¿Se deben reestructurar los sistemas alimentarios?
“El médico del futuro no dará medicamentos, pero interesará a sus pacientes en el cuidado del marco humano, en la dieta y en las causas y prevención de la enfermedad”. Thomas Edison
Simón Vargas Aguilar
La pregunta que da título a esta columna ha sido planteada en muchas ocasiones; sin embargo, sí necesario replantearnos cuestionamientos significativos: ¿cómo producimos los alimentos?, ¿qué es lo que más se consume?, ¿la distribución es la adecuada? o ¿de qué manera la generación de comida puede ser más sostenible? entre otros.
Es probable que a pesar de las transformaciones constantes en estos momentos aún no tengamos soluciones precisas, y es que de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas el sistema agroalimentario está enfermo y la forma en la que está diseñado y funciona es débil, desgastada y carece de resiliencia.
Es así que una de las cuestiones que se debe estudiar y cambiar es la contaminación derivada de la manera en la que se cultivan y producen los alimentos; y es que en información presentada por el Banco Mundial se menciona que la disminución de la productividad agrícola será un factor clave en la decisión de las personas de migrar dentro de sus propios países, pero además, se afirma que la agricultura, la ganadería, la silvicultura y el uso de la tierra representan alrededor de la cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático.
El crecimiento de la población es un tema serio, ya que de acuerdo a las estadísticas para 2050 los sistemas actuales no serán suficientes, es así que la preocupación es compleja y apremiante porque, aunque la producción mundial de alimentos casi se cuadruplicó entre 1961 y 2020 y aumentó un 50% entre 2000 y 2020, más personas que nunca pasan hambre.
En muchas ocasiones es necesario reevaluar al pasado, rescatar las labores que han dado buenos resultados y fusionar estos modelos clásicos con la tecnología que se ha ido desarrollando; es así que la implementación de una agricultura inteligente podría conllevar amplios beneficios como un incremento en la productividad, mayor resiliencia y por supuesto menos emisiones de gas invernadero.
Ante cambios sustanciales no todo debe depender de las grandes instituciones, sino que también se puede y se debe aportar de forma personal, es por ello que desde hace un par de años la creación de huertos urbanos en casa se ha transformado en una posibilidad que podría no solo ayudar a la economía familiar, sino que además fomentará la consciencia sobre la vida, permitirá el consumo de productos frescos y sanos, y además ayudará a reflexionar sobre la alimentación.
Otro de los puntos vitales es reconocer que se ha descuidado e incluso mermado el fomento a la agricultura, es necesario que se pongan en práctica actividades significativas como apoyos en especie, capacitaciones dirigidas hacia los agricultores para ampliar sus conocimientos y poner en práctica nuevas estrategias y, por su puesto, acercamiento con la tecnología digital, ya que la ciencia se puede convertir en un aliado importante.
Es claro que la malnutrición, la obesidad, la pobreza, la pérdida de la biodiversidad e incluso algunas enfermedades crónicas tienen una estrecha relación con los sistemas alimentarios e impacta en muchos de los sectores y su solución debe ser multifactorial, nuestro país es uno de los principales productores agrícolas en el mundo por lo que investigar, invertir y reestructurar nuestros sistemas podría traducirse en una amplia ventaja en años futuros, así como en una opción cada vez más atractiva para las inversiones.
- Analista en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.