollo e inclusión de las mujeres; la lucha por los derechos de las minorías sociales y étnicas; fortalecimiento de los sindicatos y el empoderamiento de obreros, jornaleros y trabajadores en general; la transparencia institucional en la aplicación de programas y el gasto público; la capacidad para poder ofrecer la seguridad pública sin tapujos; la formación de una verdadera fuerza política basada en los ciudadanos y las comunidades; la lucha frontal contra la corrupción y la detención y castigo a los malos servidores públicos; fortalecimiento del desarrollo institucional del estado como un macro agente de cambio capaz de generar la transformación social del pueblo y como garante de la constitucionalidad de este hecho: el estado es responsable de proveer y garantizar las condiciones adecuadas para el desarrollo integral y pleno de todos los individuos (del que el feminismo es un claro ejemplo de lo que se logra cuando se garantizan los derechos civiles).

Por otra parte, dada la circunstancia por la que atraviesa México, tenemos el combate irrestricto a la desigualdad social; el impulso hacia una economía pujante y competitiva; una lucha inteligente contra el crimen organizado; para llegar, finalmente, a la democracia liberal: libertades civiles, libertades políticas, estado de derecho, pluralismo político y estado de bienestar generalizado donde el estado provea todos los derechos sociales, donde la democracia, el bienestar y la economía converjan a favor de los ciudadanos. Lo anterior es ser progresista. Si Marcelo Ebrard Casaubon es un “progre”, bienvenido, estaremos con él en la encuesta para que sea candidato y nos represente en la presidencia de México.

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