Viesca: Chayito, la mujer que le escribía poemas al agua
A ella le gusta mucho leer, escribir la historia y poemas al pueblo de Viesca. Cuenta con un libro de poemas sobre los manantiales
Salvador Hernández Vélez
María del Rosario Martínez Valdés nació el 21 de enero de 1944 en Viesca. Hija de Mercedes Valdés y Gregorio H. Martínez, estudió hasta la primaria. Chayito añora su niñez en los manantiales; le gustaba meter los pies y sentir cómo corría el agua en las acequias del pueblo y cómo brotaba en los manantiales. Disfrutó la abundancia de agua en Viesca; era un oasis. Con nostalgia menciona los árboles frutales que había en la orilla de agua. Los niños pasaban corriendo y cortaban la fruta que quisieran; la comían con emoción. Nunca se imaginó que todo eso se fuera a terminar…
En su juventud, le gustaba hacer lunadas con las amigas en los arenales o en Juan Guerra, a los bailes en el famoso “molino rojo” de Tito Guzmán. Andaba en la bici que le prestaba su tío Chindo Salazar. Gozaba de los bailes de aquellas épocas con las orquestas y músicos de Viesca; no se explica quién los habría enseñado, pero tocaban muy bien. Las bodas se ajustaban a las costumbres de esos años: la misa era por la mañana, la fiesta se hacía en la casa de la novia, la comida en el patio y hasta en la calle, y se acababan ya en la noche.
Los bailes de las festividades del pueblo eran en la plaza, todas las jovencitas lucían elegantes vestidos que estrenaban, y los jóvenes, botas bien lustradas. De los bailes, el de Año nuevo casi siempre era en el cine “Balmori”, estaba en la casa del señor Manuel Martínez por la calle Hidalgo, entre la Canaguita y el Paso de Águila. Balmori era el nombre de un famoso personaje que se disfrazaba de muchas maneras y engañaba a la gente, lo que llamaba la atención. El dueño del cine era Demetrio Kabande “Demi”, (hijo de don Demetrio Kabande y Blanquita), las funciones eran los fines de semana, los domingos había matiné. Todos querían ir a ver las películas y noviar. Chayito recuerda que Demi Kabande traía de Torreón las películas, pues él tenía su proyector. Las bancas eran rústicas, de madera. Antes del Balmori hubo otro cine, de Fernando Saldaña, de una familia de San Juan de Guadalupe, Durango, radicada en Viesca. Doña Panchita Saldaña puso una tienda en el barrio La Ermita.
Chayito participaba en las actividades de la iglesia, fue integrante de la JCFM (Juventud Católica Femenina Mexicana). Recuerda que de niña ofrecían flores a la Virgen María, en el mes de mayo. En esos años, en la parroquia Santiago Apóstol estaba el padre Julián Esquivel. A ella le gusta mucho leer, escribir la historia y poemas al pueblo de Viesca. Cuenta con un libro de poemas sobre los manantiales. Su papá, Goyito, fue el dueño de la tienda “La Frontera”, donde ella lo ayudaba a vender mercancía. Guarda con mucho cariño y orgullo una colección de fotografías antiguas del pueblo y de la familia, es un gran tesoro.
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Chayito trabajó en SULVISA cuando tenía 27 años, fue la secretaria de la Gerencia. Laboró ahí ocho años. Antes, estudió un curso de mecanografía y taquigrafía en Torreón, en un colegio que estaba frente a la Alameda, en el turno nocturno. Se quedaba en aquella ciudad con su hermana Mercedes. También tomaron el curso sus sobrinas. Le gustaba mucho su trabajo y convivir con todos. Renunció para casarse con Gustavo Ramírez en 1979. Con su esposo se fue a vivir a Mazatlán, Sinaloa, donde trabajaron un tiempo y luego regresaron a Viesca. En el pueblo la vida los premió con un ángel: su hijo David.
Ambos fueron grandes emprendedores, pusieron una pequeña granja en el patio de la casa de María Narro (a una casa de donde estuvo preso Miguel Hidalgo). Tenían vacas y Chayito hacía quesos. Al mismo tiempo que atendían su hato, también pusieron un negocio de maquinitas de juegos que se activaban con monedas. Incluso fueron de los primeros en el negocio de las computadoras. Se las rentaban a los estudiantes por tiempo. Fue toda una novedad en el pueblo. Aunado a este negocio, contaban con una copiadora y un billar, lo que atraía la atención de los jóvenes estudiantes de aquella época.
Quedó viuda en 2005, y como siempre le gustó la siembra, dice que ahora se entretiene sembrando ajo, cebolla, chile y árboles frutales. Tiene buena mano, pues todo lo que siembra tiene éxito. Su increíble imaginación y sus vivencias se convirtieron en sabiduría para seguir conociendo del antiguo Viesca, de sus personajes, experiencias y aportes. Tan sólo sus poemas reviven la sensación de ver nuevamente el agua en el pueblo.