Solidaridad con el pueblo de Israel
“Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Evangelio de Mateo 22:39
Simón Vargas Aguilar
Es triste reconocerlo, pero vivimos en un mundo cada vez más fracturado por el resentimiento, el odio y la violencia, eventos como el que sacudió a Australia el pasado domingo nos obligan a reflexionar sobre la fragilidad de la convivencia humana; y es que en la icónica playa Bondi de Sídney, un lugar que se identifica como símbolo de alegría, miles de familias judías se reunieron para conmemorar la fiesta de Hanukkah o de las luces, uno de los momentos más significativos para la comunidad judía el cual hace referencia al milagro de la paz y la luz que vence a la oscuridad.
Tristemente, lo que debió haber sido un momento de alegría se transformó en una pesadilla cuando dos hombres armados, identificados hasta el momento como pertenecientes al Estado islámico, irrumpieron, desatando un ataque brutal que cobró la vida de 15 personas y dejó a 27 hospitalizadas. Este acto de terror se convierte en otro recordatorio escalofriante de las persistentes amenazas y agresiones que enfrentan el pueblo judío.
A lo largo de los siglos, el pueblo de Israel ha sido víctima de persecuciones y ataques sistemáticos y es que basta recordar el Holocausto donde seis millones fueron exterminados en nombre de una ideología de odio; pero además recientemente en octubre de 2023 en una incursión coordinada y sanguinaria, militantes de Hamás cruzaron la frontera, masacrando a alrededor de 1,200 personas, en su mayoría civiles, lo cual se convirtió en el detonante de la Guerra de Gaza.
La respuesta israelí, aunque controvertida y marcada por un alto costo humanitario en Gaza, subraya la dura realidad de un pueblo que debe defenderse continuamente contra enemigos que niegan su derecho a existir.
Retrocedamos aún más para recordar otro acto de esta cadena de violencia: los Juegos Olímpicos de Múnich en 1972. En plena competencia internacional, un comando del grupo terrorista Septiembre Negro, afiliado a la Organización para la Liberación de Palestina, irrumpió en la villa olímpica y tomó como rehenes a once miembros del equipo israelí. Lo que siguió fue una operación fallida de rescate que culminó en la muerte de todos los atletas israelíes, un piloto de helicóptero y cinco terroristas.
Este ataque no solo empañó el espíritu olímpico de paz y unidad; Múnich 1972 se convirtió en un símbolo de cómo el terrorismo puede golpear en cualquier lugar, transformando un escenario de deporte en un campo de batalla ideológico.
Pero la persecución no se limita al pueblo judío; los cristianos también han sido objeto de ataques constantes a lo largo de la historia. Desde las ejecuciones y crucifixiones en el Imperio Romano hasta las masacres en Oriente Medio en el siglo XXI, ambas comunidades han compartido un destino de marginación y violencia.
Estas agresiones responden a un patrón de intolerancia que ve en la fe ajena una amenaza existencial. Judíos y cristianos, unidos por raíces bíblicas comunes, han sido culpados por ideologías, religión y conflictos políticos.
Frente a esta realidad, la importancia de mostrar solidaridad con el pueblo judío es un imperativo moral y ético, no sólo significa condenar actos como el de Bondi, Gaza o Múnich, sino comprometernos activamente para promover la paz.
Debemos trabajar en acciones concretas: educar contra el odio en escuelas y medios de comunicación, fomentar diálogos interreligiosos que fomenten tolerancia y amor al prójimo y apoyar políticas internacionales que prioricen la resolución pacífica de conflictos. Alejarnos de la violencia contra cualquier religión es esencial; no hay justificación para el terror, todas las agresiones deben ser condenadas.
En un mundo donde el extremismo gana terreno en redes sociales y foros políticos, cada uno de nosotros puede ser un agente de cambio, no debemos quedar impasibles ante actos cada vez más violentos, es necesario que denunciemos el odio, apoyemos a las víctimas y fomentemos la empatía. Ninguna religión debería temer reunirse para celebrar su fe por lo que hoy es más importante que nunca privilegiar el respeto a la vida, la dignidad y la libertad religiosa de cada ser humano.
- Consultor en temas de Seguridad, Inteligencia, Educación, Religión, Justicia, y Política.







