Federico Berrueto
Los dos extremos del espectro político, oposición y oficialismo, han hecho de la conclusión de las elecciones de las siguientes semanas arranque para las definiciones hacia los comicios de 2024. El 27 de abril, el presidente de la República, acompañado de los cuatro aspirantes de su partido y en presencia de los senadores afines señaló que después de junio 4 se iniciaría el final del proceso sucesorio para que entre julio y agosto hubiera definición de candidata o candidato presidencial.
Por su parte, en la oposición se resolvió que el PRI tuviera mano en las dos elecciones en proceso y el PAN la tendría en la Ciudad de México y Presidencia de la República. El compromiso corrió a cuenta de Alejandro Moreno, lo que hace imposible cumplirlo. La expectativa de triunfo en el Estado de México fue la principal razón de tal concesión por el PAN; la derrota allí revelaría el error de cálculo de Marko Cortés. La oposición pasará un momento muy difícil y no se excluye que el PRI de Alejandro Moreno, pasados los comicios ponga en la mesa romper con la alianza opositora, especialmente si el PAN no construye un acuerdo que satisfaga a ambas partes.
En Morena, la intervención presidencial conjuró las posibilidades de fractura. Aunque adelantar las fechas obligó a los tres funcionarios de gobierno a acelerar su actividad política con miras a la sucesión y, con ello, a que se recrudecieran los escarceos entre Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum. Aun así, es difícil se presente un escenario de ruptura, a pesar de la dificultad de integración en el próximo gobierno del canciller Ebrard. El presidente sabe que cuenta con la lealtad de Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López para cualquier solución o salida, y la postura de Ricardo Monreal revela un entendimiento con el presidente.
El PT y PVEM serán objeto de recriminación por el resultado adverso en Coahuila. No correrá la sangre al río y las negociaciones se retomarán con normalidad. No es difícil que ambos partidos insistan en sus aspirantes de candidatos presidenciales, Gerardo Fernández Noroña, y Manuel Velasco, respectivamente. El interés del presidente por la candidatura común resolvería el asunto y el acuerdo se centraría en la definición de candidaturas a legislador y quizás de gobernador en algún estado que no esté en las prioridades de Morena. Esto no conjuraría el riesgo mayor que puedan perder el registro al no alcanzar 3% de los votos. Habrán de tener presente que AMLO ganó con 53% de los votos y el PT y PES no lograron el mínimo legal.
Por su parte, Movimiento Ciudadano deberá definir si ratifica su determinación de irse solo a las elecciones federales o sumarse al bloque opositor. El mayor objetivo de MC es maximizar su presencia legislativa y mantener sus territorios, significativamente la gubernatura de Jalisco y sus enclaves en varios estados del occidente, Nuevo León y Campeche. Ir solo lo expone. Si tuviera un candidato presidencial de peso como Colosio, Ebrard o Monreal se podrían cumplir los objetivos. Es difícil que cualquiera de los tres opte por una candidatura opositora sin alianza. Ir solo y con un candidato presidencial de bajo perfil puede llevarlo a 5% de los votos, perder la elección de gobernador de Jalisco y en otros lugares. Un serio dilema para Dante Delgado.
En el PRI, Beatriz Paredes ha ido ganando terreno dentro y fuera del tricolor. Por su parte, Ángel Gurría construye alianzas sólidas más allá del partido. Enrique de la Madrid persiste como opción. El PRI puede optar por cualquiera de los tres como carta ante el PAN, PRD y las organizaciones ciudadanas; el problema es Alejandro Moreno quien pretende disputar a los tres la aspiración. Por su parte, Rubén Moreira definiría las candidaturas al Senado y a la Cámara de Diputados, lo que significa que Morena sí tendría la posibilidad de cambiar la Constitución en la próxima legislatura, como ocurrió con la reforma al transitorio que permitió prolongar el uso de las fuerzas armadas regulares en tareas de seguridad pública. Por encima de todo, la oposición deberá entender que la contienda se centra en la elección de diputados de mayoría relativa y para ello se requiere coalición total o parcial. Habrá mucho por negociar después del domingo 4 de junio.