viernes 20, septiembre, 2024

El Neorrealismo Italiano

Raúl Adalid Sainz

He comenzado el año en el culto a una serie de películas que me arroba. Ayer, vi una de las representantes de ese llamado, «Neorrealismo Italiano». La célebre: «Ladrón de Bicicletas», de Vittorio de Sica. Una pequeña anécdota da el universo de vida de un hombre humilde que es despojado de su vehículo de trabajo, su bicicleta.

Al día siguiente del hurto, Antonio y su pequeño hijo Bruno salen errantes por las calles de Roma con la esperanza de recuperarla.

Este vagabundear por las calles trae una mirada de madurez en el pequeño Bruno. El desconsuelo de su padre lo hace ser duro en momentos con él. Con el poco dinero que trae Antonio lleva a comer a su hijo. Ahí verá el niño las diferencias sociales. Al ver en la mesa contigua a un chiquillo que tiene comida de sobra.

La zozobra de Antonio el qué hará sin su bicicleta, pues la necesita para su nuevo empleo, lo hará fraguar el hurto de una que ve sola afuera de una casa. Manda en autobús a la casa a Bruno para cometer el robo. El niño al no poder abordar un camión ve a su padre que es aprehendido por el ofendido y una turba de seguidores que cogen a Antonio en su huida en la bicicleta. Veremos una de las escenas más conmovedoras de vergüenza de un hombre ante la vida, y ante su hijo, quien ve cómo su padre es perdonado por el ofendido al no denunciarlo ante la policía.

Vemos caminar a Antonio y a Bruno entre la gente por una calle de Roma. La desolación, la vergüenza del padre y la pena solidaria del pequeño Bruno, quien siente en un instante, todo el dolor que provoca la vida en su dureza.

El niño de diez o nueve años ha madurado en un día. Esta escena final es una de las grandes secuencias en la historia de la cinematografía.

1948, fue el año de filmación de este clásico. Asombroso movimiento de cámara para narrar un universo de vida. La gramática cinematográfica de la cinta es elocuente. Ofrece matices diversos: da clima emotivo, atmósferas, tono de vida en las situaciones y en el estadío del padre e hijo.

Poca anécdota, pocos recursos de producción, un apostarle a la historia y sus detalles, la ciudad y los distintos aconteceres como protagonistas, el blanco y negro, como marco realista, el no uso de actores, la cámara como un guía relator, elemento que retratará la vida como una metáfora elocuente, misma que señalará mundos.

Locaciones auténticas, no de estudio. La improvisación como eje, dejando a un lado la técnica. Guion que es un reflejo social crudo de la Italia empobrecida durante la posguerra. Esas serán características del movimiento narrativo cinematográfico llamado: el Neorrealismo Italiano.

«Ladrón de Bicicletas», es un lienzo que retrata la realidad en sus distintos matices. Es el poner nombre en imágenes. Es el decir: ¡La vida no es justa! ¡Es cabrona! Sin embargo, padre e hijo, van juntos, en ese final que es de una compasión singular por parte de nosotros como espectadores. ¡Extraordinaria, sencillamente extraordinaria!

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

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