«Historias de Actores»
Raúl Adalid Sainz
Pasan las imágenes de lo vivido a mucha velocidad. Es como una película de todos mis tiempos.
Este pasado 25 de marzo de 2019, nació, el como llamo, mi niño literario, «Historias de Actores» (un recorrido por el mundo teatral y cinematográfico.)
Algo soñaba idealmente para esa noche: que se convirtiera en una fiesta teatral y cinematográfica. Que se juntaran mis compañeros de diversas obras de teatro y de mis películas. Verlos. Juntarlos. Ver a mis amigos de toda la vida. Sentir ecos de otros tiempos en un aquí y ahora. Dedicarles la velada. Intentar con las lecturas interpretadas del libro que se descorrieran distintos telones, que se apagaran las luces de la sala y una película apareciera en la pantalla.
Todo el sueño fue pequeño de acuerdo a lo que fue la onírica y bella tertulia del 25 de marzo. Fue la noche de los actores. De mis actores, directores de teatro, dramaturgos y escenógrafos queridos, de algunos mis cineastas, de mis amores, de mis amigos de toda la vida.
Aún siento los nervios de la presentación. Aún me parece ver los rostros de tanta audiencia conocida. Me parece oír la voz del maestro De Tavira leyendo el prólogo que regaló a mi libro. Se me asemeja oír la maravillosa interpretación a mis textos que hizo Chema De Tavira. Recuerdo el silencio, las risas, la respuesta cómplice y cariñosa de nuestro público.
Actrices, actores, directores, dramaturgos, cineastas, con los cuales charlé recreándolos por medio de las letras y de repente se me aparecieron. Una impresión hermosa, un espejo de todos mis tiempos.
Ver a un Jorge Monter, compañero actor de «Tartufo», dirigida por José Luis Ibáñez; desde 1982 no lo veía. Saber que se volvían a ver el director escénico Nacho Escárcega y el actor Edgar Alexen, compañeros de «Lulú», dirigida por Gustavo Torres Cuesta. Ver al histrión Carlos Aguilar, cófrade de mi tiempo de Zarzuelas. Ver a mi queridísima actriz Tina French, compañera de la obra «El Vuelo», dirigida por el gran ruso Hebert Darien. Ver a mi querida Ana Silvia Garza, compañera de pastorela en la dirección de José Luis Cruz. Ver después de 25 años a mi querido amigo de «Fugitivos», el querido Uriel Bravo, ver a la «Coco» Miranda, compañera de esa misma obra, autoría del gran dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, dirigida por Raúl Zermeño. La querida Margarita Carrillo, Cristina Michaus.
Ver a mi gran Many Sevilla, compañero de «Libros para Cocinar». Mis queridos carnales laguneros: Jorge de los Reyes, Leo Cohen, José Juan Meraz, el entrañable Rubén Castillo, queridos andantes en «Los Endebles», de dirección de Boris Shoemann. Ver a mi estimado actor Alberto Estrella, compañero de aventura con el director Manuel Montoro en «Escuadra hacia la Muerte».
El buen Ricardo Ezquerra, actor en aquella etapa maravillosa teatral con el grupo «Seña y Verbo». Ver las bellezas sublimes de Marina De Tavira y Blanca Guerra, compañeras actrices en «La Expulsión», dirigida por Luis De Tavira. Ver a mi admirado actor Emilio Echevarría, compañero de la misma obra. Su hija, la actriz Lourdes Echevarría. Las presencias entrañables de los actores Tizoc Arroyo, Licha Martínez, compañeros del «Panfleto del Rey y su Lacayo» y de mi querido dramaturgo sonorense Cutberto López, autor de la obra. Gracias Cut, por venir desde Hermosillo.
Mis queridos «Pequeños Zorros», ese inolvidable montaje de Luis De Tavira, ahí estuvieron en la presencia de ese montaje, mis queridos actores: Yulenni Perez Verti, Rodolfo Guerrero y el maestro Alejandro Luna, gloria de nuestro teatro mexicano. El recuerdo de «La controversia de Valladolid», dirigida por Rosa Marta Fernández, y mis queridos Farnesio de Bernal, Gastón Melo, y Luis Domingo González presentes.
La gente joven, con los chavos actores, Jeovanni Sánchez y Alexis Lechuga, de la querida obra teatral: «El Corazón de la Materia», dirigida por Luis De Tavira.
Mi gente querida de cine: el Director Jaime Ruiz Ibáñez, Guadalupe Ortega, Juan Pablo Cortés, Toño Hernández, los guionistas cinematográficos, Xavier Robles, Tonatiuh, las queridas actrices Marta Navarro, Arcelia Ramírez, Adriana Roel, Pilar Padilla, Sandra Sánchez Cantú, mi querida amiga, gran delegada de cine de la ANDA, mi entrañable Dulce Angélica y el gran señorón actor Manuel Ojeda.
El lagunero actor Paquito De la Fuente. Mi compañero del ingenio Alejandro Cuetara. Mi general Alejandro Navarrete. La bonhomía del productor Héctor Paredes. El cariño de Leonardo Alonso, Arthur Ezequiel Cárdenas, Jorge Richards. Gracias también a la familia del gran director teatral Julio Castillo por estar conmigo; el actor Juan Cristóbal Castillo y la actriz Heleanne. Gracias también al productor televisivo, el talentoso Aquiles Castañeda. Gracias a mi compañera actriz de la Facultad de teatro de la UNAM, Elia Domenzain.
Una representante hubo de aquel teatro lagunero setentero de mi Torreón: la querida Sonia Salum, actriz, y que tanto hizo por mi comarca durante su gestión cultural municipal. Gracias al escritor grande de nuestra literatura, Felipe Garrido por su presencia.
Actrices, actores, mi gente, los anhelos, mis compañeros de juego, cófrades de patria llamada: La ficción. A todos ustedes, y a quienes escapan de mi memoria: Gracias por hacerme tan feliz.
Todo este sueño narrado fue posible gracias a la Directora de Casting, y esposa mía, la gran Elvira Richards. Organizadora de la presentación en Casa de Coahuila. Gracias Jorge García Lizárraga por todas tus atenciones brindadas en esa casa de los coahuilenses en México.
Gracias a mis madrinas: Sofía García Camil, Directora de Cultura de Coahuila, por la edición de este libro. A Lupita Richards por ser un ángel para la consecución de este sueño.
A mi amigo del alma Oscar Sánchez López por viajar desde Oaxaca para compartir este momento de vida.
Gracias a todos por haber vivido esa noche espléndida que me regalaron. El 25 de marzo de 2019 en la Ciudad de México vivirá en los pasillos más sagrados de mi memoria. Al final de cuentas «Historias de Actores», es el teatro de la memoria; y ahí toda fantasía es posible.
Nota presente: Este escrito fue hecho en marzo del 2019, hoy lo recuerdo, porque al paso de los años, uno reconoce los enormes privilegios de estar vivos. Que a veces Dios, la vida, te regala un presente con listones multicolores. Uno sólo puede decir: ¡Gracias!
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan