martes 15, abril, 2025

EN EL TINTERO

Jessica Rosales

El Fondo de Pensiones para el Bienestar: promesas que no alcanzan

Hace un año, el Gobierno Federal anunció con entusiasmo la creación del Fondo de Pensiones para el Bienestar. La idea sonaba muy bien: ayudar a mejorar las pensiones de las personas que cotizan en el IMSS y el ISSSTE, especialmente aquellas que están bajo el sistema de cuentas individuales y que, al llegar a la jubilación, recibirían pensiones muy bajas. 

El objetivo era que estos trabajadores pudieran recibir un ingreso mensual similar a su último salario. En papel, parecía una propuesta justa y necesaria. Pero la realidad, como suele ocurrir, ha sido muy distinta.

De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), el fondo ha tenido muy poco impacto. En todo 2024, apenas recibió el 70% de los recursos que se esperaba juntar. Y de ese dinero, solo una pequeña parte, menos del 8%,  se usó para lo que originalmente se prometió: complementar pensiones. Lo más llamativo es que el 96% del dinero que salió del fondo fue para devoluciones de recursos, es decir, dinero que fue regresado a cuentas individuales de personas que ya tenían derecho a él por otras razones. Así, el fondo ha funcionado más como una oficina de devoluciones que como un verdadero apoyo para mejorar las pensiones.

Lo más preocupante es el número de personas beneficiadas. De acuerdo con el análisis del CIEP, solo el 0.1% de los pensionados del país ha recibido apoyo del fondo. Eso quiere decir que, de cada mil personas que reciben una pensión en México, solo una ha sido beneficiada por este programa. Esto pone en evidencia lo limitado que ha sido su alcance, sobre todo si tomamos en cuenta que en nuestro país hay millones de personas que dependen o dependerán de una pensión en el futuro cercano.

Mientras tanto, el gasto del gobierno en pensiones sigue creciendo sin control. En 2025, este gasto representa el 23.5% del presupuesto nacional y equivale al 6% del Producto Interno Bruto. Esto quiere decir que casi una cuarta parte de todo el dinero que gasta el país se está yendo en pensiones, muchas de las cuales pertenecen a un sistema viejo que ya no es sostenible, algo que ya habían advertido los economistas. 

Y para acabar de empeorar el panorama, en los últimos meses de 2024 el fondo dejó de recibir nuevas aportaciones, lo que significa que se sigue gastando pero ya no entra más dinero. Si esto continúa así, el fondo podría quedarse sin recursos mucho antes de lo previsto.

Esta situación deja en claro que no basta con tener buenas intenciones. El fondo fue creado para resolver un problema muy serio, pero no se han tomado las decisiones necesarias para que funcione de verdad. Las reglas no están claras, los recursos no son suficientes y los beneficiarios son muy pocos. Urge una revisión a fondo del programa, pero también un cambio en la manera en que se están haciendo las cosas en materia de pensiones.

Los expertos han dicho que México necesita una reforma más completa, más justa y más responsable. Una que no solo prometa ayudar, sino que realmente lo haga. Porque millones de mexicanos llegarán a la vejez con pensiones muy bajas, y si no se toman decisiones firmes hoy, mañana será demasiado tarde. No se trata de repartir dinero por repartir, sino de crear un sistema que garantice pensiones dignas para quienes trabajaron toda su vida y que lo hicieron con la esperanza de tener una vejez tranquila.

El Fondo de Pensiones para el Bienestar, al día de hoy, no está cumpliendo con su promesa. Si el gobierno realmente quiere cambiar la historia de las pensiones en México, tiene que dejar de pensar en el corto plazo y empezar a construir soluciones reales y duraderas. Porque este tema no solo afecta la economía: afecta la vida, la dignidad y el futuro de millones de personas.

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