sábado 21, septiembre, 2024

‘Libros para Cocinar’

(Las cenizas incendian los presentes de lo urgente. A un entrañable montaje)

Raúl Adalid Sainz

En 1999, Ignacio Escárcega, conformó un espectáculo que llegó hondo al espectador: «Libros para Cocinar», con temporadas en el Foro «López Mancera» de la ENAT y en el Teatro «El Galeón». Cinco obras cortas del contemporáneo realismo norteaméricano.

Enlazado el quinteto por medio de coreografías y canciones de Charly García. Los actores bailaban, cantaban y hacían los cambios de ropa a vista de público. La selección de textos la hizo el mismo Ignacio.

Obras cortas de jóvenes dramaturgos norteamericanos de la Universidad de Teatro de Kentucky. La premisa: la búsqueda del amor, la inútil perpetuación de éste y el miedo a encontrarlo, a vivirlo, la revancha catártica femenil al desdén del hombre.

El elenco estaba conformado por: Karina Gidi, Juan Carlos Vives, Mónica Huarte, Manuel Sevilla y Raúl Adalid. La música de piano en vivo ejecutada por Nacho Torres. La escenografía, espléndida de Arturo Nava, qepd. Vestuario correspondiente y sugerente de Ángeles Moreno. La fotografía fue de Jorge Carreón.

Hoy que Nacho Escárcega fue premiado por su espectáculo, «After Play», la memoria reclama los ecos de su magnífico trabajo de dirección en «Libros para Cocinar». Una rola recuerdo del espectáculo: «Tómalo con calma, la cosa es así, ya se hace de noche, me tengo que ir».

El tiempo habrá pasado, pero todo queda celosamente guardado en la bóveda de los tesoros que te conforman, que te hacen ser, y decir gracias siempre eternas mi querido Nacho. La obra cumplió más de cincuenta representaciones; develando placa el extraordinario director Ludwik Margules, qepd, y la querida, gran actriz, Angelina Peláez.

Tiempos en que el teatro vivía largas temporadas, y con todo y eso, creíamos que eran cortas. Quizá algunos recuerdan este delicioso montaje. Uno de sus principales promotores fue el maestro Héctor Mendoza, quien alegre, nos felicitó en el camerino.

No, nos la acabábamos, por lo que simbolizó para el teatro ese gran formador de actores, dramaturgo y gran director. Una época que parece murió, pero no, las cenizas incendian los presentes de lo urgente.

Nota: memoria escrita marzo del 2013.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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