(Mi joven Corazón idiota)
Raúl Adalid Sainz
Un joven director recibía una oportunidad: Hugo Arrevillaga. Al actor y director Hugo Arrevillaga, lo conocí en la obra: «Los Endebles». Compartimos como actores, en esa que ya es una mítica obra. Histórica: por la trascendencia e influencia en el vivir de muchos, y porque fue inspiración para que jóvenes se dedicaran al quehacer teatral.
Antes de cada función, Hugo y yo, acostumbrábamos decirnos que esa representación iba ser al estilo de determinado actor, regularmente célebre. Era como un ritual. Estas imágenes al pie del escrito corresponden al montaje: «Mi Joven Corazón Idiota», de Anja Hilling (joven dramaturga alemana). Obra teatral que Hugo dirigió en 2006 para el «DRAMAFEST», dedicado en esa ocasión, a la dramaturgia alemana contemporánea.
Al reverso de una de estas fotos, Hugo me puso lo siguiente: «Raúl, y esta función ¿cómo la quieres? como si con esta cambiáramos la vida de la gente, como si con esta función inventáramos un universo nuevo, como si Dios dijera esta es la última. Te deseo, entre muchas otras cosas, que ese grito no se extinga jamás, y que siempre, siempre, siempre, tu rabia busque una salida. Gracias amigo, 9 de septiembre 2006, Puebla».
Las fotos son del querido capturador de instantes teatrales, el talentoso Fernando Miguel, QEPD. En la segunda foto está conmigo una gran actriz de nuestro teatro: Lucero Trejo. El elenco de aquella obra estaba compuesto por gente muy talentosa y comprometida: Karina Gidi, Lucero Trejo, Humberto Busto, Constantino Morán, Dardo Aguirre, Qepd, y su servidor, quien esto escribe. Un gran trabajo de Marco Antonio Silva, en movimiento escénico.
La producción fue de Aurora Cano. Teatro, «El Granero». La última función de esta obra fue en el » Teatro Principal», de la ciudad de Puebla, durante el «Festival Internacional de Teatro», de esa ciudad. «Mi joven Corazón idiota», sería el antecedente de lo que iba ser el éxito teatral de Hugo Arrevillaga: la célebre, «Incendios», del dramaturgo libanés, Wajdi Mouawad.
El personaje maravilloso y complicado de interpretar, que me asignó Hugo, se llamaba «Sadmann». Un loco quijote enamorado de una mujer de ficción, pero cierta para él. Estupenda y reveladora experiencia humana y actoral para mí. Gracias siempre, querido Hugo. Un edificio de departamentos en Berlín, y sus moradores, era el microcosmos de un universo de vida que reflejaba, la soledad, el miedo, y las fantasías de la gente solitaria de esta contemporaneidad. Estupendo y potente texto revelador de mundos de Anja Hilling.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan