domingo 12, mayo, 2024

‘El Callejón de las Almas Perdidas’

 

(Guillermo del Toro, descendiendo al oscuro peldaño humano)

 

Raúl Adalid Sainz

El universo fílmico de Guillermo del Toro se manifiesta en toda su expresividad en su nueva película: «El Callejón de las Almas Perdidas», (Nightmare Alley), en inglés, basada en la novela homónima de William Lindsay Gresham.

 

Primera incursión del mexicano dentro del cine del género llamado «negro». El director se aleja de la fantasía de monstruos o insectos para adentrarse en los demonios internos humanos. Los monstruos, son los seres humanos, ha repetido varias ocasiones el cineasta. Los tiempos y la historia le dan la razón. 

Esta nueva película del director jalisciense en Hollywood, es un viaje a la subida y descenso de «Stanton», protagonista de la cinta. Un aventurero que parece huir de su destino y marcarlo por sí mismo. Las circunstancias lo llevan a adentrarse en el mundo de una feria ambulante perdida en la nada.

Ahí conocerá secretos de los cuales echará mano para lograr el éxito. Utilizará los trucos de la videncia y el espiritismo para estafar. Un personaje que siempre intentará subir en pos de la fama, el éxito y el dinero. Su caída será patética y grotesca.

Estas características son el punto de interés para Del Toro. «Stanton», es el símbolo del hombre contemporáneo. Corrompido y poseído por el deseo insaciable de gloria de renombre y dinero. Esto cercena y será su tumba al final de cuentas. 

El ser humano de la actualidad, no todos por fortuna, que es capaz de hacer lo que sea por la consecución de éxito. Pasando por los demás sin compadecerse. Ahí apunta la crítica implícita en la cinta por Guillermo del Toro. 

Ahora bien, lo interesante es cómo lo logra. Estilísticamente la película es un poema expresionista. La iluminación de claro oscuro es un eco del alma de sus personajes. La trama está ubicada a finales de los treinta del siglo pasado en Estados Unidos. 

El arte y vestuario son un plus en la presentación envoltoria de la cinta. Las locaciones, los sets, una elección muy bien estudiada. El manejo de la cámara en su narrar es precisa y elocuente. Cuenta y deja recrear al espectador el universo que observa. Las imágenes son metáforas del mundo que vemos.

La feria de inicio, a donde llega «Stanton», es un carnaval de vida. Es un microcosmos del ser humano que deambula entre la fantasía y la realidad. Cada quien cree lo que quiere creer. La mentira supera la verdad en los espectáculos que el asistente a la feria va a vivir. «Yo era una mujer hermosa que desobedeció a sus padres, fumaba y bebía y me convertí en araña», dice empotrada en una madera la cabeza de una mujer que simula ser un arácnido. 

La fémina electrocutada es otra fantasía. La cartomanciana que dice el pasado y advierte el futuro. Y lo más terrible, el espectáculo «Geek», del hombre monstruo que devora gallinas vivas. Ahí, no hay fantasía, existe la crueldad del ser humano que morbosamente ventila sus bajas pasiones en pos de divertirse insanamente. Del Toro no juzga, presenta realidades.

Todo este mundo de la feria, parece inspiración en su presentación, por los espectáculos que el director jalisciense vivió en México. Su representación en la película me recordó a aquellas ferias que viví en mi Torreón o en instalaciones ambulantes en algún pueblo mexicano. Quienes vivimos esto a finales de los sesentas y principios de los setentas en México, vimos el reflejo en la pantalla. 

Estos elementos dan a la recreación de ese carnaval una representación auténtica que lo aleja de lo artificial. Estamos en el universo de aguas que conoce el director. Un pintor cineasta que recrea.

Esta feria parece la metáfora del ser contemporáneo. Cada quien cree lo que quiere creer. La mentira sobre la verdad. Tal como las redes sociales reflejan hoy el comportamiento humano. Nada es comprobable. Se comenta, se alaba y se acusa, con absoluta impunidad. Éstas reflejan la sed de triunfo del ser actual. Su miedo también al futuro. Hay un vacío. Como el alma del protagonista de esta película, «Stanley».

«El Callejón de las Almas Perdidas», no es un divertimento. Es un viaje a los infiernos humanos. Un símbolo profundo a la vida contemporánea. La mentira materialista sobre el espíritu. El ser alguien sin tomar en cuenta los valores. Pasando incluso sobre el amor y el respeto.

El trabajo de dirección de actores de Guillermo Del Toro es espléndido. Todos en un tono de unidad de medida. La elección de casting de los mismos, un acierto. Hay en ellos un trabajo de caracterización interna y externa. Estilo de trabajo con los actores por parte del director en sus diferentes películas.

Bradley Cooper, en su trabajo del protagonista «Stanton», está soberbio. Igualmente, la «femme fatale», Cate Blanchett, y la dulzura y belleza de «Molly», en Rooney Mara. La presencia de buen actor de William Defoe, es imponente como «Clem». Está también Ron Perlman, actor subsecuente en muchas de las cintas de Del Toro, desde su ópera prima, «Cronos», pasando por las extraordinarias de «Hellboy». Toni Collete(«Zanni») y David Strathairn («Pete»), están extraordinarios en la encarnación de sus personajes.

Ver las películas del mexicano Guillermo del Toro, es mantener una conversación con el universo secreto de su cine. Es observar y sentir la vida por medio de su magia cinematográfica. Este recorrido de «El Callejón de las Almas Perdidas», es un viaje aún más profundo. Es ver espejos propios, queramos o no. De ahí que no a todos guste, o lo que es peor, que no todos comprendan la magnitud de poner el dedo en nuestros propios monstruos de conducta. 

En este aspecto el trabajo de guion de Kim Morgan y Guillermo del Toro, en la adaptación de la novela de Lindsay Gresham, es impecable. Lo anecdótico es preciso, y las líneas de trayectoria de los personajes, muy verosímiles y lógicas. La fotografía de Dan Lausten es un poema de magia en luz expresionista.

La película contiende por varios premios «Oscar», entre ellos mejor película, que gane o no, será un cantar que nunca la demeritara, al contrario, su valor está más allá. 

Aconsejable verla en pantalla grande. Del Toro es el cine para ser visto en el cine.

 

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

 

Compartir en: