Jessica Rosales
El voto cruzado en Coahuila y la ola de Sheinbaum
El pasado 2 de junio, los resultados electorales en México dejaron un panorama político que podría describirse de muchas maneras, pero trae consigo un análisis desde diversas perspectivas que deben llevar sobre todo a los partidos políticos a una gran reflexión sobre lo que hoy piensa el electorado.
En una jornada histórica, Claudia Sheinbaum, abanderada de Morena, se alzó con la victoria en Coahuila, mientras que el PRI, partido tradicionalmente dominante en la región, obtuvo un significativo respaldo en los ayuntamientos locales ganando en 29 de 38 alcaldías, de acuerdo con los cómputos distritales.
Este fenómeno, conocido como «voto cruzado», donde los electores dividen su voto entre distintas opciones partidistas para diferentes cargos, revela una complejidad en las preferencias del electorado que merece una reflexión profunda.
La victoria de Claudia Sheinbaum en Coahuila es significativa por varias razones. Primero, representa la consolidación de Morena como fuerza política dominante en el estado en lo que se refiere al ámbito federal, pero en una región históricamente dominada por el PRI.
Esta victoria no solo subraya la popularidad y el apoyo que Sheinbaum ha logrado consolidar, sino que también refleja a una población temerosa de perder los programas sociales federales, adultos mayores que si bien siguen encontrando en el PRI bienestar en su estado, estaban por completo convencidos de que perderían el beneficio federal y decidieron por la continuidad.
El hecho de que el PRI haya mantenido una considerable influencia en los ayuntamientos locales indica que, a pesar del apoyo a Sheinbaum, hay una valoración positiva del trabajo y la gestión local de los priistas. Este voto cruzado sugiere que los electores están diferenciando entre la política estatal y la local, seleccionando a sus representantes posiblemente basándose en criterios de beneficios o desempeño y no necesariamente en lealtades partidistas.
Hoy los ciudadanos están ejerciendo su derecho al voto de manera más crítica y reflexiva, evaluando a cada candidato y partido por sus méritos específicos en lugar de seguir una línea partidaria rígida. Esta actitud podría ser vista como un llamado de atención para todos los partidos políticos: los votantes están exigiendo resultados y responsabilidad a todos los niveles de gobierno.
Además, el voto cruzado podría ser una respuesta a la percepción de que ninguna fuerza política tiene el monopolio. Los votantes parecen estar enviando un mensaje claro.
La candidata de Morena, Claudia Sheinbaum logró en Coahuila el 57. 3% de los votos frente a 38.8% de Xóchitl Gálvez de la coalición PRI, PAN, PRD. Si nos vamos por distritos electorales, en el siete que era uno de los más fuertes para el PRI, Claudia sacó el 55% de los votos frente a 34% de Xóchitl.
Estamos hablando de uno de los distritos electorales más priistas de Saltillo ganado en el pasado por Jaime Bueno Zertuche quien no logró la reelección, y no olvidemos que los electores de esas mismas colonias votaron en la pasada elección por el priísta Álvaro Moreira en lo local. ¿Qué pasó?
A pesar de que los candidatos o candidatas hayan sido o no buenas opciones, incluso desconocidos, la ola de Sheinbaum los llevó a obtener el triunfo hasta ahora, en cuatro de ocho distritos electorales y posiblemente las senadurías.
Hoy los resultados electorales del 2 de junio en México reflejan una dinámica política compleja y multifacética. La victoria de Claudia Sheinbaum en Coahuila, junto con el respaldo significativo al PRI en los ayuntamientos, es un claro ejemplo de voto cruzado que indica un electorado más exigente y con características diferentes a otras jornadas electorales.
Esta situación plantea tanto desafíos como oportunidades para los partidos políticos, que deberán adaptarse a una ciudadanía que ya no vota por un partido político sino por beneficios, programas y por candidatos.