Ni una menos
Jessica Rosales
El feminicidio de Érika del Rosario ocurrido en la colonia Bellavista de Saltillo nuevamente conmociona a la sociedad, todos los casos de este tipo impactan por la brutalidad con la que son cometidos y, sobre todo, porque el victimario es supuestamente una persona que te ama y a la que amas.
Las expresiones de coraje e indignación no se hicieron esperar, lamentablemente también aquellas llenas de juicios y estereotipos que siguen permeando en nuestro entorno ¿Si la maltrataba por qué no lo dejó antes de que le hiciera eso? “Dicen que ella le fue infiel y por eso su pareja la mató”, son solo algunas de las cosas que se han escuchado entre el bullicio de estos hechos.
Una mujer jamás estará feliz de vivir en una relación violenta, pero ¿por qué no lo dejó? Los testimonios de muchas mujeres que han vivido el maltrato y, algunas, incluso que se convirtieron en víctimas potenciales de feminicidio, señalan entre las causas más comunes la necesidad de proteger económicamente a sus hijos, pues dedicarse al hogar no les permitió emprender o aprender un oficio.
Otro de los factores que inciden, es el miedo a que ante el abandono la pareja actúe de manera violencia, lo que va a ocurrir aún si se quedan.
Pero además influyen otros factores, las mujeres que sufren violencia están enfrentando momentos de vulnerabilidad, en donde tienen también una codependencia con su pareja, una relación afectiva en la que aman y sienten que las aman ¿Entonces porque el hombre no cambiaría por amor? Es la pregunta que muchas de ellas se hacen en estos casos.
Un hombre violento, de acuerdo con expertos entrevistado sobre el tema, tiene esta conducta porque arrastra una problemática de fondo, hablamos de un problema de salud mental que posiblemente se desprende de la infancia, de lo que vivió en el pasado.
Para que un hombre “cambie” su actitud agresiva es necesario que se someta a tratamientos y terapias que les permitan sanar, para poder de esta manera iniciar una relación de pareja y si lo desea, hacerse cargo de una familia.
Desafortunadamente la cultura machista que persiste en la sociedad y que viene de la crianza de las propias mujeres no permite que los hombres puedan darse cuenta de que necesitan ayuda, pues un arranque de ira ya sea por celos, por amor o desamor, en cuestión de segundos podría convertirlo en un delincuente, en un feminicida.
Hoy Raymundo “N” tiene el odio de la sociedad por arrancarle la vida a una mujer, aunque aún se desconoce que lo orilló a cometer el feminicidio, y sin importar el motivo se trata de un acto terrible.
Es importante que como sociedad, misma que tiene todo el derecho a enojarse, también comencemos a preguntarnos qué podemos hacer para prevenir este tipo de hechos, como madres, hermanas, simplemente como ciudadanos.
¿Si los vecinos que escucharon la discusión antes del feminicidio hubieran reportado a las autoridades el feminicidio podría haberse prevenido? Existe en Saltillo la Unidad de Integración Familiar (UNIF), una instancia municipal que se encarga de atender los casos de maltrato.
Tal vez eso hubiera o no evitado el feminicidio, no lo sabemos, pero todos podemos aportar algo en cualquier etapa de la violencia en la que una mujer se encuentra, y es muy importante evitar criticar y juzgar a la víctima, porque no sabemos por lo que está pasando y cuáles son los motivos que le impiden salir de ahí.
Podemos contribuir en la prevención, apoyando a la víctima, y al propio agresor a reconocer que requiere de ayuda profesional, incluso denunciando el maltrato que observamos, porque recuerde que la omisión y la indiferencia también es violencia.
¡Nos leemos a la próxima!
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