Las costumbres nos reconcilian con todo.
Edmund Burke
Jesús M. Moreno Mejía
Las tradicionales Posadas Mexicanas han venido a menos en tiempos actuales (tal como deberían ser, sobre todo acá en el norte del país), pues se ha ido perdiendo la esencia de esa tradicional costumbre centenaria, iniciada por sacerdotes españoles en su tarea de evangelización de los indígenas en tiempos de la conquista española.
Las Posadas originales vinieron a suplir las festividades mexicas que se celebraban en honor al advenimiento de Huitzilopochtli, dios de la guerra en la época precolombina, cuyos rituales eran llamados Panquetzaliztli a realizarse en los días comprendidos del 16 al 26 de diciembre.
Los frailes españoles convirtieron dichas festividades en el recuerdo del peregrinar de la Virgen María y San José de Nazaret a Belén, donde se dio el nacimiento de Jesús y en cuyo trayecto sufrieron las penurias de no encontrar alojamiento, para finalmente dar a luz en una cueva o gruta donde guardaban animales, colocando al Niño Dios en un pesebre.
Habrá quien opine que los tiempos de hoy son modernos y no se requiere de costumbres ya pasadas, sin embargo, no es pretexto para seguirlas recordando tal como fueron, pues son parte de nuestra esencia mexicana, y lo que ahora se le llama posadas, son un simple festejo para comer, beber y simplemente divertirse, pero tampoco sugerimos que las tradiciones sean una práctica obligatoria, ni que se organicen festejos prenavideños, pero sí darle a cada cosa el nombre valor que le corresponde.
Las tradicionales Posadas Mexicanas se llevan a cabo del 16 al 24 de diciembre, e incluyen cánticos religiosos, también llamados villancicos, luces en faroles o series eléctricas, comida y rezo para los que así lo deseen, piñatas, dulces y juegos infantiles, buñuelos, ponches y antojitos; al gusto de cada quien.
Se trata de imprimir la identidad mexicana a una tradición centenaria en nuestra mente y corazón, que sirva para estrechar los lazos familiares, de amistades y en ocasiones de los vecinos que participen en las posadas. En tiempos de la conquista española se extendieron las posadas cristianas a lugares que hoy conocemos como Guatemala, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua y Panamá.
Porque las fiestas prenavideñas sólo se acostumbran en los países latinos, ya sean las tradicionales, o las no religiosas, pues de acuerdo a las costumbres de nuestros vecinos del norte, para ellos el festejo se centra en la Cena de Navidad el 24 de diciembre, y nada más.
Tienen su Santa Claus para los niños, quien toma nota de lo que cada pequeño desea recibir la madrugada del 25 de diciembre, como en Europa tienen a San Nicolás, convertido hoy en Santa Claus, pero también en Papá Noel (Francia), Sinterklas (Holanda), Mikulas (Hungría), etcétera.
Fue en la Edad Media donde se empezó a celebrar primero a San Nicolás, originario de una ciudad griega que hoy pertenece a Turquía, quien daba dinero a los pobres y más tarde regalos a los niños que habían sido buenos durante todo el año.
Pero en Holanda (oficialmente Países Bajos) Sinterklas figuró durante mucho tiempo como el hombre del saco que llegaba procedente de España; una figura que repartía dulces a los niños buenos, pero aterraba a los más traviesos con su vara de castigos o dejando trozos de carbón como regalo.
Se dice que tras la rebelión de Holanda contra la dominación española (llamada la Guerra de los Ochenta Años), los predicadores calvinistas intentaron eliminar la festividad de San Nicolás, pues la tildaban de ser una superstición católica que incitaba al consumismo, dando nacimiento a la figura de Sinterklas, que también tuvo su evolución; sus festejos se inician desde el 5 de diciembre con un recorrido del personaje por las principales ciudades, acompañado de sus singulares pajes, destacando uno de piel negra, exhibiendo durante el trayecto muchos regalos que entregará la noche del 24 de diciembre y los niños abrirán el día 25 por la mañana.
Como se verá, cada país tiene su costumbre y la conserva tal como lo establece la tradición. Muy respetable en cada caso.
¡Hasta la próxima!







