Francisco: Legado de paz y esperanza
Simón Vargas Aguilar
La noticia que arrebató los titulares del lunes 21 de abril fue la muerte del Papa Francisco, y aunque si bien no podría catalogarse como una sorpresa, pues desde hace un mes su Santidad se encontraba convaleciente, sí provocó una consternación a lo largo del mundo.
La humildad, el amor al prójimo y la empatía con la que se acerca a todos logró tocar el corazón de quienes llegaron a criticarlo y condenar sus acciones, por ejemplo, ¿cómo olvidar las fuertes declaraciones del Presidente Argentino Javier Milei, quien afirmó que el Papa era “el representante del maligno en la Tierra”? y aunque esta no fue su única intervención en contra de su Santidad; tras su muerte publicó un sensible mensaje en X en el que afirmó: “Con profundo dolor me entero esta triste mañana que el Papa Francisco, Jorge Bergoglio, falleció hoy y ya se encuentra descansando en paz. A pesar de diferencias que hoy resultan menores, haber podido conocerlo en su bondad y sabiduría fue un verdadero honor para mí”.
Milei no ha sido el único líder alcanzado por la bondad del Papa, el próximo 26 de abril en la Plaza de San Pedro en Roma, se vivirá una despedida histórica ya que se ha confirmado la asistencia de: Donald Trump, Presidente de los Estados Unidos de América; Emmanuel Macron, Presidente de Francia; Karin Keller-Sutter, Presidenta de Suiza; Volodímir Zelensky, Presidente de Ucrania y por supuesto, los reyes de España, Felipe VI y Letizia quienes encabezarán la delegación oficial española; entre otros dirigentes internacionales.
Es innegable que el Papa Francisco fue un ser humano que supo inspirar y guiar a la iglesia en momentos complejos, pero sobre todo fue un incansable defensor de la paz y de la esperanza. Sus constantes actos nos recuerdan que las pequeñas acciones pueden convertirse en un catalizador para lograr procesos gigantescos.
Tras su muerte diversos actos han tomado relevancia y nos han hecho recordar las verdaderas enseñanzas de Jesús, y es que el Papa Francisco buscó tender puentes, escuchar con empatía, acercarse a quien lo necesitaba, clamar por la justicia y aunque en ocasiones sus declaraciones fueron atacadas él jamás se rindió y buscó continuar conciliando y allanar el camino hacia la tan anhelada paz que muchos deseamos.
Su Santidad buscó en cada viaje instar a sus oyentes a continuar trabajando en favor de los más vulnerables y a no dejarse vencer por la violencia y el crimen. Durante su visita a nuestro país en febrero de 2016 al llegar a la Nunciatura Apostólica en la Ciudad de México donde iba a pernoctar para continuar con su recorrido salió a la calle y dirigió un breve pero contundente mensaje a las personas que se encontraban reunidas: “No se olviden cuando van a casa o a dormir, mirar a la virgen, y recordar a los rostros de las personas que queremos, a las que nos quieren, pero también a las que no nos quieren, a las que no queremos».
Y es que resulta relativamente fácil perdonar, escuchar y abrir nuestro corazón a quienes mantienen una relación estrecha a nosotros, pero ¿qué pasa con aquellos que no conocemos o quienes han decidido dañarnos? Aunque nos cueste reconocerlo su distancia e indiferencia en ocasiones nos insta al rencor, a buscar desquitarnos y de alguna manera “cobrarles” el dolor que vivimos; sin embargo, Su Santidad nos pidió que sea por ellos por quienes recemos.
Esta petición además es compleja en un mundo donde cada día impera más la violencia, pero sobre todo en México donde el incremento de crímenes y la presencia del narcotráfico se ha hecho cada vez más constante y lacerante para nuestra sociedad.
Incluso en aquel viaje del 2016, el Papa hizo hincapié en temas importantes como la paz y la pobreza, y aunque son áreas sensibles para nuestro país también en sus mensajes abordó la corrupción, la desigualdad, la violencia, y sobre todo la importancia de la dignidad humana, instando a la sociedad a brindar ayuda a quienes sufren las consecuencias de la pobreza y la violencia.
Pero, además, en 2022 el Papá mencionó: “¡Cuántos asesinatos en México!” haciendo referencia a las muertes de los Jesuitas recientemente suscitadas, y por supuesto condenó la ola de violencia a la que se ha enfrentado nuestro país desde hace décadas. Después de esto en 2023 una delegación de obispos mexicanos viajó al Vaticano, donde le entregaron un informe sobre la violencia e inseguridad.
Por supuesto, no se limitó sólo a México, en cada oportunidad condenó las guerras, los combates y sobre todo se solidarizó con las víctimas. El primero de enero en su mensaje de la Jornada Mundial de la Paz 2025: “Busquemos la verdadera paz, que es dada por Dios a un corazón desarmado: un corazón que no se empecina en calcular lo que es mío y lo que es tuyo; un corazón que disipa el egoísmo en la prontitud de ir al encuentro de los demás; un corazón que no duda en reconocerse deudor respecto a Dios y por eso está dispuesto a perdonar las deudas que oprimen al prójimo; un corazón que supera el desaliento por el futuro con la esperanza de que toda persona es un bien para este mundo”.
Incluso horas antes de su muerte, en su último mensaje Urbe et Orbi, mencionó: “Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánta violencia percibimos a menudo también en las familias, contra las mujeres o los niños. Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes”.
Y hoy considero oportuno solidarizarnos con sus profundas palaras, porque yo también: Quisiera que volviéramos a esperar en que la paz es posible”.
- Consultor en temas de Seguridad, Inteligencia, Educación, Religión, Justicia, y Política.