jueves 31, julio, 2025

Luis Buñuel y Torreón, ¿tienen alguna relación?

Raúl Adalid Sáinz

Hace muchos años, en mi natal Torreón, pusieron un cine que se llamaba, «Sala de Arte Luis Buñuel». Esos cines tengo entendido pertenecían al empresario-productor cinematográfico Gustavo Alatriste.

Tendría unos catorce años cuando se inauguró y yo no tenía ni idea de quién era ese señor Buñuel. Éramos raza norteña muy indomable. Nos gustaba ir a ese cine porque daban funciones matutinas, y no eran estrictos para pedir la cartilla.

Ahí pude ver cintas como: «La Huida», de Sam Pekimpah, con Steve Mcqueen y mi siempre adorada Ali Mcgraw, «Joe», con Susan Sarandon, «México-México, Ra, Ra”, de Gustavo Alatriste, La vida de Edith Piaff (de la cual no recuerdo el real nombre de la película). Buscábamos otras cosas y nos encontrábamos estas maravillas. No sé qué tanto repercutieron en mi banda, pero a mí en la soledad me hacían darme cuenta (intuitivamente) que eran muy buenas.

Así llegó ese nombre Luis Buñuel a mi vida. En 1983, ya viviendo en el DF, me enteré de su muerte, aún no había visto sus películas. Ese año pasaron por canal ocho (en ese tiempo canal cultural, dirigido por Miguel Sabido) cinco películas de don Luis, como un homenaje: «Los Olvidados», «Simón del Desierto», «Nazarín», «El Ángel Exterminador» y «Un Perro Andaluz».

Las vi, la experiencia fue maravillosa. Me encantaron. Me sacudieron. Estudiaba la carrera teatral, y ese mundo de imágenes, de ideas. de ironías, de confrontar al hombre con la realidad, me cautivó, me movió los dentros.

Era la pesadilla dentro de un mismo sueño. Una reinvención de la realidad. Al ver esas cintas, me di cuenta por qué en mi desértica ciudad, agreste y joven, se había puesto un cine con su nombre. De esas cuatro, dos de ellas, siguen siendo íconos: «Los Olvidados», y mi consentida, mención aparte, «Nazarín». Paco Rabal me arrobó con su interpretación del padre Nazario.

A partir de ese 1983, me seguí con Buñuel por la vida. Su período mexicano es el que más me gusta. Después de esas cinco películas vistas en aquel desaparecido canal cultural, ya en mis pesquisas buñueleanas, hubo seis que me encantaron: «El gran Calavera», «La Ilusión Viaja en Tranvía», «El Bruto», «Susana (carne y demonio)», «Él «, y «Ensayo de un Crimen». Para mí, las mejores actuaciones de Pedro Armendáriz, Arturo de Córdoba, y Ernesto Alonso, se vieron en esas películas.

La contención, como norma actoral en la dirección de Buñuel, trajeron profundidad interpretativa a estos actores. En el año 1990, trabajé al lado de Claudio Brook. Siempre que lo veía, fuera en el camerino, o llegando al teatro, lo miraba con ese lindo respeto hacía alguien que había trabajado con un genio cinematográfico: «¿Cómo está don Claudio?», en verdad quería decirle, ¿cómo le fue con Buñuel?

Al poco tiempo Claudio Brook murió, y ya no pudimos hablar de esa experiencia. Claudio Brook fue dirigido por Buñuel en: «El Ángel Exterminador», en «La Vía Láctea», y como su protagonista en «Simón del Desierto». Hace algún tiempo trabajé con un actor que filmó con Buñuel en «Simón del Desierto», me decía que don Luis era muy estricto con los actores, no le gustaban las sobreactuaciones.

Al terminar Eduardo Mcgregor, actor referido, su participación en la película, se despidió de Buñuel, y le dijo: «¡Creo que empiezo a entender la actuación en el cine!», cuenta que don Luis le respondió: «Usted no tiene ni puñetera idea de lo que es el cine».

El título de este escrito es la relación de Torreón con Buñuel. Para mí no es otra, que a un hijo de esa tierra, le tocó en suerte enamorarse de su cine. Ese amor me llevó a tener la fortuna de filmar como actor una película en la casa, de la Ciudad de México, de don Luis Buñuel.

La película es «Familia Gang», dirigida por Armando Casas. Toqué el piano de la esposa de don Luis, Jeanne Rucar. En ese tiempo el piano permanencia en la casa. Ese día tan hermoso de filmación yo sentí que recibía un título de actor.

La vida tiene sus secretos. A mí, siendo un ignorante muchacho lagunero, se me quedó en la memoria, por la sala cinematográfica, aquel nombre grandioso: Luis Buñuel.

PD: El 29 de julio de 1983, Luis Buñuel falleció en su casa de la colonia Del Valle en la Ciudad de México. Ayer se cumplieron cuarenta y dos años de su adiós. Pero don Luis está más vivo que nunca con su cine, que es por demás, una alerta reflexiva muy contemporánea.

Raúl Adalid Sáinz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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