viernes 24, octubre, 2025

FRACTALIDADES

Viesca: Chuy Ayala, un hombre afortunado que no olvida sus raíces ni a su gente

Chuy ayudaba en las tareas de labrar la tierra, sembrar y cuidar el ganado. Plantaban y cosechaban principalmente algodón, el famoso ‘oro blanco’

Salvador Hernández Vélez

Jesús Ayala Montoya nació el 26 de enero de 1936 en Viesca. Sus padres fueron Francisco Ayala y Ana María Montoya. Del fruto de esta unión nacieron varios hijos, aunque Jesús tuvo otros medios hermanos por parte de su papá: José Luis Ayala (✝) y Rodolfo Ayala. Terminó la primaria en Viesca y para estudiar la secundaria se tuvo que trasladar a San Pedro de las Colonias.

Su papá fue propietario de varios ranchos, uno de ellos ubicado detrás del cerro del Madero, donde está la Santa Cruz. Al agotarse el agua, abandonaron esa propiedad. Hoy sólo quedan las ruinas, las anécdotas y los recuerdos de ese lugar. En las paredes de adobe, ya derrumbadas, aún se conserva sobre la puerta principal el nombre de Paco Ayala.

En los ranchos trabajaban un buen número de habitantes de la región. El “capataz” del rancho que estaba abajo del Madero fue el señor Ambrosio Sosa. Ahí Chuy ayudaba en las tareas de labrar la tierra, sembrar y cuidar el ganado. Plantaban y cosechaban principalmente algodón, el famoso “oro blanco”. La buena economía de la que gozaba su familia era producto de esa materia prima. Le tocó piscar en las famosas “sacas” de lona (costales), donde iban por los surcos recolectando el algodón.

En ese predio, el 18 de junio de 1966, sucedió una tragedia: un rayo le cayó a un joven recién casado de apellido Almaraz (esposo de Elvira Montiel), al caballo alazán que montaba y al perro que los seguía. Todos quedaron calcinados. En el lugar aún se conserva la cruz de madera, ya muy deteriorada por el paso del tiempo, pero es algo simbólico que recuerda el suceso. En el pueblo aún viven varios trabajadores que presenciaron ese acontecimiento. Lo cuentan con un gran asombro, uno de ellos es el señor Anastasio Hernández Castruita, el intendente de la primaria “Andrés S. Viesca”.

Pese a la tragedia, se vivieron momentos bonitos. Por ejemplo, a Jesús le tocó disfrutar de los manantiales. Con sus amigos se iba a caballo al manantial de Juan Guerra a disfrutar de las aguas y lo maravilloso del paisaje.

Al igual que su padre, Chuy tuvo varias parejas: primero se casó con Martha Martínez, quien tiene 88 años. Tuvieron a Juan Francisco, Martha, Ana Lilia, Beatriz Adriana y Jesús Alberto (✝), aparte tuvo otros dos hijos: Martha y José Luis que viven en Torreón. En Saltillo tiene otra hija, Adriana Ayala. Y en Torreón formó otra familia con la que tuvo a Jesús Iram, Aarón Arturo y Jockabed. La actual y última pareja de don Chuy es la joven Beatriz Vaquera, de Nuevo Laredo.

Cuando ya no hubo agua para sembrar en los ranchos, los Ayala se dedicaron al transporte urbano de pasajeros en Torreón. Chuy fue líder en la Federación Regional Autónoma del Transporte (FRAT).

Desde hace más de 20 años, cada 25 de diciembre, por iniciativa de su compañera, la señora Beatriz Vaquera, acuden al barrio de la Ermita de Viesca, con bolos y piñatas para alegrar a los niños del pueblo.

La gente recuerda que en alguna ocasión llegó al festejo de Navidad con trineos, Santa y el famoso payaso de aquellos años, “Vita Uva”, esto como homenaje a su padre Francisco Ayala, quien cada Navidad juntaba a los niños del pueblo, los formaba en fila india y les regalaba una moneda de 20 centavos.

También Chuy traía despensas a la comunidad, siempre acompañado de la señora Beatriz. Decía que era un gesto de generosidad y una forma de corresponder a la gente por los bellos recuerdos de su niñez, y que él seguía reconociendo, pues gracias al trabajo de la gente de Viesca, él y sus hermanos gozaron de una situación económica que aún hoy les rinde frutos y satisfacciones. Además, debido a ese agradecimiento, tomó la decisión de donar los terrenos donde hoy se ubica el área de juegos y de los días de campo semanales en Juan Guerra, con el propósito de dejar un modesto legado al pueblo que lo vio nacer.

Actualmente, Chuy vive en Torreón, anda rondando ya los 90 años. Junto con su compañera, disfruta de la vida que en cierta medida le heredó su padre y que él, con su trabajo, esfuerzo y visión, desarrolló; sin olvidar sus raíces, tiene siempre presente a los viesquenses y a su querida Viesca. En vida, solicita que cuando muera lo entierren en el panteón municipal del pueblo, donde descansan los restos de su papá Paco Ayala y que el traslado sea en una carreta tirada por caballos, según la tradición de su pueblo.

jshv0851@gmail.com

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