sábado 23, noviembre, 2024

IDEOLOGÍA E IDOLATRÍA CONTROVERTIDAMENTE ASIMILADAS

Luis Alberto Vázquez Álvarez

Después del discurso de hace ocho días por el ejecutivo federal en el zócalo capitalino, (ese que como la canción de Cri-Cri, se hace chiquito y se hace grandote; albergando millones o solamente pocos miles marchistas según la versión de cada grupo opositor); donde destacó la figura de Lázaro Cárdenas y criticó a sus opositores, recuerdo que en mis paseos por la pasión de mi vida que es la historia, México ha vivido siempre a la sombra de dos visiones radicalmente opuestas; tanto de los hechos como en los personajes que han forjado esta patria.

Desde Cortés, pasando por Hidalgo y llegando al momento de la consumación de la independencia, la falta de análisis fidedignos por ambos bandos, crearon falacias como que Guerrero fue el consumador, acusando a Iturbide de traidor (¿?). Luego con los grandes pensadores honestos de ambos lados, que si los hubo hasta hace cien años para desaparecer plenamente; las críticas opuestas fueron sanguinarias y llenas de infundios que, como siempre, se publicaban en los medios de la época, según su tendencia ideológica o gratificación pecuniaria de sus titiriteros ideológico-políticos.

La crítica suprema se ha centrado fundamentalmente en Benito Juárez, personaje elevado a los altares cívicos de la patria o vilipendiado en los púlpitos, odiado por los defensores de los privilegios eclesiásticos extendidos a los conservadores ricos (aunque siempre existen conservadores pobres que sueñan no con riquezas materiales sino con promesas celestiales y son los más fieros defendedores de las preminencias de sus explotadores) y los liberales, quienes aplicaron la reforma y se apoderaron de los bienes desacralizados. Finalmente se forjó una transformación que aún sigue vigente 160 años más tardes.

Otro momento fundamental fue la “Guerra Cristera” según la versión conservadora o “El Conflicto Religioso”. Según los liberales y ahora más académico, “La Cristiada”, cuyos protagonistas se convirtieron en la base popular del PAN a pesar de haber sido traicionados y abandonados en la sierra por los jerarcas eclesiásticos. Así es de sufrido el pueblo humilde.

Los liberales siempre han tendido hacia Estados Unidos de América, desde 1824 en que Poinsett los compró con la logia masónica yorquina y el federalismo; han entregado México a EUA y, los conservadores hacia Europa, particularmente a las monarquías; trajeron a Maximiliano y apoyaron las reconquistas de México.

Por sesenta años esas controversias doctrinales sobre política, sentido de nación y hasta de propiedad social y nacional, amén de visiones sobre temas esenciales como la vida, su defensa y cuidado, la familia o sexualidad enfrentaron a ambos grupos, lanzándose denuestos, por cierto, muy procaces. Hoy el olvido de tales “nimiedades” sonaría a perogrullada. La verdad es que dicho olvido o disimulo a esa defensa nada tiene que ver con principios éticos sino políticos y la protección de interés económico como prerrogativas políticas; cero relación con ideología, decoro y menos con integridad. Bueno, es tal esa fornicación que columnistas que antes se odiaban y criticaban acremente, hoy conforman cofradías de “elogios mutuos” enviándose mensajes de felicitación por sus columnas y dichos antes insoportables entre ellos.

Los panistas verdaderamente preservan algunos mandamientos evangélicos, “Poner la otra mejilla”; las matanzas de jóvenes de ese partido en varias épocas y estados por gobiernos priistas han sido olvidadas; ahora creen en “Alito” su antiguo y vengativo enemigo que pronto les pedirá la capa y a quien “darán también la túnica”. Ya traicionó a sus amigos correligionarios, ¿que no podrá hacer a sus aliados feudatarios, antiguos rivales ahora dóciles amancebados? finalmente ya está acostumbrados a su entreguismo como a ir al extranjero a quejarse y pedir castigos a otros mexicanos; lo terrible es que están sumando a sus aliadas disfrazadas de fatua “sociedad civil” encaminándolas a una prostitución social que les privará de credibilidad, como sucedió con el famoso teletón, en el que ya nadie confía. Más inconcebible y hasta lastimoso es ver a un antiguo líder panista, muy respetado en su momento, andar repartiendo propaganda del PRI en las calles. Vaya dignidad ideológica envilecida.

Concluyo con la frase de Churchill a Chamberlain cuando “firmó la Paz” con Hitler (Múnich 1938): “Le dieron a elegir entre el deshonor o la guerra. Eligió el deshonor y ahora también tendrá la guerra”.

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