Homenaje a aquella puesta en escena de «Zoot Suit», dirigida por Luis Valdez, para la «Compañía Nacional de Teatro». Año, 2013, lugar: El hoy desaparecido «Teatro (querido) Jiménez Rueda»
Raúl Adalid Sainz
Ayer fui a ese teatro que tiene como marco el monumento a la Revolución Mexicana, antigua sede de la otrora «Compañía Nacional de Teatro» setentera-ochentera, el querido: «Teatro Jiménez Rueda”. «Zoot Suit», era la propuesta a ver. Esa obra de teatro que se volvió película allá por 1981, y que en 1983 vimos en el DF.
El recuerdo de la misma y de esa presencia pachuqueril de Edward James Olmos es imborrable. En el presente, la obra teatral inicia con un periódico que cubre proscenio. De sus entrañas parece desprenderse la presencia del mítico pachuco.
Es un diario de la época en los años cuarenta, éste nos sitúa, algo ha sucedido. El pachuco toma presencia viva en el escenario. Se peinará, se pondrá su saco y su sombrero, simultáneamente, cual narrador brechtiano nos ubicará en la acción. El despliegue de dirección de Luis Valdez (autor y director de la obra) es impecable.
La narración es coral, por medio del baile, de la actuación, ciertos personajes chicanos o norteamericanos dan su punto de vista. El público toma conciencia, decisión crítica. El texto es fundamental. Relatante de un hecho social en los años cuarenta en Los Ángeles: la lucha racial, los derechos chicanos rotos, la justicia norteamericana corrupta, el deseo de integración chicano a un país que jamás reconocerá a la inmigración mexicana como propia.
El mexico-norteamericano que es desnudado, despojado de su zoot suit, para quemarlo en su vergüenza, en su dolor. La raíz indígena aparecerá como símbolo de origen ultrajado, con deseo de lucha en pos de dignidad.
Esta metáfora escénica es de una potencia que sacude a la conciencia del espectador. Una obra que es una clase de dirección escénica. Un director que sabe de lo que habla, y que se ve esto reflejado en precisión en el escenario. Un texto que es referente fundamental, actual, profundo, de desentrañar identidad dentro de tanta insustancialidad.
El trabajo actoral es muy comprometido, transmiten su pasión por tener la fortuna de escenificar una obra ejemplar, fruto de un luchador del «Teatro Campesino». Ese que hizo teatro con trabajadores mexicanos del campo, junto al líder luchador social nacional César Chávez.
Destino cruento de presente: tierras californianas que un día fueron nuestras. De ese trabajo en el campo nace esta obra que fue un gran éxito en Los Ángeles California allá por 1979. De ahí pasaron a triunfar en Broadway. Un logro artístico trascendente para el teatro chicano.
Zoot suit, así era llamado el traje del pachuco. Era un símbolo de identidad.
Nota: Texto escrito en abril del 2013, cuando Luis Valdez nos deleitó con su dirección para el grupo de actores de la «Compañía Nacional de Teatro». El recinto del «Teatro Julio Jiménez Rueda», se abarrotaba. Hoy ese espacio escénico es sólo un vivo recuerdo para quienes amamos el teatro. Una vergüenza para quienes dicen ser responsables culturales de nuestra identidad social.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan