sábado 21, septiembre, 2024

Hay personajes que duelen

(Un recuerdo a aquella obra llamada » Mi Joven Corazón Idiota», dirigida por Hugo Arrevillaga)

Raúl Adalid Sainz

Nunca olvidaré la invitación de aquel joven director llamado Hugo Arrevillaga. Era el año 2006, y Hugo llevaba pasos noveles en el arte de la dirección. Su invitación era para integrarme a la obra: «Mi Joven Corazón Idiota», de la dramaturga alemana Anja Hilling. El estreno sería para el «Dramafest» del 2006, que estaría dedicado al teatro alemán.

Un texto complejo que hablaba de la soledad de un grupo de moradores en un edificio de departamentos en Berlín. El desamor, la desilusión, el recuerdo doloroso, la ficción como escape, la necesidad de amar, el miedo a vivir, eran la constante en el tema de la obra.

Un texto que surge por las conversaciones que oye en las mesas de un restaurant, la dramaturga Anja Hilling, cuando se ayudaba económicamente siendo mesera en Alemania.

Un elenco de actores maravilloso logró conjuntar Hugo: Lucero Trejo, Karina Gidi, Dardo Aguirre (QEPD), Constantino Morán, Humberto Busto y un servidor, Raúl Adalid. Un colaborador invaluable para el movimiento escénico tuvo Arrevillaga, el gran Marco Antonio Silva.

Entre Hugo y Marco se tejió una sensible e inteligente creatividad organizativa para el montaje de ese difícil texto. Una estructura de monólogos con personajes que se cruzaban, se entremezclaban en sus respectivos dolores, pese a rehuir el contacto en muchos casos. Conductas típicas de las unidades habitacionales. ¿Cómo evitar la cercanía, cuando llevas dolor en el alma en este tipo de lugares? Situación incómoda indudablemente.

En lo personal me tocó un personaje muy difícil de interpretar llamado «Hans Werner Sadman». Una especie de homeless vagabundo, romántico perdido, habitante del edificio. Vivía en la irrealidad. Preso de un amor ficticio que para él era real. En su encantamiento penaba, pues estaba seguro que, en su sueño, había matado a su amor, una bella mujer llamada Johanna. «Sadman», era una especie de quijote encantado.

Situaciones difíciles para interpretar. Nada resultaba lógico. Hugo y yo decidimos abordarlo desde su locura. Un sinsentido hecho con absoluta verdad. Apelando mucho a la imaginación y a la intuición. El personaje era muchas veces infantiloide en sus actos inocentes. Fue uno de esos roles que te hacen sentir que no eres actor. No los encuentras. No te sientes en verosimilitud. Los clamas en tus recuerdos, en lo más escondido y olvidado y sientes que no acuden. El sueño se entorpece. Duermes inconstante, cuando lo logras. La relajación se ve alterada, elemento primordial para crear.

Comienzas a andar lerdo, vulnerable, y una noche sin saber cómo, empieza aquel ser a acudir. Y tú no lo notas. Tú crees que estás como el culo. Así como decimos los actores en los teatros. Bajo esa sensación estrené. A una de las primeras funciones fue mi maestro y director querido, Raúl Zermeño.

Una característica tenía Raúl: nada le gustaba. Esa noche para mi sorpresa le dijo a mi mujer que era lo mejor que me había visto desde «Fugitivos», obra teatral de Víctor Hugo Rascón Banda, que el mismo Raúl Zermeño había dirigido. Las cosas extrañas y misteriosas que tiene el teatro. Te puedes sentir pésimo y resulta que estás excelso. ¿Por qué? No lo sé con certeza.

Hay quien dice que al estar más vulnerable es cuando se vuelcan cosas que ni imaginas. Se dice también que es porque dejas de observarte en escena. Ya no hay nada que perder. Yo aún no sé qué sucedió con exactitud en esa obra y con ese difícil amigo personaje llamado «Sadman». Aún lo recuerdo con una melodía que Hugo me compartió en CD para que me inspirara: «In Dreams». Aquella que tanto gustaba al actor Dennis Hooper en la película «Blue Velvet», de David Lynch.

Tengo vivos recuerdos de Lucero Trejo, actriz maravillosa de la escena con quien mi personaje interactuaba. Un grupo de actores, provenientes todos del teatro, con un talento notable y maravilloso. La obra fue un éxito en críticas y en el gusto de la gente que abarrotaba el Teatro «El Granero»; y eso que nos tocó el bloqueo obradorista a Paseo de la Reforma en 2006.

Un éxito también para el joven Hugo Arrevillaga, que se significaba en aquel entonces como una joven promesa en la dirección. Hoy Hugo, es uno de los mejores exponentes escénicos de nuestro teatro. Compañero actor en la legendaria y bella obra «Los Endebles», de Michel Marc Bouchard, dirigida por Boris Schoemann. Ahí conocí a Hugo, por los albores del año 2000.

«Mi Joven Corazón Idiota», dio su última función a finales del año 2006 en el «Teatro Principal» de la ciudad de Puebla. Hoy recordé esa puesta, como una de esas imágenes remotas que duelen pero que son placenteras por lo tanto aprendido en esta difícil pero fascinante carrera de actor. Un saludo muy fraterno en el recuerdo a ese extraordinario grupo de artistas creativos. La escenografía fue de Sergio Villegas.

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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