(Aunque Héctor diga que ya no estemos chingando)
Raúl Adalid Sainz
Hace seis años, un 30 de enero de 2016, filmaba con dos grandes actores, «Un Padre no tan Padre», mis queridos y admirados: Tina French y Héctor Bonilla.
Alternar el set con grandes actores es un regalo. Un privilegio que te da Dios. Es un don que alegra, porque los buenos actores, por lo general, son generosos. Habrá excepciones, claro está.
Esta foto, que da marco a este escrito, me recuerda a dos lindos compañeros. Gente que se ha entregado en su pasión a los escenarios teatrales, al cine, a la televisión y que han dejado su huella en el público y a quienes los hemos tratado.
Hablo de la actriz, Tina French y de Héctor Bonilla. A Tina, tuve el placer de conocerla como espectador en el teatro. En aquel célebre montaje de, «Rey Lear», dirigida talentosamente por Salvador Garcini. Tina interpretaba maravillosamente la malvada perversidad de «Regania», hija de «Lear».
El tiempo nos hizo conocernos personalmente, cuando nuestro querido amigo mutuo, el director teatral, Jebert Darién, preparaba la obra «El Vuelo». Ahí tuve el gusto de alternar el escenario con Tina, en aquel entrañable montaje suscitado en el «Teatro Libanés». Para mí una emoción fue conocerla.
Esa obra de «Rey Lear», me marcó significativamente en mi amor por el teatro y en especial a Shakespeare. Al vernos Tina y yo, siempre hay la sonrisa de sentir que el compañero Darién y «El Vuelo», están entre nosotros. Nunca olvidaré su lectura en aquella carta de Juan José Gurrola, enviada al adiós de Jebert en su sepelio. Una mujer de exquisita sensibilidad la gran Tina.
De mi admirado Héctor Bonilla, qué decir. Para mí significa el entusiasmo, la congruencia, el talento, el ángel que Dios depositó en un ser humano. Pero sobre todo, es la lucha de hacer en hechos trascendentes lo que piensas que debe ser la vida para su buen curso.
Mi primer recuerdo hacia él fue en el programa, «La Cosquilla». Era niño y cada viernes yo vivía ese maravilloso show televisivo. Me deleitaba en el humor de los dos Héctores, Suárez y Bonilla. Gozaba a Gastón Melo, a Raúl Astor, a Enrique Aguilar y a mis primeros amores de niño: Raquel Olmedo y Carla.
Después, ya adolescente, recuerdo a Héctor en una película llamada: «Meridiano 100″, dirigido por Alfredo Joskowicz. Lo vivo, en una película que a mí me gustó mucho, por la aventura pasional que viven dos jóvenes con una mujer inquietante en Acapulco, me refiero a » Narda o el Verano», de Juan Guerrero. Cinta que es un antecedente a la triunfadora, «Y tú Mamá También», de Alfonso Cuarón.
Ya llegando a la Ciudad de México, de mi natal Torreón, veo en el cine una película de Héctor que es una de mis consentidas de la cinematografía mexicana: «María de mi Corazón», de mi querido Jaime Humberto Hermosillo. Héctor y María Rojo, estaban sencillamente entrañables. En la televisión no olvido un gran trabajo del gran Bonilla, me refiero a «La Gloria y el Infierno», telenovela dirigida por el enorme cineasta Gonzalo Martínez.
Pero hay una obra de teatro, donde yo me quité el sombrero emocionado por el trabajo de Héctor, estoy hablando de «El Vestidor», de Ronald Harwood, dirigida magistralmente por mi maestro querido y admirado: José Luis Ibáñez. Ahí Héctor, estaba soberbio. «Norman», el personaje, el vestidor fiel de su «Señoría», el viejo actor shakesperiano interpretado memorablemente por Ignacio López Tarso. Un referente teatral, esa obra en mi carrera, y amor por el teatro.
Recordar a Héctor en la última escena en que el viejo actor no deja una sola línea de agradecimiento en su diario de vida a «Norman», me llena los ojos de lágrimas en el recuerdo. No olvido su espléndido personaje de embajador francés en » Señor Butterfly», obra teatral dirigida también por José Luis Ibáñez. Su circense actoralidad en «Barnum», comedia musical donde el actor mostró su dominio del género. Su gracia e ironía en la inteligente comedia de Flavio González Mello, «Lascuráin o la Brevedad del Poder».
Ahí Héctor y Carlos Cobos estaban magistrales. Su entusiasmo valiente de productor y de actor con la ya leyenda viva de nuestro cine, la memorable, «Rojo Amanecer», dirigida por Jorge Fons. Ahí el actor se jugó sus ahorros para que la película se llevará a cabo. Cuando se acabó la lana, Héctor consiguió que Valentín Trujillo (actor y productor) le entrará con recursos económicos para poder terminar la película. Esa gran cinta que es un legado histórico de nuestro cine.
Cómo olvidar el entusiasmo del gran cineasta, Jaime Humberto Hermosillo, recordando a Héctor, al dirigirlo en «Matinée» y «El Cumpleaños del Perro», estupendas películas, donde Bonilla está soberbio en su actuación. Cuando filmaba con Héctor, le pregunté: «que sientes, que las tres películas que hiciste con Jaime Humberto, siendo ustedes tan chavos, sean ahora unos clásicos de nuestra cinematografía, Héctor sonrió con alegría y me dijo: «muy bonito mano».
Hay una comedia teatral entrañable que gocé enormemente con él y mi querida Julieta Egurrola, su nombre: «Emociones Encontradas». Héctor mismo dirigió ese bombón teatral. Que delicia de trabajo.
¡Qué de recuerdos! Por eso al contemplar esta foto me lleno de orgullo de haber filmado con este par de actores consentidos para mí. Día soleado en San Miguel Allende Guanajuato. Un nombre tiene esa película: «Un Padre no tan Padre». Misma que fue todo un éxito. Esa mañana y tarde de filmación fue platicar y platicar con Héctor. Una película, de las tantas mencionadas, y que no había visto, era: «Bloody Marlene», de Alberto Mariscal. Donde Héctor ganó el » Ariel», a mejor actor.
El mes pasado, diciembre del 2020, en que murió mi amiga actriz Martha Navarro, compañera sentimental de Héctor en esa película, la vi. Entendí por qué Héctor me hablaba con tal entusiasmo de esa cinta. Otra cosa que nunca olvidaré es cuando en esa filmación que compartimos, me dijo: «Un actor, es mejor actor, mientras más géneros maneje».
Que lindos compañeros, Tina y Héctor. Que grandes charlas. Que bella es la vida cuando se comparte con gente que se da en lo pródigo. Por eso esta foto significa tanto para mí. Es la admiración y el sentir que Dios te escucha cuando dices como actor joven que empieza: «Quiero un día trabajar con ellos».
Hoy, en este prematuro 2021, Tina y Héctor filman un «Padre no tan Padre», segunda parte. Mi abrazo enorme y en el cariño perpetuo para ellos.
PD: El escrito fue hecho en enero del 2021. Me enteré que Héctor y Tina filmaban en Playa del Carmen, Quintana Roo, la segunda parte de un «Padre no tan Padre», misma que finalmente se llamó: «Una Navidad no tan Padre». Por cierto se puede ver por Netflix. La foto fue tomada por mi querida amiga, Dulce Angélica; espléndida delegada de la ANDA, y que fungió como tal, en ambas películas de este singular padre llamado «don Servando».
Que Dios conserve con mucha salud a nuestro querido, Héctor Bonilla. Eso le deseaba a Héctor en este escrito que le dio Tina durante la filmación en Quintana Roo.
El viernes 25 de noviembre de 2022, Héctor cerró el telón de su brillante camino. Un referente inmenso para mi generación ochentera de actores. Héctor Bonilla realizó todos los géneros: Tragedia, comedia, farsa, pieza, comedia musical. En cine y televisión, extraordinario, amén de ser productor y director. Actores de mística y pasión inconmensurable. Seres de esa madera son los necesarios, por eso la tristeza de su partida. Aunque él diga: que ya no estemos chingando.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan