Jessica Rosales
Apagones y excusas: la crisis de CFE
Los apagones se han vuelto parte del día a día en muchas regiones de Coahuila. En Saltillo, Monclova, Torreón, Piedras Negras y otras ciudades, el corte de energía eléctrica ha sido constante en las últimas semanas. Las fallas ocurren en plena ola de calor, cuando más se necesita la luz para enfriar hogares, conservar alimentos o simplemente trabajar.
La situación ha dejado no solo incomodidad, sino también pérdidas económicas importantes para la iniciativa privada. Empresas de todos tamaños han tenido que detener procesos, desechar productos o reparar maquinaria dañada por las variaciones de voltaje. La incertidumbre también golpea: nadie sabe cuándo volverá a fallar el servicio ni cuánto durará el siguiente apagón.
Coahuila es uno de los estados más afectados por esta crisis energética, junto con Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua, Sonora, Baja California y Yucatán. Todos han sufrido cortes debido a que el sistema eléctrico nacional está saturado. La demanda de energía ha crecido tanto por el calor, que la red simplemente no da abasto. La Comisión Federal de Electricidad ha tenido que hacer cortes para evitar un colapso mayor.
Y esto apenas comienza. Expertos en clima pronostican que este será el año más caluroso en la historia, con temperaturas que podrían mantenerse arriba de los 40 grados por varios días seguidos en el norte del país. Si no se hacen ajustes urgentes al sistema eléctrico, las fallas serán cada vez más frecuentes y más graves.
La CFE ha intentado justificar los apagones asegurando que se trata de una medida preventiva ante una “demanda extraordinaria” provocada por el calor. A los empresarios se les dice que son situaciones ajenas a la Paraestatal, pero afirman que los cortes son necesarios para proteger el sistema y evitar daños mayores. Sin embargo, esta explicación suena más a excusa que a solución. El calor extremo no es un fenómeno nuevo en el norte del país. Lo que sí es nuevo —e inadmisible— es la falta de preparación y respuesta oportuna.
Además del calor y la falta de luz, otro problema igual de grave ha comenzado a afectar a miles de familias: el agua. Muchos pozos operan con bombas eléctricas que, al interrumpirse el suministro, también dejan de funcionar. Esto ha generado crisis en colonias completas que se quedan sin agua durante horas o incluso días, justo cuando más la necesitan para beber, bañarse o mantenerse frescos.
Ante esta situación, gobiernos estatales y municipales se han visto obligados a tomar cartas en el asunto, instalando generadores de energía, rentando pipas o implementando operativos de emergencia. Pero lo cierto es que están resolviendo un problema que le corresponde directamente al gobierno federal. La energía eléctrica no es un lujo: es un servicio básico que debería estar garantizado, especialmente en condiciones climáticas tan extremas.
Coahuila ha trabajado por años para atraer inversiones y consolidar su industria, pero sin energía confiable no hay crecimiento que aguante. Tampoco hay bienestar posible para las familias que viven entre el calor y la oscuridad. Es urgente que el gobierno federal tomen en serio lo que está pasando. No es solo un apagón: es una señal de que la autoridad esta fallando.
Porque el calor no se va, y si la luz sigue fallando, lo que se apaga es la paciencia de todos.