Culiacán: Aniversario I, queremos paz
“Si quieres la paz, trabaja por la justicia”. Papa Pablo VI
Simón Vargas Aguilar
Sinaloa, es un estado conocido por su rica geografía que combina playas, montañas y valles fértiles, de acuerdo con datos del INEGI 2020 se han contabilizado alrededor de tres millones de habitantes. Innegablemente se ha convertido en un parteaguas para la historia en nuestro país y no sólo porque se ubica entre los estados con más contribución al PIB nacional, sólo por destacar lo que importa e impacta la producción de tomate y atún; sino además, desafortunadamente, por una sombra persistente: el narcotráfico.
Este estado se ha considerado desde hace décadas un campo de batalla, sin embargo, desde julio de 2024, la detención de Ismael «El Mayo» Zambada García, desató una ola de violencia sin precedentes. De acuerdo con información y algunos relatos “El Mayo” Zambada no se entregó voluntariamente; sino que alegó haber sido secuestrado y entregado a autoridades estadounidenses en un acto de traición interna.
Y aunque la captura debió haberse celebrado como un golpe significativo al narcotráfico, en nuestro país ha generado olas y repercusiones de las que todavía no llegamos a conocer su alcance y consecuencias.
Casi dos meses después de la captura, el 9 de septiembre se desencadenó una guerra cruenta entre las facciones leales a Zambada, conocidos como «Los Mayos» o «Los Mayitos» y «Los Chapitos», los herederos de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”. Los enfrentamientos, balaceras, bloqueos de carreteras y ejecuciones constantes se han transformado en un cruel recordatorio de lo lejos que estamos de encontrar la paz.
De acuerdo con datos de El País, en un año Sinaloa ha registrado 1,824 asesinatos y más de 2,000 desaparecidos, con jornadas que contabilizaron hasta 30 muertes. Culiacán, Badiraguato y otros municipios como Mazatlán han sido los más afectados, con tiroteos que paralizan la vida cotidiana, cierran escuelas y generan migraciones forzadas. La violencia ha permeado la sociedad, con civiles inocentes como víctimas colaterales, incluyendo niños asesinados en medio de confrontaciones armadas.
A un año de que la violencia estallara sin que nadie pueda detenerla ni hacerle frente, esto sólo ha evidenciado aún más el ya frágil control de las diversas instancias de seguridad ante el poderío manifestó de los cárteles. Contrario a lo que podría pensarse, y muy a nuestro pesar, la detención del “Mayo” Zambada no debilitó al Cártel de Sinaloa; al contrario, fragmentó su estructura, provocando una purga interna por el control de mandos y rutas.
En este contexto de caos, la ciudadanía ha respondido con protestas masivas contra la violencia y, específicamente, contra el gobernador Rubén Rocha Moya. Desde finales de 2024 y hasta el pasado domingo, marchas en Culiacán han reunido a decenas de miles, exigiendo «Queremos paz» y «¡Fuera Rocha!».
En enero de 2025, manifestantes irrumpieron en el Congreso estatal, colocando un ataúd simbólico con la leyenda «Justicia muerta en Sinaloa»; incluso en eventos deportivos, como la final de beisbol de los Tomateros, el grito contra Rocha resonó. Estas protestas, reflejan un hartazgo generalizado ante la inseguridad.
Rocha Moya ha reconocido que «no se ha logrado conquistar la paz», incluso a través de un inusual mensaje dijo el pasado domingo 07 de septiembre: “quiero felicitar a la ciudadanía que fue a manifestarse justamente por una causa que nos afecta a todos los sinaloenses, todos queremos la paz” ¿Felicitarlos por algo que debería ser su responsabilidad?, ¿reconocer que se ha fallado en acciones y estrategias cambiará la situación actual? Su administración continúa enfrentado críticas por presuntos nexos con el narco, y aunque hasta el momento él lo niega, hoy se requieren acciones concretas.
La crisis en Sinaloa muestra el fracaso de estrategias, es imperativo que los diferentes niveles de gobierno intervengan con un plan integral: no solo militar, sino social y económico, invirtiendo en educación y alternativas a los hoy denominados también “grupos terroristas. Las protestas son un llamado a restaurar la dignidad. Sinaloa merece más que sobrevivir; merece continuar prosperando sin miedo, porque no sólo este Estado, todos anhelamos paz.
- Consultor en temas de Seguridad, Inteligencia, Educación, Religión, Justicia, y Política.