(In memoriam a Isela Vega)
Raúl Adalid Sainz
Una sala oscura en los rumbos de Popotla, un chamaco de trece años entraba al cine acompañado por su tío, cinco años mayor que él, entraban a ver “Basuras Humanas”, aquel puberto veía por primera vez en su vida a una mujer desnuda, esa mujer escultural, cual diosa griega, era Isela, Isela Vega, el chamaco era yo.
Película intrascendente en su trama, donde recuerdo a Isela al lado de Jorge Rivero. La película la rememoro por esa presencia maravillosa de una mujer que era como una felina, fuerte de carácter, enfundada en hot pants, de repente en un vestido escotado maravilloso que hacia resaltar su bellísimo cuerpo.
A partir de ahí seguí a Isela, debo confesar que más por sus bellos atributos de cachondería incitantes al “pecado” en fantasías adolescentes. Una diosa. Así la recuerdo en “El Llanto de la Tortuga”, de Paco del Villar, “La Celestina”, película dirigida por Miguel Sabido, donde Isela hizo a la protagonista “Melibea”. Aquí Isela entró al género clásico del mural del renacimiento, en la adaptación cinematográfica a la novela de Fernando de Rojas. “La India”, de Rogelio González, “Tráiganme la Cabeza de Alfredo García”, del gran Sam Pickinpah, que en esos tiempos de mediados de los setentas ni sabía quién era, yo vi la película por Isela, y la última en ese recorrido erótico adolescente fue “El Hombre de los Hongos”, al lado del gran actor y director de teatro español Adolfo Marsillach y de la talentosa Ofelia Medina, dirigidos por el gran cineasta mexicano Roberto Gavaldón.
Por supuesto para mí inadvertido todo lo anterior referido en esos años adolescentes. Inolvidable en “El Hombre de los Hongos”, aquella secuencia donde una pantera loca y fiera atacaba y daba muerte a Isela. Película de época filmada en el estado de Guanajuato. Una cinta que es digna de revisitarse.
Ese recorrido adolescente en fogosidad al mundo de las películas de Isela tuvo un giro. En el año 1983, ya estudiando mi carrera de actor de teatro, vi la cinta, “El Amor es un Juego Extraño”, de Luis Alcoriza. Ahí valoré a Isela por primera vez como actriz, ya sabía de la materia actoral. Isela Vega interpretaba a una mujer madura inquietante y simpática con tendencias lésbicas, vi en ella a una actriz muy interesante en sus registros y proyección de los mismos a cámara.
En ese mismo año quedé impactado con su trabajo actoral en “Las Apariencias Engañan”, de mi querido Jaime Humberto Hermosillo. Isela interpretaba a una rica empresaria aguascalentense que en su intimidad le gustaba vestirse de rumbera. Una mujer hermafrodita de nombre Adriana. La escena poseyendo a Gonzalo Vega fue memorable. Muy fuerte para el cine mexicano de la época. Aún recuerdo ese texto: “Soy Adriana y soy Adrián”. Memorable su boda en vestido blanco, al subirse al carro nupcial, unos zapatos rojos de rumbera se asomaban. Gran trabajo de Isela que merecía “Ariel”.
Por esos años de 1983 vi otra película de Isela que estuvo enlatada seis años, “La Viuda Negra”, de Arturo Ripstein. La recuerdo como una cinta fallida del maestro Ripstein, los grandes también fallan, pero con una secuencia final muy bien lograda y contundente. “Matea”, personaje que interpretaba Isela, es una especie de ayudante del cura del pueblo, se convierte en su amante, el sacerdote muere, y un domingo “Matea”, toca las campanas citando a misa, oficia ante la iglesia llena de las fuerzas vivas hipócritas del pueblo, les dice sus verdades y ellos empiezan a reír, primero bajito, hasta convertir la reacción en una sonora carcajada. Así se solapaban los unos a los otros y tildaban a “Matea” de loca. Isela Vega recibió el “Ariel”, a la mejor actriz. Muy bien estaba la guapa sonorense.
Volví a ver a Isela maravillosamente bien en “La ley de Herodes”, de Luis Estrada, interpretando a la dueña explotadora y corrupta del burdel del pueblo. Año 1999; Isela gana su Segundo “Ariel”, por su interpretación. Muchos registros emotivos lograba la actriz. Su imagen nada que ver con aquella guapa de las cintas anteriores.
En el 2006 la veo en “Fuera del Cielo”, del querido cineasta Xavier Patrón Fox. Una película que a mí me gustó mucho. Me recordó a “Rumble Fish”, de Coppola. Isela hacia a la madre de los actores Armando Hernández, “El Cucú” y el “Marlboro”, Demian Bichir. Una mujer sucia, prostituta en su juventud, decadente, endurecida por la vida y mariguana. Gran trabajo lleno de matices interesantísimos de actriz que le valió su tercer premio “Ariel”.
En 2007 la contemplo en “Cobrador: In God We Trust”, del extraordinario cineasta Paul Leduc, vivo a Isela al lado de Peter Fonda. En un muy buen trabajo de su parte, hablando un gran inglés. La actriz sonorense era bilingüe.
En 2014, Isela hizo la película “Las Horas Contigo”, de Catalina Aguilar Mastretta. La tierna e impecable actuación de la actriz le valió su cuarto premio “Ariel”. Es una hermosa película que es casi un homenaje a las dotes humanas y de enorme sensibilidad de Isela Vega. Un personaje muy difícil: una abuela moribunda llena de amor que no alcanza a encontrar la puerta a la otra frontera, le falta decir su última palabra: “Mamá”. Palabra que encierra la verdad amorosa de esa película. Maravillosa Isela, es su testamento de enorme actriz. Estamos creo ante la mejor interpretación de su carrera.
En 2015 la vi por última vez en una cinta que me gusta mucho: “El Jeremías”, de mi paisano lagunero, Anwar “Pato” Safa. Isela vuelve a su tierra sonorense para filmar esta ingeniosa y divertida película. Hace la abuela del niño genio “Jeremías”. Estaba entrañable. Una abuela silente, pero que ve todo y saca conclusiones, siempre tomando cheve. La mirada y caracterización de la actriz era de una norteña de pueblo que nos era familiar a la gente de esas latitudes. Gran retrato humano de Isela Vega.
En 2017, la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas la honró con el “Ariel de Oro”, a su trayectoria. Muy merecido por lo tanto dado al cine. “Lo voy a morder, a ver si es de oro”, dijo Isela en una entrevista. El aplauso del público en “Bellas Artes” fue monumental cuando Isela recibió la estatuilla de oro.
Este 10 de marzo de 2021, Isela se nos va. Una actriz con un potencial enorme. Una belleza indomable, salvaje, una cara muy cinematográfica. Su mirada era como la de un felino. Audaz para su época, no olvidar su pasado teatral bajo la guía del chileno Alejandro Jodorowsky, haciendo la mítica obra “Zaratustra”, autoría y dirección de Jodorowsky. Obra donde todos los actores se desnudaban.
Ahí estaban: Carlos Ancira, Jorge Luke, Álvaro Carcaño, Héctor Bonilla, Susana Kamini e Isela Vega. 1970, en el “Teatro de la Danza”, un escándalo para las buenas conciencias de aquel tiempo. Isela estudió actuación con el mítico maestro japonés llegado a México Seki Sano. Alumno directo de Stanislavski. Actor y director ruso creador de los métodos de trabajo artístico y preparación para un actor.
Isela fue una belleza, un sex simbol, cuántos no se abran impresionado, como yo, al ver que esa erótica mujer poseía una enorme verdad de vida, verosimilitud y capacidad expresiva como actriz. Y eso, eso se llama: talento. “La actuación es amor”, «Nunca me he podido poner la camisa de fuerza de los convencionalismos», frases que dijo Isela al recibir su “Ariel de Oro”.
Buen viaje a esa diosa inolvidable y hermosa de la pantalla.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan