Raúl Adalid Sainz
José Caballero apareció en mi memoria como duende travieso. La primera obra que vi bajo su dirección fue: «La Opera de Tres Centavos», de Bertolt Brecht, año 1986, en los bajos fondos del sótano del «Teatro de Arquitectura» en la UNAM.
Recuerdo una tarima central donde sucedían las acciones, y otra lateral situada para la orquesta. La obra comenzaba con música y siempre era un factor que comentaba la historia, tenía una función crítica, un elemento distanciador para la toma de conciencia por parte del espectador.
Aquel espectáculo era como de cabaret alemán de los años veinte y treinta del siglo pasado: luces difusas, una atmósfera misteriosa, actores entre el público que cantaban y bailaban. «El Organón», de Brecht, y sus preceptos de concepción de tratado escénico, se visualizaban festivamente en aquella puesta en escena de Pepe.
La obra era el examen de titulación de una de las brillantes generaciones del «Centro Universitario de Teatro». Recuerdo a Manuel Poncelis, Claudia Lobo, Rodolfo Arias, Alfonso Bravo, Alejandro Reza, eran varios, pero la información del disco duro no da para más.
Este es un ejercicio de memoria a bote pronto, pido disculpas. Un bellísimo y lúdico trabajo. Al final, los actores invitaban al público a bailar y aquello terminaba en una bella fiesta de celebración teatral.
Por cierto, recuerdo que salí con la tonada de «Mack the Knife» pegada al oído, y me fui con ella tarareándola hasta mi casa. Iba contento, y deseando un día ser dirigido por uno de los mejores directores que ha dado este país.
He sido compañero actor de Pepe, en dos obras de teatro: «La Expulsión», y «El Corazón de la Materia», ambas dirigidas por Luis De Tavira. Un gran y solidario compa de trabajo. Inmenso amante del teatro, con hondos conocimientos, espléndido director de actores, su gramática teatral proviene de su querido mentor Héctor Mendoza, pero José ha hecho sus propios modos de elaborar el hecho teatral.
Su dirección de las seis obras de Luisa Josefina Hernández, de la saga teatral «Los Grandes Muertos», eran la significación maravillosa de quién es José Caballero. De lo mejor que he visto en el teatro contemporáneo en México. Dios me permita vivir un día su dirección. Ésta fue sólo una estampa de uno de nuestros grandes creadores de nuestro teatro. José vive en mi libro «Historias de Actores», en una entrevista- charla que tuvimos en Guadalajara, donde José me contaba parte del camino teatral recorrido. Una pasión teatral esa plática.
Un gran abrazo al gran y querido Pepe.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan