martes 8, octubre, 2024

La cultura de la cancelación en redes sociales: La Censura Digital y su controversia

Ana Carmen Aguilera

La era digital ha traído consigo una nueva forma de expresión social y censura: la cultura de la cancelación. Lo que llegó como una herramienta para abogar por la justicia social escaló a un fenómeno con más complejidad que nos hace plantearnos preguntas fundamentales acerca de la libertad de expresión y el impacto que tienen hoy en día las redes sociales.

La cultura de la cancelación en redes sociales tiene la necesidad de señalar y castigar comportamientos, discursos o acciones considerados perjudiciales para la sociedad. Se ha convertido en un mecanismo a través del cual los usuarios pueden expresar su desaprobación ante algún acontecimiento y exigir la responsabilidad de los actos a todos aquellos “Influencers” o personas públicas que, por circunstancias sociales, familiares, artísticas, deportivas, o bien, personas que han difundido hechos y acontecimientos de su vida privada y que tengan una proyección notoria en la comunidad.

Con más de 3.8 billones de usuarios, las redes sociales se han vuelto una parte fundamental en la vida de muchas personas y han impactado de maneras inimaginables en la población, han impactado desde la manera en cómo se manejan los negocios, la publicidad, e incluso, la política.

El “cancelar” o “funar” a una figura pública se centra principalmente en retirar el apoyo o, como su nombre lo dice, “cancelar” a una persona, es un tipo de Bullying grupal (ya que son muchas las personas que se ponen de acuerdo para atacar o descalificar los puntos de vista de algún individuo o empresa) que deja a las personas o empresas señaladas sin la posibilidad de enmendar o arreglar sus acciones, dejándolas sumergidas en un charco de odio público.

Uno de los casos más conocidos fue el del youtuber enfocado en maquillajes y belleza, James Charles, quien perdió más de 3 millones de seguidores en cuestión de días como consecuencia de actos como: la controversial polémica donde  la modelo Gage Gomez  publicó un video en el que asegura que James Charles le presionó para mantener relaciones con él en el año de 2019 durante Coachela; los rumores que aseguraban que Charles acosó al cantante canadiense Shawn Mendes durante la Met Gala del mismo año: o la ocasión donde el youtuber fue criticado por un tweet sobre un viaje a África donde se leía “no me puedo creer que vaya a África hoy, OMG y si contraigo el ébola». Gracias a estos actos, el influencer y youtuber fue “cancelado” en las redes sociales haciéndole perder prestigio e incluso fue suspendido en la plataforma de Youtube en el año 2021 por las acusaciones de acoso a menores, evitando que su contenido sea monetizado, no se beneficie de oportunidades de patrocinio y publicidad, además de que la compañía de cosmética Morphe renunciara al acuerdo de asociación con el youtuber con respecto a la línea de productos que llevaban su nombre.

La cultura de la cancelación ha generado debates sobre si se ha convertido en una forma de censura digital. La línea entre la rendición de cuentas y la restricción de la libertad de expresión es delgada. Explorar cómo esta cultura puede coexistir con el respeto a la diversidad de opiniones es esencial para garantizar un entorno en línea saludable y abierto.

A medida que la cultura de la cancelación crece, también surgen contracorrientes que buscan contrarrestar sus efectos negativos. Algunas plataformas están reconsiderando sus políticas de moderación, y los usuarios están adoptando enfoques más constructivos para abogar por el cambio social sin recurrir a la cancelación extrema.

Conforme navegamos por este espacio digital, es crucial considerar cómo podemos fomentar la rendición de cuentas sin comprometer la esencia misma de la libertad de expresión, encontrando un equilibrio que promueva un diálogo respetuoso y constructivo en la era digital.

La rapidez con la que las críticas pueden transformarse en condenas masivas subraya la necesidad de un enfoque más reflexivo y equilibrado. La libertad de expresión, aunque a veces desafiante, es fundamental para una sociedad saludable y diversa. La cancelación, cuando se utiliza de manera desproporcionada, puede amenazar esta libertad, silenciando voces y desalentando el intercambio de ideas.

En lugar de ser agentes de la cancelación, deberíamos aspirar a convertirnos en defensores de la responsabilidad digital y la empatía en línea. La construcción de puentes entre puntos de vista divergentes es crucial para forjar una sociedad más inclusiva. En lugar de simplemente «cancelar» a aquellos con los que no estamos de acuerdo, podríamos buscar entendimiento, educación y diálogo respetuoso.

La cultura de la cancelación en redes sociales es un reflejo de nuestras luchas y triunfos en la era digital. Al cerrar esta reflexión, instamos a la comunidad en línea a considerar el impacto duradero de nuestras interacciones y a cultivar un entorno donde la rendición de cuentas coexista con el respeto mutuo. La verdadera transformación social no proviene solo de la cancelación, sino de la capacidad de aprender, crecer y comprendernos unos a otros en esta era digital.

-Más contenido en la Revista ‘Metrópolis’: https://www.calameo.com/read/007426192ec1cce3a7911

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