Psicopolítica, el arte de hacernos dependientes, no sumisos
Salvador Hernández Vélez
El libro “Psicopolítica” de Byung-Chul Han es un texto provocador, en relación con el concepto de libertad. En el mundo actual, sin más, nos consideramos libres sólo porque podemos opinar lo que queramos haciendo uso de nuestro teléfono móvil en las redes sociales, dando like en cualquier momento a una protesta, denuncia, o simplemente, emitir algún comentario, muchas veces sin mediar la más mínima responsabilidad. Byung-Chul Han es tajante: “La libertad es la contrafigura de la coacción. La libertad, que ha de ser lo contrario de la coacción, genera coacciones”. ¡Impactante! Suena paradójico, la libertad del mundo neoliberal, la libertad de nuestra época, la del internet, la de las redes sociales, es coactiva. Y, además, nos ufanamos de que vivimos en la sociedad del “poder hacer”. Es muy diferente a la libertad de la sociedad disciplinaria, a la sociedad del “deber”.
Las redes sociales a las que podemos acceder muy fácilmente nos hacen creer que somos libres, porque podemos decir lo que se nos venga en gana. Desde el anonimato que nos permiten las redes sociales podemos disentir, denunciar, acusar e insultar sin consecuencias. Nos creemos libres porque “damos la cara” desde una red digital. Por eso, cuando el internet hizo su aparición, y luego las redes sociales se fueron “socializando” escandalosamente, celebramos a las redes digitales como medios de libertad ilimitada. Gritamos: ¡Bendita libertad digital!
Pero ahora nos damos cuenta de que la libertad y la comunicación ilimitadas se están convirtiendo en control y vigilancia totales. Los medios digitales socializados son instrumentos de vigilancia y explotación de lo social de forma despiadada, esto debido a que hoy nos comunicamos fácilmente de forma intensa, incluso enfermiza, pero a la vez nos desnudamos por nuestra propia voluntad, exhibimos nuestra vida privada, para ello sólo hay que dar un flashazo y teclear cualquier cosa. La información de la que hacemos gala no tiene contexto, carece de interioridad. Nos hemos transformado en simples y mortales consumidores. La libertad del ciudadano, de esta manera, se transforma en una simple mercancía ¿Qué venden los youtubers? En el caso de la política, los votantes no están capacitados para la acción política común. No pocos reaccionan, sólo reprochan y se quejan, como lo hace un consumidor ante las mercancías que le desagradan, y sigue consumiendo.
Walter Benjamin, uno de los pensadores alemanes más importantes e influyentes del siglo pasado, concibe el capitalismo como una religión. Dice que es el “primer caso de un culto que no es expiatorio sino culpabilizador. El capitalismo es un sistema en el que no es posible liquidar las deudas, por lo que se perpetúa el estado de falta de libertad”. Para Marta Harnecker son “hombres tarjeta-crédito”. Esto me recordó a un amigo que vive ilegalmente en EU, en una ocasión, le pregunté que si no temía que lo deportaran; me contestó que mientras él fuera responsable en su trabajo, cumpliera con la ley, y sobre todo, debiera dinero en ese país, nadie lo molestaría. Y remató diciendo, aquí hay que deber, tener todo a crédito. Tener deudas da seguridad de estancia en Estados Unidos.
En el régimen neoliberal la explotación es más bien autoexplotación, nos agredimos nosotros mismos. Esta forma digital de autoagresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo. Por eso ya no hay revoluciones. Ya no trabajamos para nuestras necesidades, sino para las del capital. En esta etapa, el capitalismo actual genera sus propias necesidades, que nosotros tomamos como propias. Al neoliberalismo globalizado no le interesa imponernos un silencio. Al contrario, nos exige compartir, participar, comunicar nuestras opiniones, necesidades, deseos y preferencias; esto va contra nuestra vida, y no lo percibimos.
En la sociedad disciplinaria, la biopolítica era la forma de gobierno, hoy en el régimen neoliberal se explota principalmente la psique. Para incrementar la productividad, no se superan resistencias corporales, sino que se optimizan procesos psíquicos y mentales. Con el internet, en donde domina la apariencia de la libertad y la comunicación ilimitadas, no se tortura, se tuitea o postea. La nueva concepción de poder no consiste en el control del pasado, sino en el control psicopolítico del futuro.
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