sábado 23, noviembre, 2024

LUCIDEZ DEMOCRÁTICA

Luis Alberto Vázquez Álvarez

“La democracia se ha convertido en un instrumento de dominio del poder económico y no tiene ninguna capacidad de controlar los abusos de este poder”, expresó José Saramago, premio nobel de literatura 1998. Él escribió dos obras ligadas entre sí: “Ensayo sobre la ceguera” (1995) y “Ensayo sobre la lucidez” (2004); esta última nos servirá de metáfora para analizar el tema electoral en nuestro país.

“Ensayo sobre la lucidez”: en una ciudad no identificada, la mayoría de los electores (80%) deciden de forma espontánea y sin acuerdo previo votar en blanco en los comicios; los votos válidos no llegan al 20% del escrutinio. Electores de todas las edades, ideologías y condiciones sociales deciden manifestar su descontento hacia los partidos políticos y hacia la política en general, votando en blanco.

El gobierno decreta nuevo proceso electoral; el resultado se acrecienta: ochenta y tres por ciento emblanquece su sufragio. Desesperadas las autoridades emprenden investigaciones y toman decisiones autoritarias, represivas e incluso ilegales. Culpan a la enfermedad “ceguera blanca” que recientemente afectara a la población del fenómeno social; no creen que ese descomunal gesto revolucionario pacífico sea producto consciente de un pueblo desesperanzado e incrédulo en medio de las elecciones que “legitiman” una democracia fatua; más bien creen percibir una acción planificada y coordinada; una conjura anarquista internacional de grupos extremistas que acometen contra la democracia…

Interesante, atractiva, inquietante y hasta subversiva resulta la imaginaria protesta ciudadana de esta lucidez deliberante del laureado escritor portugués; pero en la mayoría de los países de mundo no resultaría electoralmente efectiva porque las votaciones se ganan con mayoría relativa, siendo tal que, un solo sufragio hará la diferencia, pero moral y políticamente sería una autentica transformación comunitaria que movería consciencias y opiniones en todo el orbe. Votar en blanco es una opción más en elecciones democráticas, una decisión tan libre y soberana como elegir para un partido determinado. El sufragio en blanco es un dedo flamígero del ciudadano que, haciendo uso de los cauces establecidos, muestra su inconformismo con el sistema o, por lo menos, con las opciones políticas. De ahí que sea tan peligroso y que los partidos tradicionales lo ataquen calificándolo de antidemocrático o antisistema y hasta sedicioso.

¿Qué podría provocar que los electores al emitir sus votos decidan lo mismo no acudir a las urnas que dejar en blanco o nulificar su boleta plebiscitaria?

Candidatos generalmente desconocidos para el ciudadano y/o “cartuchos quemados”, dominantes en su partido político, sin atributos populares y por quienes deberán votar forzosamente. Una oposición sin capacidad para ofrecer un modelo de nación propositivo, esas proposiciones obligarían al partido en el poder a mejorar su administración y entonces de ambas matrices el pueblo sería el beneficiado y los electores tendría auténticas propuestas entre las cuales decidirse.

Partidos deshonestos con doctrina y principios ético-políticos mutilados al amancebarse con antiguos adversarios declarando cínica y abiertamente como único objetivo de esta fornicación destruir, sin ofrecer algo que se puede construir. Clara intención de partidos piltrafas de aliarse para tratar de obtener votos necesarios para llegar al porcentaje mínimo para mantener su registro. Mendas partidistas que solamente saben insultar, agredir y violentar con cero capacidades intelectuales para transformar, animando incluso sabotajes y montajes que finalmente nadie cree. Miles de millones del dinero público entregado a partidos y con los que buscan más que nada comprar conciencias y votos. Sueldos multimillonarios que reciben los consejeros electorales por su genuflexión a favor de alguna coalición. Ordenación monetaria de muchos medios de comunicación tradicionales y virtuales y columnistas inventando supuestas desapariciones de instituciones para favorecer cierta línea electoral y que es visible a toda costa, restándoles credibilidad y auditorio.

Analicemos otra vez el tema: dejar en blanco las boletas sería un postre para los poco creíbles árbitros electorales mexicanos; sus lacayos se encargarían de llenarlas según sus intereses partidistas; “si los muertos se levantan de su tumba a votar, cuanto más lo harán con las papeletas en blanco”

Asevera una vez más Saramago. “En la falsa democracia mundial, el ciudadano está a la deriva, sin la oportunidad de intervenir políticamente y cambiar el mundo. En la actualidad, somos seres impotentes ante las instituciones democráticas, los cuales ni siquiera podemos seguir de cerca”.

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