A Saúl sus maestros le abrieron el camino del progreso
Es un ser humano de trabajo que ayuda a quien se le acerca. Siempre está dispuesto a apoyar a su prójimo
Salvador Hernández Vélez
Saúl nació en la clínica del Seguro Social en Viesca. Dice su mamá que con el nacimiento de él se estrenó esa pequeña clínica. Llegó a estas tierras semidesérticas el 4 de diciembre de 1977. Su mamá, doña Cenobia Ruiz Gatica, alumbró a ocho hijos: María del Rosario, Isidro, Ema, María Magdalena, María Concepción, Alma Leticia, Saúl, Ignacio, José y Esther.
Como su papá, Nachito Espinoza (f), quien era el mayordomo de vía, vivió en las casas de madera en la extinta estación de ferrocarril, recuerda su infancia como si fuera una película. Desde pequeño acompañó a su papá y le tocó recorrer las vías en el armón, hasta la Hacienda de Hornos, a hacer arreglos en la espuela de la fábrica de sal (SULVISA) y también a la estación Bilbao, a la altura de los cerritos que están en el corazón de lo que fue la laguna de Viesca, donde desembocaba el río Aguanaval.
Desde niño recolectaba la vaina del mezquite, la vendía y con eso se financiaba sus gustos en las ferias del pueblo. En otra temporada acopiaba fierro viejo. Desde pequeño aprendió a hacer cuentas apoyado por su papá, quien le enseñó a sumar para que le ayudara en sus tareas en el levantamiento de las vías de ferrocarril, después de que dejó de transitar el tren de Torreón a Saltillo. Jugaba a los carritos sobre las vías férreas, esperando el paso del tren. En el cabús, último vagón del tren, donde venía su tío Facundo Espinoza, le pedían petardos y luces de bengala.
Cuando lo ingresaron a la primaria, dice que no le gustaba estudiar, por lo que su mamá recibía quejas constantemente. Las maestras le decían que era listo, pero que al terminar sus actividades se dedicaba a molestar a sus compañeros. Perdió un año, pero al regresar la maestra Lolita lo reencauzó y él comenzó a agarrarle amor a la escuela. En quinto año, apoyado por su maestra Mayela de la Paz y junto con su hermano Ignacio, participaron en un concurso regional de conocimientos, donde obtuvieron el segundo y tercer lugar. Pero lo inquieto no se le quitó.
Pasó a la secundaria Técnica No. 15, obteniendo los primeros lugares. Desde los 13 años se iba a Ciudad Juárez, Chihuahua, con sus hermanos y aprovechaba para trabajar en la obra, en el tren de pasajeros no le cobraban por ser hijo de ferrocarrilero. Luego ingresó a la prepa en el CBTA de Viesca, que apenas empezaba. Él se pagaba su inscripción.
Estando en prepa se fue a Estados Unidos para ayudar a su familia. En Fort Worth, Texas, lo apoyaron sus amigos y compadres, los Ramírez Vélez, para trabajar en la obra. Al regresar a su pueblo trabajó de ayudante del señor Manuel Favela Alvarado, “Favelita” (QEPD), un “maistro” albañil muy reconocido. Él lo trató como hijo y le enseñó todo lo referente a la construcción. Ahí aprendió a elaborar lavaderos de cemento. Fue así que se convirtió en la mano derecha de Favelita, y cuando el señor se retiró de trabajar en la construcción, lo sustituyó.
Saúl ha construido varias casas con materiales de tierra y adobes en Viesca, y otras con ingredientes de cemento. En varios ejidos ha hecho piletas, salones de escuelas y habitaciones. Como contratista cuenta con las herramientas necesarias y trabaja por su propia cuenta. En ocasiones brinda trabajo a otros “maistros” albañiles y ayudantes de albañil.
Sus servicios los contratan con anterioridad y algunas personas esperan a que tenga espacio para que les haga algún trabajo de albañilería. Les cotiza todo lo solicitado y los materiales correspondientes: les pide que compren todo lo necesario con anticipación para garantizar el trabajo y asegurar que no haya contratiempos para no hacer la obra a la carrera o mal hecha. Ha enseñado el oficio de “maistro albañil” a varias personas, como a él le enseñaron, entre ellos a su amigo y compañero Gerardo Jiménez, “Melones”.
En fechas recientes, trabajó en Ciudad Juárez, Chihuahua; Monterrey, Nuevo León, Torreón, entre otros lugares. Es un ser humano de trabajo que ayuda a quien se le acerca. Siempre está dispuesto a apoyar a su prójimo.
Se casó con la joven Verónica Almaraz Favela y procrearon tres hijos: Yazmín Verónica, Evelyn e Iker Esaú. Sus dos hijas ya están en la universidad. Comenta que se puede triunfar y progresar, que no es necesario irse a Estados Unidos para salir adelante y prosperar en la vida. Para él, aprender de los que saben, dejarse guiar y trabajar con disciplina le ha permitido sacar adelante a su familia.
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