Jessica Rosales
La justicia no caduca y el daño no prescribe
El 25 de junio de 2025 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), a través de su Primera Sala presidida por la ministra Loretta Ortiz, resolvió un fallo histórico: el abuso sexual infantil no prescribe.
La decisión, tomada en el marco del Amparo en Revisión 86/2022, establece que el delito de abuso sexual cometido contra niñas, niños y adolescentes es imprescriptible, es decir, puede ser perseguido legalmente sin importar el tiempo transcurrido, pues de lo contrario se violaría el principio del interés superior de la niñez.
Este pronunciamiento llega en un momento crucial: justo cuando la cantante Sasha Sokol continúa su lucha pública y legal contra Luis de Llano, el productor que admitió haber sostenido una relación con ella cuando tenía apenas 14 años. Lo hizo en una entrevista con Yordi Rosado en 2022, en la que minimizó los hechos diciendo que “duró poco” y que “estaba enamorado”, como si se tratara de un amor adolescente y no de una relación desigual, abusiva y profundamente dañina.
Sasha respondió de inmediato: “No fue amor, fue abuso”, sentenció, iniciando así un proceso que no solo ha sido personal, sino también colectivo. Su denuncia, primero en redes sociales y luego en instancias legales, abrió la puerta para que muchas otras personas reflexionaran sobre lo que significa consentimiento, poder y silencio.
La Corte no resolvió específicamente el caso de Sasha, pero el mensaje es contundente y transversal: los delitos sexuales contra menores no deben estar sujetos al paso del tiempo. El fallo enfatiza que hay obstáculos estructurales —emocionales, sociales y legales— que impiden a muchas víctimas denunciar de inmediato. A menudo, el agresor es una figura de poder, cercana, y el daño psicológico puede tomar años en procesarse.
Además, la SCJN subraya la obligación de juzgar con perspectiva de infancia y de género, reconociendo que los niños no pueden dar consentimiento válido, que viven en contextos de dependencia, y que el abuso trastoca su desarrollo integral, dejándolos expuestos a miedos, culpas y silencios prolongados.
Este fallo tiene raíces en el caso de una niña de nueve años en León, Guanajuato, quien denunció abuso sexual por parte del director de su escuela. El agresor intentó evitar su proceso legal alegando que el delito había prescrito. La Corte no solo le negó el amparo, sino que reafirmó que ningún delito de esta naturaleza debe beneficiarse del olvido institucional.
Este fallo impacta no solo en la denuncia de la cantante sino en la de muchas víctimas más. Sasha Sokol, por su parte, ha anunciado que cualquier compensación que reciba será donada a ADIVAC, una organización dedicada a combatir la violencia sexual infantil. Un gesto que demuestra que su lucha trasciende lo personal y se convierte en una causa pública: la defensa de la infancia y la memoria.
En un país donde más de 50 casos de violencia sexual infantil se denuncian diariamente, este fallo es una luz de justicia para quienes pensaron que ya era demasiado tarde para hablar. Hoy la SCJN ha dejado claro que la justicia no caduca cuando se trata de proteger a los más vulnerables.
Este fallo no solo es jurídico, es simbólico. Envía un mensaje claro a quienes han sufrido en silencio: su historia importa, su verdad cuenta, y su derecho a justicia no depende del calendario. También representa una advertencia para los agresores que durante años se ampararon en el silencio y la prescripción: el tiempo ya no será su cómplice.
Además, visibiliza la urgencia de seguir fortaleciendo las instituciones que acompañan a las víctimas, capacitar a operadores de justicia en enfoque de género e infancia, y fomentar una cultura donde escuchar, la empatía y la denuncia sean la norma, no la excepción. Porque cuando la justicia se atreve a mirar al pasado, también está sembrando un futuro más justo.