lunes 11, noviembre, 2024

LA COLUMNA

Luis Alberto Vázquez Álvarez

EL PUEBLO HA MUERTO

El comportamiento y actitud de los líderes de los partidos de oposición mexicana respecto de las candidaturas al poder legislativo a elegirse este año, metafóricamente me trajo a la mente la alocución latina: “La voz del pueblo es la voz de Dios”. Unido ese pensamiento al nihilismo del filósofo Friedrich Nietzsche, sublima esa creencia en la nada, en falta de propósitos, asegurando que la vida social no tiene sentido, que carece de significado o valor. Como corriente filosófica niega toda creencia, principio o dogma, bien sea de carácter religioso, político, ético o social e instintivamente repudia la acción ciudadana y por ende la democracia.

Pero como actitud política encontramos que los hacedores de la conducción electoral asumen que a los ciudadanos no nos interesa entender la cosa pública y que se la cedemos a ellos para que la tuerzan, la manipulen y se sirvan de ella a su antojo. Fabrican una realidad política ad hoc a sus intereses partidista y peor aún, personales, demostrando desprecio tanto por la sociedad civil a la que tratan con altanería y arrogancia, lo mismo que a miembros de su partido, muchos que por años bregan en colonias buscando votos, esperando un día llegar a un cargo de elección popular por sus méritos. Eso que pasa en la oposición, sucede también en el hoy partido gobernante, donde los chapulines recién brincados de otras corrientes política llegan a apoderarse de curules o cargos que no merecen. Agrupaciones civiles, muchas de ellas serviles a manifestaciones golpistas son ignoradas por completo, son solamente instrumento político y se les manipula con cinismo y desfachatez en el más absurdo discurso demagógico, replicándoles concepciones libertarias en una incoherente contradicción histórica envuelta en fantástica simulación llena de hipocresías y de sinsentidos.

Contrario a lo que se creería según el concepto nietzscheano de que el nihilismo está asociado con la destrucción de todo el orden existente, los políticos conservadores del México actual lo utilizan rechazando la ética social y definiendo de manera nebulosa lo que es democracia, confundiéndola con corrupción, nepotismo y control de partidos políticos como lo acabamos de ver con el cobro de piso en las designaciones de senadores y diputados plurinominales; líderes, cómplices y familiares.

Dios metafóricamente sería el pueblo, la ciudadanía, lo ético, lo justo, pero ahora hay ausencia celestial porque ya está muerto; vivimos “El Crepúsculo de los Dioses”, de la fantasía republicana. La ideología de la inexistencia social que es la suma interesada y hasta falsa de la oposición a las políticas laborales, las mentiras que ellos cuentan de su adhesión a las reformas ofrecidas por el presidente para no caer en la desgracia popular, aunque se les olvida que ya no se puede engañar al pueblo, este conoce ya muy bien sus miserias y conveniencias y no cree que ahora anden haciendo penitencia cuando por décadas se negaron a apoyar a los desheredados de los derechos populares. Como ejemplo de esa tragedia, acaba de surgir un “garbanzo de a libra”: un senador panista mostró su cheque de más de 126 mil pesos por no hacer nada en diciembre, por irse de vacaciones. Más de 25 millones reciben injustificadamente todos esos que se quejan de que no hay medicinas; pero nada les importa. Insultante “Nihilismo legislativo”.

Parafraseando a Dostoievski, “Si dios no existe, o está muerto, todo está permitido”, así pues, todo es intrascendente, pueden tomar la totalidad y ni migajas dejar para los demás. No hay bien ni mal; todo es instrumental. Exclaman: “Podemos hacer lo que queramos, somos superhombres que lo mismo legislamos, juzgamos o estadísticamente administramos; total, nadie importa. Para ello cuentan con mercenarios de las noticias, la mayoría de la prensa, de la TV y toda la radio les aplauden sus mitomanías, también poseen menesterosos de la inteligencia que quieren hacer creer al fallecido vecindario falacias como, por ejemplo: En México se va a acabar la propiedad privada”, pensando en la incapacidad comunitaria para comprender la imposibilidad de esta tontería; que eso es imposible constitucional y jurídicamente en tratados internacionales. Solamente la creerán quienes nacieron anencefálicos. Nihilismo puro chayotero.

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