Raúl Adalid Sainz
¿Qué razón de ser tendría el teatro si no te señala rutas? ¿Si no te sacude? ¿Si no te hace preguntarte cuál es tu posición ante la vida? ¿Qué serías capaz de ocultar por tu familia, en aras de trastocar los valores? Eso llamado orden ético y humano.
Dennis Kelly, gran dramaturgo inglés, despierta estas preguntas a aquellos que por una gran ventana nos asomamos al mundo de Hanna, Danny y Leo.
¿Qué es la calle? Sitio de monstruos, de peligro, de temernos los unos a los otros, por una lava de fuego incontenible de Etna vivo. Eso llamado furia. El demonio de la violencia. Lo que es más aterrador es cuando ésta entra de invitada fantasmal a nuestra casa. El alma humana contemporánea está poseída por esta destructiva emoción.
La gran dramaturgia de Kelly nos lleva por estas veredas. El drama de los cuatro protagonistas (habría que agregar al pequeño hijo de Hanna y Danny) te pone un espejo confrontante. Todos hemos tenido el deseo irrefrenable de matar a alguien por enojo, por sentir la ofensa, por soberbia. Matamos verbalmente, con la mirada, con la energía. En la obra, uno de los personajes, casi mata a un «ser cualquiera», como se refieren a un grave herido en la obra. Racismo y clasismo feroz presentes. Individualismo contundente como signo de protección de vida. ¿Qué importan los demás? Ellos no son mi problema. Hanna y Danny, aparente pareja feliz, sacan los dientes dominados por la angustia, el miedo; la furia lleva a la histeria que ofende. La luz de repente se apaga hasta decir: «No quiero tener un hijo contigo».
El amor es lo único capaz de salvarnos. El urgente recapacitar hacia lo humano. Eso parece gritarnos entre líneas Dennis Kelly, como soga de rescate del profundo lodo en que nos hundimos. Nadie puede salir cómodo después de ver «Huérfanos», es avasallantemente cuestionante. Esa es la verdadera razón de ser del teatro: preguntar hasta la médula el proceder humano. El mirador de la conducta humana. Así como nació en la antigua Grecia.
Gran puesta en escena viví en el Foro Shakespeare. Un trabajo comprometido y con compromiso de entrega de alma y talento. De inteligencia sensible para ordenar su material y comunicarlo, lógica y verosímilmente, por la directora Angie Rogel. La escenografía es un personaje más que habla. Un fantasma de aparente atmósfera acogedora que se trastocara. Hay una ventana que refleja del otro lado al monstruo que acecha. El sonido es otro gran elemento atmosférico que da clima. El vestuario clama estadíos emocionales. Colores que crean sensaciones en el público.
La labor actoral es de celebrar y agradecer. Reflejan con lealtad y compromiso las preocupaciones, sentir y pensar de sus personajes. Vemos personas en un encuentro consigo, y sus alternantes. Itari Marta (Hanna), en toda su emocionalidad. Dándose. Entiende y comunica con toda verdad los vericuetos de su personaje. Lo expone y lo vive. Itari es un ser muy comprometido con su acontecer histórico. Una actriz que entrega su servicio a los demás.
Gran labor actoral del querido Roberto Cavazos (quien es además traductor y adaptador del texto) en su difícil papel de «Leo». No vende en lo fácil. Busca, vive, y lo da. Igualmente, Antonio Vega y su conmovedor rol de «Danny». Sincero, entregado, comunica su viaje emocional por distintas estaciones para encender el cerillo final y decir: «no quiero tener un hijo contigo». La luz del cerillo se apaga dictando el final de la obra. El gran niño actor, Antua Trejo, llena de luz la esperanza cuestionante: ¿Qué será de los niños en este mundo que no reacciona en su soberbia humana?
Yo, como espectador, sólo puedo decir: ¡Gracias, gracias, gracias, infinitas, a todos los componentes de este entregado y comprometido trabajo escénico!
Elenco actoral– Itari Marta, Antonio Vega, Roberto Cavazos y Antua Trejo
Dirección – Angélica Rogel
Dramaturgia – Dennis Kelly
Traducción – Roberto Cavazos
Iluminación y escenografía – Aurelio Palomino
Vestuario – Jerildy Bosch
Musicalización – Xico Reyes
Foro Shakespeare: Viernes 20:40, horas, sábado,19 horas, domingo 18 horas.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan