sábado 7, septiembre, 2024

Jorge Méndez en ‘Memorias del Teatro Mayrán’ (hoy ‘Garibay’ en Torreón)

Raúl Adalid Sainz

Allá por 1980, llegó a Torreón Jorge Méndez Garza. Venía de cursar sus estudios teatrales de «Literatura Dramática y Teatro», en la UNAM. Lagunero de nacimiento, hijo del escenógrafo Roque Méndez, quien había hecho sus trabajos escenográficos en el «Mayrán», al lado de los directores escénicos locales, Luis Díaz Flores, y el querido doctor Alfonso Garibay.

Conocí a Jorge en Saltillo, Coahuila. Así fue el comienzo de esta historia: tomaba clases de iniciación actoral en el Taller de Teatro de la «Casa de la Cultura de Torreón», y fuimos invitados al «Teatro Fernando Soler», de la capital coahuilense.

Representamos un par de obras cortas: «Las Ubarry», de Óscar Liera, era una de ellas. Jorge fue a ayudar como maquillista. Nos regresamos a Torreón, él y yo, esa misma noche, en un «Ómnibus de México», y me propuso hacer un monólogo bajo su dirección: «Compañía», de Sergio Avílés.

El monólogo duraba unos veinticinco minutos. Trataba de la soledad y cotidianeidad rota de un tipo que era abandonado por su pareja. Una peculiaridad tenía el monólogo: la pareja era gay. Empezamos los ensayos. Yo estaba maravillado. Ensayar en el «Mayrán», lo era todo. Me sentía Plácido Domingo ensayando en el «Metropolitan».

Se hizo una noche de tres monólogos cortos: «Volver a decir el Mar», de Sergio Peregrina, dirigido por el mismo Jorge Méndez, «Parásitas», de Emilio Carballido, actuado por Consuelo González Garza, coordinaba Ciro Alvarado, siguiendo la dirección de Rogelio Luévano, y cerraba el monólogo que yo interpretaba dirigido por Jorge.

Nunca se hacía mención del sexo de la pareja que me había abandonado hasta el final. Únicamente se hablaba de la ausencia. La actuación tenía que ser sobria, sin ninguna afectación. Para cerrar el monólogo, veía una foto y le decía: «ya no te necesito», mostraba la imagen a público, y azotaba el portaretrato al suelo.

Recuerdo que los espectadores hicieron una fuerte exclamación de asombro. La obra cerraba con el tema musical «When I need you», de Leo Sayer. La canción era cantada en vivo; Luis Murguía y su grupo la interpretaban. Fue la primera temática gay en ese teatro (al menos mostrada abiertamente) tratada muy sutilmente, a la manera del gran cineasta mexicano Jaime Humberto Hermosillo, en su cine setentero.

La obra gustó. Mucho abrazo, mucho sueño realizado. Fue la primera vez que supe, que sentí, lo que alguien, que quería ser actor, podía provocar en el espectador. Recuerdo que Chuy Quezada, actor que trabajaba en las obras amateurs de Rogelio Luévano, fue al camerino, y conmovido, me dijo: «Raúl, traigo la carne de gallina», y me enseñaba su brazo, como muestra. Qepd, el querido Chuy.

Aún recuerdo la fecha: 30 de octubre de 1980, como olvidarla. Fue mi debut en ese añorado «Teatro Mayrán». Jorge Méndez se estrenaba también en la dirección escénica lagunera. Haría una gran carrera como director, maestro de teatro, y escenógrafo.

Al día siguiente de esa inolvidable noche tomaba el foráneo rumbo a México para empezar mi formación teatral profesional en la UNAM. Gracias a Arturo Vázquez Domínguez por la foto del inolvidable Jorge en su cumpleaños. Quien mora, desde hace unos actos, en paraísos eternos de los teatros.

Nota: Prácticamente todas las personas mencionadas aquí, son moradores de mejores teatros en el ahora. Vaya mi recuerdo en este escrito, mismo que es un abrazo para ellos.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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