(Jorge Del Río, su duende de volver vivo el asombro)
Raúl Adalid Sainz
Hay amigos que tienen el poder de convocatoria, en medio de una vorágine citadina, como es la Ciudad de México. Asistí, muy de mañana, con mi esposa Elvira Richards, a vivir la conferencia espectáculo, sobre María Conesa y Esperanza Iris, por el actor, director, dramaturgo y maestro, Jorge Del Río.
La cita: «La Casa de la Cultura de Coyoacán, Jesús Reyes Heroles». Siempre he sabido de la sensibilidad exquisita de Jorge. Lo conocí en aquellos años, los dos muy jóvenes, haciendo zarzuelas y operetas. Jorge era un estelar de las comedias musicales, y yo comenzaba mis pasos de actor. Me ayudaba en mi carrera de histrión, haciendo un género hermoso, ese mal llamado género chico, las grandes zarzuelas y operetas.
Éstas llegaron a mí por azares del destino. Pero desde niño las escuchaba por mi padre, era un adorador irredento de ellas. En ese periodo de mi vida, 1986, tuve el inmenso placer de conocer gente muy hermosa y talentosa: recuerdo a la gran actriz española Sarita López, a la soprano Graciela Saavedra, al querido actor Carlos Aguilar, a Teresa Lagunes, a su padre y hermano, los tenores Jorge Lagunes, padre y junior del mismo nombre, al director y productor Roberto Chávez Trowe, al gran maestro, director musical, Emilio Pérez Casas, y a los grandes actores de ese gran género: Leopoldo «Polo» Falcón y Jorge Del Río.

Treinta y nueve años después, me reencontré con Polo Falcón, y prácticamente con Jorge, aunque dos años antes nos habíamos visto. Sentí hermoso verlos. Éramos muy jóvenes, y muy llenos de ilusiones. Polo Falcón, es una autoridad en el género de las zarzuelas y operetas. Monta sus espectáculos en el querido Madrid, y aquí en la Ciudad de México. Compañero inseparable de Plácido Domingo. Su mentor. Jorge tiene su compañía de teatro, llamada «Coliseo». En su conferencia espectáculo, viví, aquellos momentos de zarzuelas y operetas. Las lágrimas se me escurrieron por la lateral de mi pupila derecha, oyendo arias de la opereta «La Viuda Alegre», de Franz Lehar, y oyendo un trocito de la zarzuela «La Gran Vía», mi padre y Madrid resonaban en mi alma. ¡Qué momento hermoso fue darle un abrazo a Polo y a Jorge!
Encontré en el público a otro actor, compañero del cine, el querido Arturo Vázquez. Nos conocimos en la película: «La Cristiada». Al lado de Peter O Toole, y Oscar Issac. Gran calidad humana de Arturo. Recordamos a su padre, muy querido en mi Torreón, el inmenso cantante Alberto Vázquez, y un sentir hondo hicimos por su madre, mi admiradísima Isela Vega. Arturo al paso del tiempo es la cara de su mamá.
Fue un día hermoso. 27 de marzo, Día Mundial del Teatro. Y curioso, que en tal fenomenal día, nos hayamos reencontrado y con tanto cariño. Es que así somos los actores, somos unos niños que un día encontramos nuestra tierra prometida, esa llamada la ficción, con quien jugamos se vuelve fraterno para siempre.
¡Gracias Jorgito Del Río, por tu exquisita partitura hablando de «La Conesa», y Esperanza Iris, y por darnos esa alegría de reencuentro! Felicidades enormes a los integrantes de tu compañía.
En la primera foto estoy con Jorge Del Río, en la segunda estamos: Beto Méndez, músico mexicano, y mis queridos Arturo Vázquez, Jorgito Del Río, y un servidor.
Mi abrazo a aquellos días, donde mis años de mozo pasé. Recordando el aria de «Javier», en la zarzuela «Luisa Fernanda».
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan