Sexto congreso nacional: «Agua para todos, agua para la vida»
Salvador Hernández Vélez
En la Ciudad Universitaria de la Universidad Autónoma de Coahuila, en Torreón, se llevó a cabo la Sexta Reunión Nacional, “Agua para todos, agua para la vida”. Congregó participantes de 29 estados del país. Fueron convocados para continuar reflexionando y proponiendo alternativas de solución a las diversas problemáticas que se dan en torno a ese valioso, estratégico y escaso recurso natural, no renovable, el agua. En la reunión participaron Pedro Moctezuma Barragán; el gobernador de Valparaíso de la República de Chile, Rodrigo Mundaca; José Narro, senador de la república; Raúl Vera, obispo emérito; Carolina Vilchis de Movimiento de Defensa del Agua, la Tierra, y la Protección del Medio Ambiente de Chile; Juan Luis Hernández, rector de la Ibero Laguna; Humberto Montes de Oca y la activista Antonia Victorino Marcos, de Querétaro.
Este evento se realizó en una región, la Comarca Lagunera, en la que desde siempre los conflictos y la lucha han sido por el agua. Según Williams K. Meyers, los orígenes de la Revolución Mexicana en La Laguna tienen su explicación en las confrontaciones por el agua entre los de arriba y los de abajo del río Nazas. Por ello, durante mi participación en este importante congreso, comenté que la problemática del agua en nuestro país, y particularmente en la Región Lagunera, debe ser abordada desde una perspectiva multidisciplinaria: el punto de vista económico, la regulación jurídica, su relación con el cambio climático, la responsabilidad social empresarial, el ámbito local, la academia, la investigación, la muy importante participación comunitaria y la organización social.
El problema del agua no puede resolverse sólo en su propio sector, pues es un tema transversal, en el que confluyen todos los sectores y es, además, un problema de escala global. Como problema complejo que es, se justifica la necesidad de abordarlo desde la multidisciplinariedad, la diversidad de actores e intereses y su participación activa en los procesos de decisión.
El reto no es sencillo puesto que no es una práctica común involucrar a todos los actores. Pero el agua puede ser la ruta para el fomento de la confianza, la cooperación y la prevención de conflictos. El futuro de la humanidad ha dependido y seguirá dependiendo de la disponibilidad de agua. El bienestar, la salud y la economía, dependerán de las acciones que tomemos para garantizar su conservación y uso eficiente.
En nuestro país, la distribución geográfica del agua no coincide con la distribución geográfica de la población, y las zonas rurales cuentan con una menor cobertura del vital líquido. De ahí que actualmente tengamos grandes problemas, a saber: la sobreexplotación de los acuíferos subterráneos, la contaminación de los cuerpos de agua dulce, la deforestación de las cuencas altas, origen de los ríos y sus afluentes, la calidad del agua de ríos y lagos cada vez más pobre, la extinción de especies de agua dulce, cinco veces mayor que las especies de aguas marinas, la degradación y salinización del suelo, la fragmentación de políticas públicas que impiden una acción eficaz de los gobiernos; la información segmentada y la escasa participación de los usuarios en general.
Por lo que tenemos que enfrentar una serie de retos en diferentes espacios: administrativos, ambientales, tecnológicos, sociales, económicos y legales. Pero a la vez, una serie de oportunidades que debemos de aprovechar: acotar la demanda, ahorrar agua donde más gastamos, construir reglas claras, aceptar que cada región requiere de soluciones específicas, incorporar a las universidades, los centros de investigación, empresas y organizaciones de la sociedad civil, insistir en una mejor articulación de las políticas del sector agua con otras acciones públicas de los gobiernos locales, impulsar un cambio de paradigma en este tema.
Debemos insistir que el agua es un bien escaso, no es tan abundante como suponemos y es parte de un ciclo natural, el cual alteramos con frecuencia con las actividades humanas; pero asimismo es un bien demasiado frágil, que se contamina con facilidad. Por eso el agua debe ser tratada, como un bien público social y como un derecho humano.
Finalmente les comenté que soy originario de Viesca, Coahuila, y que a pesar de las “grandes obras “de infraestructura hidráulica construidas, esta zona evolucionó de “oasis a páramo”.
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