lunes 25, noviembre, 2024

«El Año Próximo a la Misma Hora», de Bernard Slade

 

 

 

Memorias del Teatro Mayrán (hoy Garibay) en Torreón, Coahuila

 

Raúl Adalid Sainz

Siempre de los siempres, no sé, intuitivamente sentía, que esa obra la quería y la debía hacer. Sabía que había sido un éxito con Silvia Pinal y Héctor Bonilla. De adolescente recuerdo haberla visto en el cine Torreón. Después supe que fue estelarizada por Ellen Burstyn y Alan Alda. 

 

El caso es que ya muy repuesto de las carencias económicas, (llevaba un año de estadía trabajando como locutor, conductor radial y televisivo en Torreón, debía entonces regresar al DF y retomar mi carrera profesional de actor). 

Sin embargo tenía una tarea pendiente: producir. El gusto me lo iba a dar invirtiendo el dinero de mi regreso, haciendo «El Año Próximo a la Misma Hora». Una apuesta arriesgada. De jugador de poker, todo o nada. Quería una producción fastuosa, que el escenario luciera una bella escenografía, una linda factura de producción, vestuario y música de la época, ambientación, una buena iluminación y una talentosa actriz y directora que me acompañaran. 

Para la escenografía contraté a Jorge Méndez, quien me hizo una bellísima cabaña californiana, la historia sucede en un cuarto de hotel en Estados Unidos. La obra transcurre durante veinticinco años, mismos que la pareja central se ve. Con una peculiaridad, sólo es una vez al año. El hilo conductor que marcaba el paso del tiempo fue la música, cree un noticiero radial, con un personaje que concebí (Shet Huntley, el amigo de las estrellas) las narraciones de éste locutor después de cada cuadro escénico marcaban el tiempo. 

Me di el gusto con la musicalización, desde Frank Sinatra, Nat King Cole, Lou Armstrong, Elvis, Los Beatles, John Lennon, Paul McCartney, Carole King, Peter Frampton, Dona Summer. El tema de amor final era «My Love», de Paul McCartney. 

La dirección corrió a cargo de mi extrañada amiga Chelo González Garza, QEPD. «Doris» lo interpretó con mucho talento y gracia Elvira Richards, quien además hizo la producción ejecutiva y salvó mi inversión con cantidad de ventas que hizo de la obra. 

Duramos cincuenta funciones, con muy buenas entradas, para aquellos años del 1994. Recuerdo haber invertido unos quince mil pesos, una buena cantidad para esos tiempos, recuperé y gané algo, como dicen los productores. Claro, eran años en que se había ganado público, la continuidad de obras con calidad había conquistado espectadores para el teatro local.

Debo confesar que mi deseo de ser un Manolo Fábregas de la producción teatral torreonense no fue muy grata, es un estrés terrible, que este gasto, que el otro, que cuánta gente entró y además actuar. La renta del teatro se pagaba cada noche. Cosas inherentes al riesgo de producir. 

Pero al paso del tiempo, esta obra la recuerdo como un hijo muy querido, muy mío. Hoy a veintisiete años de eso, abro los ojos, veo que es 24 de Julio del 2021, hoy cumplimos 24 años de estar unidos Elvira Richards y yo.

Siempre en la misma fecha, de un año diferente y a la misma hora. «¿Quién es tu actor favorito?», preguntaba George, así se llamaba mi personaje, «Marlon Brando», asentía convencida Doris en la bella interpretación de Elvira Richards.

Un diciembre de 1994, develamos placa de 50 funciones en el Teatro Garibay. Los padrinos fueron el gran promotor teatral y director lagunero el Dr. Alfonso Garibay, el actor y director Gerardo Moscoso y el periodista Juan Posada Walle, los tres QEPD en la luminosidad. La placa alusiva está en las paredes del vestíbulo de ese querido teatro lagunero. 

Debo agregar el talento en sonorización de audios de Blanca Russek y la grabación en piano de algunas piezas del brillante músico lagunero Carlos Ramos.

Me pregunto al paso del tiempo, si alguien la recuerda. Quizá sólo fue un sueño y los sueños, teatro y sueños son.

 

PD: Muchas gracias a toda la gente que nos ha brindado su cariño, su apoyo incondicional. Los queremos y recordamos.

 

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de México Tenochtitlan

 

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