viernes 31, octubre, 2025

FRACTALIDADES

Viesca: Don Lupe Martínez, el mecánico del pueblo

Estudió por correspondencia mecánica y empezó con la reparación de bicicletas. En aquellos años había pocos vehículos de motor de gasolina

Salvador Hernández Vélez

José Guadalupe Martínez Luna nació el 12 de diciembre de 1944 y falleció el 22 de febrero de 2025. Sus padres, Balbina Luna Luna y Felipe Martínez Ortiz, tuvieron diez hijos. Los Martínez Luna son una familia muy apreciada en Viesca. Don Lupe Martínez cursó hasta sexto año de primaria. Aprendió desde niño a nadar en los manantiales sin instructor: intentando e insistiendo con los demás niños, pudo lograrlo. Desde pequeño le gustó trabajar en lo que salía. Vendía duros que preparaba su mamá con salsa casera, quesos, pan de acero, entre otros productos.

De joven se fue a trabajar a Sonora, Sinaloa y a Monterrey, Nuevo León, en aceros planos. Estudió por correspondencia mecánica y empezó con la reparación de bicicletas. En aquellos años había pocos vehículos de motor de gasolina. En el pueblo le apodaron “Don Lupe Martínez”, el mecánico del pueblo. Fue uno de los primeros mecánicos. Reparaba desde una bicicleta hasta camiones. Siempre tenía trabajo. El frente de su casa estaba lleno de carros, los arreglaba conforme llegaban.

Nunca se negó a prestar sus servicios, aunque tuviera mucho trabajo, incluso cuando en ocasiones llegaba gente de los ejidos con sus camionetas muy dañadas y sin dinero para pagar. Él con gusto las arreglaba con la confianza de que algún día le pagarían. También estudió taquigrafía por correspondencia. El curso lo iniciaron 30 personas, pero sólo don Lupe y Doña Luz Hernández terminaron esos estudios. A don Lupe no sólo le gustaba arreglar bicicletas, era su medio de transporte, las usó hasta el último día de su vida, decía que pedalear su bicicleta era como andar en la gloria, en ella llegaba de inmediato a donde lo necesitara y sin gastar gasolina ni contaminar. En las competencias de carreras de bicicleta, que se organizaban de Viesca a Zapata, fue campeón.

Cantando y trabajando conoció al amor de su vida, su esposa Francisca Sandoval Rivera, con quien contrajo matrimonio en 1968; procrearon ocho hijos: Alma Delia, María Estrella, Juan Francisco, Griselda, José Guadalupe, Sergio Rolando, Lucero y Felipe de Jesús. En el año de 1960 trabajó en los camiones del señor Fidel Castro, con los que acarreaban sal de Viesca a Zacatecas. Si se descomponía el camión, él lo arreglaba. En 1965 trabajó en la empresa SULVISA.

En 1970 fue contratado como mecánico de camiones de motor diésel en Baja California Sur. Se trasladó con su esposa y su primera hija, Alma Delia. Al año de radicar en ese lugar de hermosas playas, nació su segunda hija a la orilla del mar, por ello su nombre: Estrella del Mar. Vivieron allá tres años, regresaron en 1973, fecha de la segunda inundación del río Aguanaval; se perdieron todas las casas de la Villa de Bilbao y se ahogó el beisbolista Celso Escobedo. La fuerza del agua partió la carretera. El doctor del pueblo en ese tiempo fue auxiliado por don Lupe, que sin importarle el peligro, lo trasladó en una cámara de llanta inflada. Fue un gran nadador, podía hacerlo por varias horas.

Después de tres años de andar allá, regresó a Viesca y laboró en la fábrica de postes para la CFE que estuvo instalada en la esquina de calle Morelos y Constitución, ahí se fabricaban los postes para la Comisión, los encargados de precolados eran don Fermín de León Martínez y don Samuel Favela. Pero nunca abandonó su oficio de mecánico. Aunque tuviera un empleo, trabajaba en su taller por las tardes, le ayudaban sus hijos, quienes aprendieron el oficio. Al momento de fallecer tenía 16 nietos y tres bisnietos, los adoraba. Fue un abuelo muy cariñoso.

Le gustaba cantar. Sus canciones favoritas eran “La Paloma Azul”, “Mi Castigo”, “Quiero otra Copa de Vino”, “Las Dos las Quería pa’mí”, “El Tercer Jalón”, “Morena Morenita”, “China de los Ojos Negros”, “Cruel Navidad”, de Los Alegres de Terán, Los Cadetes de Linares, Homero Prado y Los Montañeses del Álamo. Cantaba a capela y en otras ocasiones en compañía de sus hermanas Isabel y Rosario. Los Martínez eran de buenas voces, por eso sus nietos ahora cantan en grupos musicales.

Don Lupe se caracterizó por tener muchas amistades. Fue muy alegre, en su casa siempre brindó un “taco”, a las visitas o a los que acudían a solicitar sus servicios. Fue una persona muy altruista y querida en el pueblo y en los ejidos. En época de elotes, sandías y melones, lo buscaban y le obsequiaban como muestra de agradecimiento. Al mecánico del pueblo aún se le recuerda con mucho cariño.

jshv0851@gmail.com

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