Enrique Martínez y Morales
En Saltillo existe una coincidencia asombrosa: en un tramo de apenas 70 metros de la calle Victoria nacieron, entre 1867 y 1889, siete saltillenses excepcionales. El historiador Javier Villarreal Lozano los bautizó como “Los 7 Magníficos” por su aporte al arte, a la literatura y a la política de México. Cada uno de estos personajes, que vivieron casi puerta con puerta, dejó una huella imborrable en la historia nacional.
El mayor fue Francisco de Paula Mendoza, nacido en 1867. Célebre pintor de batallas, estudió con José María Velasco y sus obras hoy adornan museos nacionales; curiosamente, la casa donde nació es hoy la oficina de correos de Saltillo. A pocos pasos nació en 1876 Federico González Garza, abogado y precursor de la Revolución que colaboró estrechamente con Francisco I. Madero y llegó a ser subsecretario de Gobernación, presidente del Senado y gobernador del Distrito Federal. Tras la Decena Trágica, se incorporó a la lucha contra Huerta.
En 1879 vino al mundo Vito Alessio Robles, militar e intelectual que tras luchar junto a Venustiano Carranza se consagró como historiador prolífico de la Revolución Mexicana y miembro de la Academia Mexicana de la Historia. Su hermano menor, Miguel Alessio Robles, nacido en 1884, también participó en la gesta revolucionaria y más tarde fue el Secretario de Industria, Comercio y Trabajo del gobierno de Álvaro Obregón; además, escribió la influyente Historia política de la Revolución Mexicana, dejando valioso testimonio de su época.
Ese mismo año de 1884, frente a la casa de los Alessio, nació Artemio de Valle Arizpe, quien sería un fino escritor de estampas virreinales y cronista oficial de la Ciudad de México, rescatando con pluma elegante las tradiciones tanto de la capital como de su Saltillo natal. En 1885 nació Roque González Garza, hermano de Federico, que llegaría a ser Presidente de México en 1915, en plena lucha revolucionaria, siendo hasta hoy el único saltillense que ha ocupado el cargo.
Por último, en 1889 vio la luz Julio Torri, el benjamín del grupo, abogado que se convertiría en un maestro de la literatura breve en México. Formó parte del Ateneo de la Juventud y se doctoró en Letras en la UNAM, casa de estudios que lo reconoció nombrando en su honor su Centro Cultural. Fue el fundador del Departamento de Bibliotecas de la SEP y el Premio Nacional de Cuento Breve lleva su nombre. Fue miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
Coincido con Ariel Gutiérrez quien, en su libro Calles y otros lugares del Saltillo antiguo, afirma que en esa pléyade le faltó a Don Javier incluir a José García Rodríguez, nacido en 1873 y vecino también de la calle Victoria, antes llamada Del Curato. Además de haber sido director del Ateneo Fuente, de la Escuela Normal de Coahuila y haber producido una extensa obra literaria, fue uno de los diputados de la XXII Legislatura del Congreso de Coahuila, esa que valientemente respaldó a Carranza y desconoció al usurpador Huerta.
Las trayectorias de estos ocho personajes asombran por sus logros trascendentales, por la diversidad de sus campos de acción y su origen común. De esa modesta calle surgió una constelación de talentos que brilló en distintos campos y cuya luz sigue iluminando a Saltillo, a Coahuila y a México.