jueves 21, noviembre, 2024

La Columna

Luis Alberto Vázquez Álvarez

UNIDIMENSIONALIDAD NUCLEAR

En 1947, en plena guerra fría, cuando las amenazas de conflictos entre el primer mundo capitalista y el mundo comunista se agriaban y se amenazaban mutuamente con una catástrofe nuclear, se inventó la idea del reloj del “Apocalipsis” o de “El Juicio Final” y por cada desencuentro entre naciones con armas nucleares o cataclismos creados por los humanos, simula acercarse a las doce, donde la medianoche representa la «destrucción total y catastrófica» de la humanidad.

En 1964 el filósofo Herbert Marcuse escribió su obra “El Hombre unidimensional”, un análisis de las sociedades capitalistas que, bajo un disfraz pseudodemocrático, esconden una estructura totalitaria, plutocrática, basada en la explotación del hombre por el hombre bajo el pretexto de conquistar el progreso tecnológico que incluye el desarrollo armamentista y así mantener cierto equilibrio por el miedo a una guerra nuclear; es decir, que incluía al mismo tiempo una intimidación, un freno de una confrontación bélica entre las dos grandes potencias del momento y sus aliados. Ello les permitía amparar sus dominios en la porción del mundo que cada una avasallaba; enfrascándose en guerras regionales con armas, si bien modernas y de destrucción masiva, limitadas a unos cuantos miles, jamás a millones de seres humanos como las bombas atómicas.

Cada año, o incluso antes, si las condiciones geopolíticas lo exigen, se mueven esas manecillas que ya contienen minutos y segundos; se acercan o retiran de la medianoche y vislumbran el terror a una hecatombe cada vez más terrorífica. El 24 de enero de 2024 se realizó un nuevo ajuste al reloj. Con la guerra de Rusia-Ucrania quedó a las 11:58:30; fue la primera vez, desde su creación, que se ubicó a 90 segundos para la medianoche. Ello incluyó varias amenazas, entre las cuales las principales son el cambio climático, la posibilidad de nuevas enfermedades, como el covid-19, y el colapso económico y social.

Una vez más surge la teoría antropo-filosófica de Marcuse: “El individuo unidimensional se caracteriza por su delirio persecutivo, su paranoia interiorizada por medio de los sistemas de comunicación masivos. Es discutible hasta la misma noción de alienación porque este hombre unidimensional carece de una dimensión capaz de exigir y de gozar cualquier progreso de su espíritu. Para él, la autonomía y la espontaneidad no tienen sentido en su mundo prefabricado de prejuicios y de opiniones preconcebidas”.
Ciertamente, los sistemas mercantilistas que hacen funcionar la unidimensionalidad utilitarista de los gobiernos de las grandes potencias (hoy todas capitalistas, desde Estados Unidos, Unión Europea, Rusia y China; =solamente los ridículos ignorantes creen que aún existen comunistas=), coartan las facultades humanas que permitirían fortalecer una conciencia reflexiva, así como la voluntad que pugna por la vida, la libertad y el humanismo. Todos los estándares nacionalistas se enfocan en hacer crecer los capitales, aplicando instrumentos de dominación y logrando instalarse en todos los niveles de su vida privada basada en la repetición sistemática de conductas mediadas por el consumismo desmedido, la servidumbre y pérdida de la conciencia social; cada día más nos volvemos insensibles e incapaces de distinguir una condición de dominación económica sobre una autonomía basada en el creer en el otro y su magnanimidad como seres únicos, irrepetibles y trascendentes.
Los descendientes de Abraham, lo mismo los de Ismael que los de Isaac, están llevando al reloj a un segundo antes de las doce; Ni las voces de Agar, ni los gritos de Sarah impedirán que estos fratricidas acaben con el resto de la humanidad, Israel pide armas nucleares a USA que siempre está dispuesta a usarlas lejos de su jardín; Irán ya las posee.

Los medios de comunicación en su inmensa mayoría corruptos, vendidos al mejor postor, publicando exclusivamente lo que a sus interesen convenga, desde ideologías pragmáticas hasta batallas que se ganan mediáticamente en imágenes; aunque la realidad sea radicalmente opuesta a lo que se informa, inflaman más los ánimos de los que, aún a distancias enormes, necesitan en su enferma belicosidad, apoyar para generar más beligerancia, ya sea mundial o doméstica, lo importante es provocar caos.

Ojalá y escucháramos la voz de Francisco, emitida justamente en Mosul, corazón de esta tragedia que pretende destruir a todos: “La fraternidad es más fuerte que el fratricidio”

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