Raúl Adalid Sainz
Cómo olvidar ese cine inmenso llamado Torreón. Había a las afueras de la entrada del cine, junto a las taquillas, una especie de pizarrones donde ponían los posters y fotos de las películas. Un día que pasé por el cine, me detuve, vi en los carteles, «The Godfather 2». Veía fotos de hombres con el pelo engominado, otros con traje y sombrero antiguo, ese llamado «Borsalino».
Me llamaba la atención la foto de un actor con una sonrisa particular, con el tiempo supe el nombre del mismo: Robert «Bobby» de Niro. Por supuesto no vi la película en su momento, tenía trece años, y la leyenda en taquilla decía: «Clasificación C, sólo adultos». Mucho tiempo después la viví, y cada vez que lo hago, vuelve a nacer, me dice cosas nuevas y profundas; los años descorren telones de respuestas insospechadas.
Ayer volví a escuchar esas notas sicilianas que son una constante en el devenir de la película, esa sinfonía del gran Nino Rotta. «El Padrino 2», fue la consagración de dos actores, que a partir de ahí, fueron figurones del cine norteamericano: Al Pacino y Robert de Niro. Juntos en el reparto de la película, pero no alternando escenas.
Es hasta «Heat», de Michael Mann, que los veremos juntos en secuencias. «El Padrino, segunda parte», es un fresco del pasado de la familia Corleone. Es la vida de «Vito Corleone» (El Padrino) en Sicilia y en su llegada a Nueva York.
Vemos su ascenso en las escalas gangsteriles. Su humanismo y consecución de poder. A la vez, vemos el desarrollo del nuevo «don», «Michael Corleone», hijo menor de Vito.
Si en la primera parte vimos la edificación y solidificación de poder de la familia, en la segunda veremos la paulatina destrucción de la misma. Los grandes logros formales de la primera están en la segunda.
El narrar de tiempos es supremo en la secuela. Hay secuencias de una magistralidad artística en narración cinematográfica, en montaje, en dirección actoral, en actuaciones. Inolvidable la recreación de llegada de emigrantes a «Ellis Island», en Nueva York. El viaje de capos a Cuba. La celebración de cumpleaños de Roth (Lee Strasberg), en una azotea de hotel, y el pastel festejante (con un dibujo del mapa de la isla), repartido entre los gangsters presentes, es de una gran sugerencia. Cada rebanada representa la repartición de Cuba.
Qué decir de la gran secuencia actoral entre John Cazale y Pacino, cuando «Fredo» declara a «Michael» su culpa. O aquella de De Niro («Vito Corleone» joven) en las azoteas de «Little Italy», para matar al gran jefe estafador. Es inolvidable por su timming, precisión, y creación de suspenso. Secuencia que marcará el giro de la historia para «Vito Corleone».
La escena entre Lee Strasberg y Pacino en Miami, es historia viva. Lee Strasberg presenta a su cruel capo envestido de una gran bondad; juega al opuesto maravillosamente. Es un abuelo cariñoso. Secuencia entre alumno y maestro en la vida real. «El Padrino 2», es la presencia del «Actors Studio». Lee Strasberg, fundador y maestro, dos grandes alumnos: Pacino y De Niro.
¡Qué película! Con razón ese cartel que veía en la niñez me hablaba. Son las voces de la vida que anticipan los devenires futuros. Hay que aprender a escucharlas. De Niro, Pacino, «El Padrino», y sus secuelas, el «Actors Studio», han sido para mí una inspiración de vida.
Como dato adicional, Robert de Niro, ganó su primer premio «Oscar», como mejor actor de reparto. Una gran caracterización de Vito Corleone joven. Era interpretar lo mostrado por Brando, siendo este mozuelo. De Niro, no dice una palabra en inglés, su habla fue en italiano. Fue ver horas a Brando en su interpretación e imaginar cómo sería su comportamiento de joven.
Al Pacino, increíblemente, fue despojado del «Oscar», a mejor actor. Estaba soberbio. «El Padrino, 2a Parte», ganó al igual que «El Padrino 1», el sobrevalorado «Oscar», a mejor película.
Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan