viernes 23, mayo, 2025

En el tintero

Jessica Rosales

El ajedrez político en Morena Coahuila

En política, pocas cosas son casualidad y mucho menos cuando las señales provienen de Palacio Nacional. Las pugnas internas en Morena Coahuila no han sido un secreto: denuncias cruzadas, fuego amigo y disputas por el control de las posiciones estratégicas han desgastado al partido desde dentro, justo cuando más necesitan mostrar unidad.

Se dice que desde las altas cúpulas morenistas se giró una instrucción clara: quien no cierre filas, queda fuera del reparto de candidaturas. Una advertencia dirigida a todos, pero entendida de forma distinta por cada grupo. Las acusaciones penales entre militantes, como la presentada por Alejandra Salazar contra Cecilia Guadiana por el presunto uso político de programas sociales, causaron ruido no solo local, sino nacional, al exponer públicamente las fracturas internas.

En una de sus primeras visitas a Coahuila como presidenta electa, Claudia Sheinbaum fue flanqueada por Alejandra Salazar, pero el discurso lo dio Cecilia Guadiana. En aquel entonces, el mensaje fue ambiguo: ¿quién era realmente la favorita? ¿Quién representaba mejor el proyecto de la 4T en tierras coahuilenses?

Después vendría la fallida designación de Alberto Leyva en Infonavit. Un anuncio anticipado que no tardó en desinflarse, víctima del ya conocido “fuego amigo”. Iban una y una. Sin embargo, el equilibrio se rompió el 23 de abril durante una conferencia matutina. Ante el cuestionamiento directo sobre Cecilia Guadiana, la presidenta Sheinbaum fue clara:

“La senadora Cecilia Guadiana, porque hablaron de ella, es una joven también extraordinaria, de mucha convicción; y vivió la muerte de su padre, y ella continuó con la lucha. Entonces, es una muy buena joven.”

No fue una respuesta protocolaria. Fue una señal contundente. En la política, los elogios públicos de un presidente —o presidenta— pesan más que cualquier resolución judicial.

Días después, Antonio Attolini, operador político y actual diputado, difundió imágenes con figuras clave del morenismo coahuilense: Alberto Hurtado, el delegado del Bienestar Américo Villarreal, y por supuesto, Cecilia Guadiana. La narrativa fue clara: diálogo, reconciliación y unidad. En otras palabras: alinearse con quien lleva ventaja.

Y en esta partida, el que ha guardado silencio parece ser Luis Fernando Salazar. Ni una declaración, ni una defensa. El senador lagunero ha dejado que el tablero se acomode solo, mientras figuras cercanas a su grupo —como Alejandra Salazar— suavizan el discurso. “Ya somos amigos”, dice en voz baja, aunque su denuncia sigue su curso.

Hoy, todo indica que el grupo de Cecilia Guadiana ha ganado terreno. Con el respaldo implícito de Sheinbaum y rodeada de operadores como Hurtado, se perfila como la posible carta fuerte para la gubernatura, en caso de que la candidatura corresponda a una mujer.

Tania Flores, por su parte, ha quedado fuera del radar presidencial, mientras que su hermano Tony ha sido ignorado incluso por sus propios aliados en el Congreso cada vez que intenta posicionar temas que, más que de interés público, parecen intentos por resolver asuntos personales disfrazados de conflictos políticos.

Cecilia no solo heredó el nombre y el capital político de su padre, el fallecido senador Armando Guadiana, sino que ha sabido moverse con habilidad en las aguas turbulentas del morenismo coahuilense. Y si algo nos ha enseñado la historia reciente, es que en la 4T, quien cae en desgracia, difícilmente se levanta, pero quien recibe elogios en la mañanera, ya va con paso de candidata.

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