viernes 22, noviembre, 2024

LA SOLTERA GODÍNEZ

Adiós al primer amor

Daniella Giacomán

Hace unos días entendí que el primer amor es como lo describen: no se olvida, se disfruta al recordar, se llora, se goza, se lleva tatuado en el alma.

De una manera inexplicable sonríes al recordar momentos felices y también por aquellas anécdotas agridulces porque ahora sabes que ambos eran jóvenes e inexpertos, que apenas aprendían a vivir.

La importancia del primer amor en mi vida radica en muchas cosas. Seguramente hay quienes dirán que es igual para todas las personas, pero no, solo quienes tenemos una condición distinta, sabemos que hay cosas que representan mucho para nosotros. 

Omar Guerrero Fraire, echó abajo ese temor adolescente de nunca recibir un beso, por ser «diferente».

Lo hizo en la esquina de mi casa, un día que volvíamos de un partido de futbol. Solamente pasó y fue hermoso. Con ello supe que podía besar y lo bien que se siente.

Me pidió que fuera su novia, convivió con mi familia cuando aún vivíamos todos en la casa de Paseo de Soledad, en Torreón.

Fue el primero en tomarme la mano, en decir «Te amo», en caminar conmigo de la mano y regalarme momentos muy especiales. 

No había reparado en todas esas vivencias hasta hace unos días cuando los recuerdos empezaron a llegar uno a uno. 

Como aquella vez que me acompañó a un concierto de Celso Piña en La Fe Music Hall, en Torreón. Eran mis pininos en la reporteada de espectáculos y confieso que me ganó el miedo porque no conocía mucho su música.

Sentir el apoyo de Omar me hizo fuerte para entrevistar a Celso, yo hice algunas preguntas y él otras. En aquellos tiempos no había grabadora, menos celular para respaldar el audio, así que anoté todo en la libreta. Nunca olvidaré su rostro de felicidad cuando Celso le dio un abrazo y le dijo que esperaba verlo de nuevo.

Omar conoció bien a mi familia, a mis padres, a mis hermanas, a mis amigos más cercanos, convivimos mucho en pareja con los amigos de ambos. Disfrutamos muchos momentos juntos.  

No solo fuimos pareja en 1999, también durante algunas épocas durante diez años aproximadamente y después nos convertimos en amigos, en confidentes.

A Omar le tocó conocer los cambios en mi cara. La primera cirugía mayor, la ortognática donde, entre algunas cosas, nivelaron ambas mandíbulas.  

Y por supuesto, la última, la de reanimación facial. Alguna vez pensé qué pasaría por su mente cuando me viera, ¿seguiría siendo la misma Daniella de 20 años que él conoció?, ¿cómo sería su percepción sobre mÍ?, ¿habrá sentido alguna vez que de verdad lo quise mucho?

Es imposible no escuchar «Lost in love» de Air Supply, cerrar los ojos y recordar cuando fuimos a verlos al Auditorio Municipal en el 2000.  O cada vez que iba a casa, apenas me subía a su carro y se escuchaba en el stereo «More than words» de Extreme. 

Sí, eran tiempos bonitos de mucha ilusión, pero no solo nos quedamos en eso. Nosotros crecimos y también cambió la relación.

Nos enfocamos en nuestro trabajo, nos olvidamos un tiempo, pero sabíamos que podíamos encontrarnos en cualquier momento.

De tener 20 y 24 años, llegamos a los 44 y 48 años. Cada quien con una vida hecha, con aciertos y errores, cambios de pareja, de trabajos, de ciudad, Pero segura estoy que había un profundo cariño por lo compartido.

Omar, una de las personas más nobles que conocí, falleció el pasado sábado por complicaciones de salud. No fui a misa, ni al velorio, porque me enteré después. Así que solo me queda recordarlo, agradecerle lo que compartimos juntos y seguir mi camino. 

Gracias, Omar por tu vida. Que tengas mucha luz donde quiera que estés.

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