sábado 27, abril, 2024

Laura Almela, una actriz que toda se da en un escenario

Historias de Actores

Raúl Adalid Sainz

Escuché la música que acompañaba la primera llamada de la obra, «El Corazón de la Materia», dirigida por Luis De Tavira. Era la hora de irse a entre cajas a esperar mi momento de entrada escénica. Pero había un deber, casi ritual que sucedía a la vez: Oír el monólogo de inicio (La Catástrofe) de mi compañera actriz Laura Almela.

Desde los ensayos veía como este portento de actriz se desgarraba poco a poco para llegar a emociones de un tremendo dolor. Vivir la tragedia personal del accidente infernal de Chernóbil en Ucrania. La pérdida de su marido y de su pequeña bebé Natalia.

«No sé de qué hablar: ¿De la muerte o del amor? ¿o es lo mismo? «, así comenzaba la tremenda confesión que «Ludmila» (Laura Almela) le hacía a una periodista interpretada por la actriz Marina de Tavira.

Noche a noche escuché, vi, trataba de atisbar los motivos, los resortes interiores que esta actriz tocaba para interpretar una sinfonía del alma de un personaje desgarrado. Función a función, Laura Almela daba la batalla interior, sí, así como su maestro y director Ludwig Margules decía que un actor debía vivir una representación escénica.

Ver, sentir a Laura, era ver plasmadas, todas aquellas lecciones de actuación que viví en El Foro de Teatro Contemporáneo, del director polaco Ludwig Margules.

Concentración, despertar la imagen inicial de vuelo, relajación, ir de una emoción a otra como cabalgándola, pulsar distintos planos de realidad que te afectaran, «tocarte», como decía Margules, ir al profundo calado de la emoción. Laura lo hacía con toda su sensibilidad, con una cualidad sorprendente de creer en la ficción, la vivía y se afectaba por ella.

Una hora antes de entrar a escena la veía concentrada afuera del teatro por la puerta de actores. En silencio. Despertando sus imágenes. Disponiéndose a dar la batalla interior de la función más importante para ella: La de ese día, simple y sencillamente porque es la de ese día. Así como el maestro Luis De Tavira lo dice y lo pide a sus actores.

Yo me pregunto a tres semanas de haber terminado, «El Corazón de la Materia», qué me dejó vivir por más de sesenta noches, escuchar a Laura Almela en su monólogo inicial de la obra. La grandeza recibida entre cajas, es difícil medirla en palabras. Como «Ludmila», el personaje de Laura, no sabría de qué hablar, o de qué escribir: «¿De la muerte o del amor? ¿o es lo mismo? Al rememorar esta sentencia, recuerdo la muerte de mi padre, al estar yo actuando en el momento de su deceso en mi natal Torreón Coahuila, «El Corazón de la Materia». La muerte y el amor. Fue la muerte y el amor de dar mi función de teatro en nombre de mi padre y de todo lo que me conforma en el lugar de mi origen.

A partir de ahí, las demás funciones escuchando el monólogo de Laura adquirieron otro tamiz emocional. Laura vivía con todas sus entrañas su monólogo y yo vivía mi propio parto de emociones que me alumbraban muchas cosas. Aún no podría definirlas, pero están ahí en los cuartos secretos del inconsciente y un día sé que se aparecerán.

Esa opertura descarnada, de aproximadamente veinticinco minutos, de la obra «El Corazón de la Materia», era acompañada en silencio compartido para Laura por la actriz Marina De Tavira. Extraordinarias ambas.

Yo al terminar este escrito, me quedo con muchas preguntas. Una narración-confesión, terrible, a una periodista, de una tragedia para el mundo, Chernobyl, y el dolor personal de «Ludmila», provocado por la soberbia humana. Eso era la escena de la catástrofe.

Aún me cuestiono en mi interior las palabras finales de «Ludmila» al recordar a su bebé muerta por el impacto radioactivo, y a su amado marido bombero lacerado por la radiación terrible. Ella cuidaba a su marido herido, él muere, «Ludmila» estaba embarazada, y al poco de nacer su niña muere salvando a su madre, el bebé recibió el impacto radioactivo.

Ludmila, en labios de Laura pronuncia:

«No sé, no sé, no hay manera de que me salga lo que quiero decir.

No con palabras…

Fui yo…

Yo la puse en riesgo. Yo la maté.

Ella me salvó. Mi niña me salvó.

Recibió todo el impacto radioactivo.

Se convirtió en el receptor de todo el impacto. Tan pequeñita. Ella me salvó y yo… yo los amaba a los dos…

¿Cómo?

¿Cómo se puede matar con el amor?

Juntos.

Tan juntos, el amor y la muerte.

¿Quién me lo podría explicar?».

Un día espero esclarecerme qué viví al ver noche a noche a esta actriz. Sí me sé decir que muchas veces mojé mis pupilas en el dolor de sentir el amor pleno, total, en vestigios empapados de la muerte. Sí, quizá querida Laura, el amor y la muerte son lo mismo. ¿Quién nos lo podría explicar?

Lo que sí digo con certeza es que Laura Almela es una actriz que se da toda por entero en un escenario.

PD: Como dato a agregar: Una tarde Laura supo que la actriz, Rosa María Bianchi, iba a ir a la obra, «El Corazón de la Materia». Se puso nerviosa. Laura Almela considera a esta gran actriz, su mentora, su gran maestra.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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