Raúl Adalid Sainz
Fui a ver la película “La Civil”, y viví un periplo a un submundo atroz de nuestra cotidianidad mexicana.
Película situada en un lugar cualquiera del norte de México en la ficción. La película fue rodada en un pueblo de Durango. El lugar es lo de menos. Simboliza el microcosmos de la realidad de nuestro país, azotado por la sombra gigante del narcotráfico y el horror que siembran los cárteles en nuestra población.
Pueblos y ciudades presos del horror de asesinatos, desapariciones, secuestro, y la indefensión ante la amenaza, por otro lado la mirada ciega e indolente de nuestro aparato judicial y policiaco.
La película posa su mirada en el personaje de “Cielo”, quien sufre el secuestro de su adolescente hija «Laura».
Ni el pago del rescate le devuelve a su hija. Obtiene oídos sordos de las autoridades policiacas y decide por cuenta propia investigar el paradero de su hija. Es madre abandonada de marido y se mantiene con escasa ayuda que le otorga el mismo. En su desesperación acude a los militares que preservan la «seguridad» del lugar, y uno de ellos se conduele y ofrece ayuda para encontrar a la desaparecida muchacha.
Esta sería la anécdota de la película que nos lleva a un viaje por el horror de estos acontecimientos. Donde la amoralidad, el callar por miedo, hace que el infierno dantesco que se vive se tome como una costumbre, donde es mejor callar. La valentía de “Cielo”, por encontrar a su hija, está inspirado en hechos reales. La directora belga Teodora Mihai, se inspiró en la vida de Miriam Rodríguez, madre que en Tamaulipas perdió a su hija por secuestro, desaparición y muerte. Ella se da a la búsqueda de su hija. “Cuando despierto no sé si matar o morir”, esto le dijo Miriam a la directora cuando tomaba sus testimonios para construir en primera instancia un documental sobre el hecho de vida. En el año 2015, Miriam es asesinada. El hecho llevó a la directora a denunciar la situación, pero era riesgoso, así que decidió construir lo anterior en una ficción y llevarla a un largometraje inspirado en la atroz situación vivida por Miriam.
La película posee esa fuerza narrativa llevada al lenguaje cinematográfico. La cinta no deja respirar al espectador, pero a la vez, uno como público, ejerce la conmoción de lo observado, y comienzas a concientizar una realidad presente en nuestro país. La desgastada palabra inseguridad, gastada por lo constante, y terrible porque nadie hace nada.
Era tan fuerte lo que observaba que hasta tiempo después, reparé en los aciertos de los elementos cinematográficos puestos en juego para contar esta historia. Un guion potente, con años de investigación por parte de la misma directora Teodora Mihai, y Habacuc Antonio De Rosario. La fotografía de Marius Panduru, es espléndida, cámara en mano la mayor parte del tiempo. Se convierte en una extensión del alma y emocionalidad trastocada de la protagonista madre “Cielo”.
Es una película valiente, inteligente, de denuncia y de búsqueda urgente de foros de expresión entre estudiantes, de confrontar la cinta con autoridades para una real solución al respecto.
Aunque parezca por desgracia un absurdo. Una película que deberían ver los rabiosos de poder políticos en busca de su humanización. ¿Cuándo, cómo y por qué surgieron estos demonios sin piedad que son parte de los distintos cárteles? El hambre, la miseria, la amoralidad, descomposición social, la ignorancia y la falta de oportunidades reales de crecimiento en trabajo, estudios, y un futuro esperanzador, tienen la respuesta a este monstruo que creció y creció.
Ahora bien esta película no se sostendría sin el eficaz talento inmenso de la actriz Arcelia Ramírez.
Una sensibilidad magnánima para entregarse a un papel muy exigente. Arcelia posee verosimilitud, cree y mucho en las distintas situaciones a interpretar, se interrelaciona veraz y lógicamente con ellas, entiende perfectamente a su personaje y lo lleva a la vías interpretativas.
Construye un mundo interior vasto. Sus silencios, miradas, revelan el alma del personaje. Se conecta con los distintos caracteres con los que interactúa. Un portento de trabajo. Por algo el público de Cannes le dio una ovación de ocho minutos en la presentación de la película. Por cierto, la cinta fue ganadora en la sección “La Otra Mirada”, a óperas primas participantes. Platicar con Arcelia a este respecto, de cómo construyó su personaje, debe ser toda una aventura y una lección del arte de la interpretación. Como es en este caso.
El resto del elenco muy sólido y brillante en el viaje activo y de compañía, al infierno que vivirá “Cielo”. Magnífico el buen quehacer actoral de Álvaro Guerrero, como el marido, de Eligio Meléndez, como solapador activo de muertes y secuestros, de Jorge A Jiménez, como el militar que se compadece de “Cielo”, de la hija, interpretada por Ayelen Muzo, y el “Puma”, inclemente secuestrador y asesino, ejecutado por el actor Daniel García. Muy bien todo el elenco. Muchos de ellos actores de Durango, de Torreón y de algunos pueblitos. Gran labor de casting de la directora, Viridiana Olvera. Felicidades por su actuación a mi querido paisano Arturo Vázquez Domínguez.
Ojalá la pudiera ver mucha gente. El cine mexicano no es únicamente la oferta de las distintas plataformas. Existen trabajos impecables, de talento y riqueza cinematográfica, como es el caso de “La Civil”. Mi enhorabuena para todo el equipo de la película. Nunca será suficiente el esfuerzo por señalar con valentía y eficacia los hechos tan dolorosos que vivimos. Clamamos porque en verdad tengan urgente y necesaria reflexión. Ojalá esta película sea tomada por sus realizadores y la lleven a preparatorias, universidades, foros diversos de discusión, que tenga una real repercusión hacia la reflexión y creación de mejores seres humanos.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan